Es
lógico que empecemos explicando brevemente el significado de
Calínico, a fin de cuentas es un término poco usual.
Navegamos
en Wikipedia
y
vemos que es el nombre de un inventor y arquitecto de origen sirio,
del siglo VII, según la cronografía de Teófanes, de Heliópolis,
en el Líbano. Se le atribuye la creación del denominado 'fuego
griego', aunque seguramente habría oído hablar de la utilización
del salitre en la antigua China. Ese fuego griego, un arma
incendiaria, propició que los bizantinos quemaran la flota
musulmana en Cícico, una ciudad griega de la Propóntida, y
rechazaran el asedio árabe en Constantinopla. El mayor uso de ese
arma combustible, en el ámbito marítimo, se registraría
posteriormente, durante las Cruzadas.
Una
mezcla de varios ingredientes fue ideada, supuestamente, por un
refugiado cristiano sirio llamado Calínico de quien se cree que
recibió el secreto del fuego griego de los alquimistas de
Alejandría. Lanzaba un chorro de fluido ardiente y podía emplearse
tanto en tierra como en mar. Al caer al agua, dicen, seguía
ardiendo. La fórmula, poco menos, se convirtió en un secreto de
Estado y tuvo sus variantes entre otros pueblos que hacían la
guerra. Se han propuesto los siguientes elementos: petróleo crudo,
cal viva, azufre y salitre. Dicen que fue la primera arma psicológica
de la Historia.
Tiene
nombre de batalla, de Callinicum o Calínico, un histórico
enfrentamiento entre los ejércitos imperiales de los bizantinos y
los sasánidas que tuvo lugar a orillas del Eúfrates, cerca de
Al-Raqqah, al norte de Siria, el 19 de abril del año 531. La batalla
finalizó con una victoria de los persas. A pesar de este triunfo, no
lograron tomar ni una sola localidad de la región. La derrota del
comandante Belisario, al mando de los bizantinos, no fue considerada
deshonrosa. Al combatir en contra de su voluntad, no salió
perjudicado y fue llamado nuevamente a Constantinopla desde donde fue
enviado a luchar contra los vándalos.
Hubo
un Santo Calínico Mártir en el año 250. Fue criado en la fe
cristiana, que defendió a ultranza, proclamando a Jesucristo en
aldeas, donde logró convertir al cristianismo a muchos paganos.
Mientras era enjuiciado, le fueron exigidos sacrificios para los
ídolos que él se negó a realizar. El relato consultado señala que
tuvo una muerte cruel, al ser golpeado con correas de bueyes y le
fuera desgarrada la piel con ganchos de hierro. Aún tuvo tiempo, en
el penoso trayecto hacia su final, de consolar a sus ejecutores.
Otras
fuentes creen que el origen del nombre es griego, que significa “el
de la gloriosa victoria”, y debe su difusión a un mártir del
siglo III.
Da
título a un ensayo sobre una modalidad bélica, Calínico
o
una
defensa de la guerra química,
original del biólogo y genetista británico J.B.S. Haldane, editado
en 1926 por Revista de Occidente en la colección “Hoy y Mañana”.
Así
se llamaba, en fin, el santo jerarca del monasterio de Cernica, un
monje dedicado a llevar una vida ascética, considerado como uno de
los padres espirituales rumanos más importantes del siglo XIX. Un
discípulo suyo le describe como un obispo empeñado en el cuidado de
sus fieles y hombre político/parlamentario que iba por delante de
los afanes de secularización de su tiempo.
Pues
de todas estas acepciones, los promotores-fundadores de Calínico,
escogieron la de la fecha de su constitución, el 28 de agosto de
2008. Sin pretensiones grandilocuentes ni ínfulas distorsionadoras
de la idea que concebían, pensaban en “la gloriosa victoria”. Un
año antes, Eduardo Solís e Isidro Dardiñas tenían muy presente la
obra silenciosa pero eficaz de José Sabaté y del Patronato Insular
de Turismo. Estaban en activo las catorce personas que comenzaron
aquella aventura movida por su conocimiento profesional y emprendedor
del turismo y porque querían devolver a Tenerife lo que la isla les
había dado para un desempeño ejemplar, con un tesón admirable y
con un espíritu de gestión e innovación que sustanciaron una
auténtica escuela.
Ricardo
Tavío, José Diego Fernández, Javier Cortés... por citar solo tres
nombres de aquel sobresaliente elenco que hizo de algunos
establecimientos verdaderos bastiones donde se enseñaba -sobre todo,
en la práctica-, donde primaba la atención al cliente -cuando la
fidelización era un concepto borroso, ya ellos lo desarrollaban- y
donde hacían ganar a la industria turística tinerfeña una bien
merecida fama de solvencia profesional.
Empezaron
catorce y hoy ya son treinta y tres. El turismo cambió la vida de
todos ellos, de ahí su noble intención de restituir lo que
aprendieron, lo que ejecutaron, lo que supieron implementar y ahora,
de alguna manera, transmiten. Con modestia, sin alharacas, pero con
plausible afán didáctico. Calínico
no
tiene personalidad jurídica pero sí carta fundacional. Inició su
trayectoria en el Casino hasta que dieron el salto a la Universidad
de La Laguna desde donde irradian la experiencia acumulada. Que no es
poca, por cierto.
La
definición sería sencilla: un grupo de conocimiento turístico que
se reúne puntualmente todos los meses para luego facilitar sus
conclusiones a quienes quieren recibirles. No es un colectivo
profesional reivindicativo: anima a sus integrantes el deseo de
sentirse útiles, el de transmitir su conocimiento al primer sostén
productivo de la isla y de Canarias, en busca de su fortalecimiento
constante. Ahí están las aportaciones de los jóvenes octogenarios,
Juan de la Rosa y Manuel Alfonsín, para corroborarlo.
A
la universidad lagunera acuden dos veces al año. En agosto de 2008,
plasmaron su principal aportación con la puesta en marcha de la
cátedra de Turismo de la facultad de Economía, Empresa y Turismo,
cuyo director, Raúl Hernández, coordinó en el aula magna el debate
con los alumnos a los que se concedió la opción de preguntar.
Calínico
alcanzaba
su madurez.
Cuentan
a los estudiantes sus vivencias. Intentan que este relato ilustre, de
alguna manera, los conocimientos teóricos. Hay que conocer el
establecimiento a fondo: cómo funciona, cómo se organiza, como se
coordinan los distintos departamentos, la importancia de la
puntualidad horaria o de algo aparentemente tan sencillo como la
localización del cliente. Los miembros de este colectivo empezaron
por la base: no fueron directores ni ejecutivos que accedieron a sus
responsabilidades con tan solo haber superado unos cursos. Ellos
encarnaban la confianza de la empresa. Su cometido era una referencia
para el resto del personal.
Aprendieron,
incluso, conceptos tan de nuestros días como pueden ser la
ciberseguridad y las técnicas de gestión informática con sus
aplicaciones más usuales. Gloria Salgado, Rafael Dolado, Paco
Alcaraz y Miguel Ángel González Suárez, presidente del Centro de
Iniciativas y Turismo (CIT) de la capital tinerfeña, otro ejemplo,
han impartido conferencias y seminarios en los que no ha faltado
oportunidad de conocer su paso por instituciones y actividades
vinculadas al universo turístico.
Así,
comienzan a coleccionar distinciones que ponen de relieve su
compromiso y su dedicación. Otro CIT, el del sur, concedió a
Calínico,
su galardón 'Gánigo' que será entregado en Fasnia el próximo mes
de noviembre. Y el centro, ya citado, de Santa Cruz de Tenerife
otorgó al premio 'Amables del turismo y convivencia'.
De
distinciones hablamos y por tanto hay que consignar las insignias de
oro, con su estrella solar en la que brillan las letras CL,
indicadoras de “la gloriosa victoria”. La lucen el decano, Juan
de la Rosa; Manola Rodríguez, que ha paseado, junto a sus hijos, su
voz, la música, los instrumentos y los aires folklóricos para
alegrar innumerables celebraciones de tantas y tantas iniciativas
promocionales; José Sabaté Forns, miembro de honor, fundador de
aquel Patronato Insular de Turismo que abrió tantos caminos
precisamente en ese terreno, el de las promociones de un destino
turístico; y Eulogio Bordas, de THR, del grupo EDITUR, al que tanto
debemos a la hora de proyectar el nombre de la isla y de su rica
oferta turística.
Pues
bien, en esta fecha en la que se conmemora el Día Mundial del
Turismo, hasta el Drago hemos acudido para glosar la voluntad del CIT
de Icod de los Vinos, de su infatigable presidente, Antonio García
Fleytas, de conceder su galardón, “Drago de Honor”, a este
colectivo que ya tiene otro motivo de estímulo para seguir siendo
fiel a sus principios y alcanzar las metas que se trazó hace diez
años ya: devolver a Tenerife lo que la isla les brindó, la
oportunidad de hacer del turismo una profesión elegante, exigente y
cualificable. En definitiva, un medio de vida.
Es
un honor el símbolo, que se corresponde con la experiencia y el
esmero que los componentes de Calínico
han
acreditado en sus prolíficas y dilatadas trayectorias. Se nota,
donde quiera que vayan, que han hecho penetrar sus raíces en un
negocio, el turístico, que evoluciona sin cesar y cuyos últimos
registros estadísticos obligan a una superación como posiblemente
antes no se conociera en las islas.
Por
eso hay que estar en la Universidad y en los foros donde se debe
escuchar a los que saben, a los que dicen con rigor lo que ellos
vivieron, aprendieron y ejecutaron. No reivindican; al contrario,
ponen a disposición de las instituciones, de los agentes sociales,
del sector turístico y de la profesión misma, el caudal incesante
de sus conocimientos, el que ha nutrido, entre otros atractivos, un
destino cuyas bondades debemos seguir ponderando a sabiendas de no
incurrir en el triunfalismo y la autocomplacencia.
Enhorabuena,
Calínico,
y
CIT de Icod los Vinos. Feliz y memorable Día Mundial del Turismo.
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