En
Gotemburgo (Suecia), con la población universitaria más numerosa de
Europa, hay un emplazamiento donde huele a café mientras se espera
al autobús que sigue el trayecto interurbano. El objetivo del local,
con una parada interna integrada, es hacer más llevadero o ameno el
tiempo de espera a la vez que transformar la pausa en un breve
descanso que anime, a su vez, el uso del transporte público.
En
Saint Étienne (Francia), ciudad industrial a menos de sesenta
kilómetros de Lyon, ya no se ven camiones y furgonetas de reparto en
el centro de la ciudad. Gracias a TremFret, un tren distribuye entre
los comercios de la zona los productos que requieren, propiciando y
mejoran de esa forma la movilidad en esa parte de la ciudad y
reduciendo, de paso, las emisiones de los vehículos de carga y
descarga.
Son
solo dos ejemplos de los esfuerzos que los regidores de las grandes
ciudades europeas siguen realizando con tal de mejorar las
condiciones de vida, de fomentar hábitos saludables y de recorrer
los espacios públicos de forma sana, provechosa y sostenible. Ahora
que se ha iniciado la Semana
Europea de la Movilidad, la
cual se prolongará hasta el próximo sábado, con el lema 'Combina y
Muévete', bueno será exponerlos para evidenciar que, con
imaginación y voluntad política, y hasta sin grandes desembolsos,
se pueden ensayar o explorar iniciativas que produzcan beneficios
generales. A pie o sobre ruedas. El todo es proponérselo.
“La
ciudad, sin mi coche!”, recordarán muchos lectores el mensaje de
hace unos años, cuando desde la Comisión Europea trataban de
impulsar una idea que pretendía sensibilizar a la ciudadanía para
hacerla menos dependiente del vehículo y del tránsito rodado. Los
resultados tenían que ser desiguales: no faltaron protestas de
quienes andan tan habituados al uso del coche, desesperaron por no
poderlo utilizar -¡una vez al año!- recurriendo al transporte
público, a la bicicleta o al desplazamiento a pie.
Se sobreentiende
que el papel de los ayuntamientos es primordial a la hora de llevar a
la práctica medidas que, debidamente anunciadas y convenientemente
explicadas con antelación, se correspondan con la filosofía de la
movilidad y de los hábitos saludables. En España, la implantación
se acepta a duras penas, bien es verdad que el año pasado, por
ejemplo, fueron registradas casi quinientas acciones locales y unas
dos mil setecientas medidas permanentes para hacer que la Semana
Europea de la Movilidad no fuera un trastorno -especialmente para
policías y cuerpos de seguridad- o una pérdida de tiempo. La
coordinación de la convocatoria de este año, por cierto,
corresponde al ministerio de Transición Ecológica.
Y este año, hay
que decirlo, se habla en este contexto de la multimodalidad, que
viene a ser como un reto que consiste en hacer más accesibles entre
sí todas las formas sostenibles de transporte, con el fin de
propiciar que los viajeros tomen la mejor o más cómoda ruta, tanto
para sí mismos como para el medio ambiente en general.
En ese sentido, la
Comisaria Europea de Transporte, Violeta Bluc, ha anticipado que es
preciso trabajar en cuatro áreas: digitalización, innovación,
descarbonización y humanización, otorgando pues a las personas la
centralidad de las acciones que se lleven a cabo. Este concepto de
multimodalidad puede proporcionar a las ciudades, en opinión de la
Comisaria, beneficios claros y perceptibles: reducir la
contaminación, la descongestión de las vías públicas y hasta el
ahorro de sectores sociales en sus presupuestos de transporte.
Un dato
incontrovertible, facilitado por la propia Unión Europea: solo
impulsando la combinación de trenes y bicicletas, podría dejar de
emitir una ochocientas kilotoneladas de dióxido de carbono.
Vale la pena
materializar esta iniciativa. Así que, 'Combina y muévete'.
1 comentario:
Debería ser primordial reducir el consumo de combustibles fósiles. No vale con hablar de porcentajes en tal o cual fecha para quedar bien con una parte del electorado. Hay que ser mucho más serio con éste asunto, sobre todo para un país que depende de forma peligrosa del petróleo para poder sobrevivir. Llevamos muchos más años de lo justo para acometer el gran reto, y algo tan vital para el país no parece tener para los Gobiernos de uno y otro signo. Es un poco sospechoso que en un país de sol, ríos, y vientos no se inicie una revolución que nos libere del petróleo. ¿Que ocurre? ¿Esperan al posicionamiento de petroleras y eléctricas? Si fuera así sería un crimen contra el Estado, equivalente al de Alta Traición.
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