Cada quien es libre de disponer de su dinero como crea conveniente. Cada propietario de marca es libre de anunciarse donde estime mejor para sus intereses. Luego también está en su derecho de adoptar alguna medida cuando se rompen aquellos esquemas que alteran la convivencia o los códigos de conducta elementales, dando pasos éticos y cívicos para acabar de una vez en los medios de comunicación con tanto veneno nocivo que inocula, con mayor o menor facilidad, en el tejido social.
No, no es la enésima inyección de moralina. Es ponderar una decisión cabal y ejemplarizante como la que han determinado cuatro compañías que han dejado de anunciarse en un programa de televisión en señal de rechazo a lo ocurrido en una emisión donde supuestamente se produjo un caso de violación protagonizado por dos participantes. Muchos seguidores han pedido en redes sociales un boicot a los productos o marcas de los anunciantes.
Y estos han reaccionado, claro. Bien abandonando el formato del programa bien retirando la inserción publicitaria previamente concertada, coincidiendo, además, en hacer una declaración pública -especialmente en redes, donde se había residenciado la controversia- de rechazo a cualquier forma de abuso o violencia sexual.
Es una medida que, de mantenerse con todas las consecuencias, sirve de ejemplo. Es hora ya de que en los medios no valga todo. De que es necesario impedir el crecimiento del basurero. Tiene que haber un freno a la degradación televisiva. Hay que dar ejemplo, pues, y los titulares de esas cuatro marcas han sido consecuentes.
Y como duele el bolsillo, la firma Mediaset, responsable de la cadena y del programa de marras, parece haber calculado los efectos, los sociales y los económicos, de modo que publicó un comunicado en el que señala que "permanecerán atentos a los resultados de la investigación y al esclarecimiento total de los hechos, respetando la intimidad de las personas afectadas". Finalizada la instrucción judicial del caso, aún se espera alguna determinación, principalmente las que incidan en responsabilidades. El impacto, desde luego, no es menor.
Como seguramente no querrán más daños colaterales, intentarán minimizarlos. Hasta entonces, al menos los cuatro anunciantes han dado un paso que debe ser ponderado porque, en medio de un clima social tan convulso, de la confusión con decisiones judiciales sobre casos similares, se trata de poner freno a los desmanes. Posiblemente, nada mejor que una condena pública y una retirada de los recursos publicitarios para poner en evidencia a los autores de los desmanes y a quienes los alientan, en este caso, dándoles difusión.
A ver si se mantiene. Y si cunde.
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