"Otro
día, cruzó y anduvo el estrecho paseo de Las Damas, que daba
directamente a la calle San Juan también llamada de Las Tiendas,
pues toda estaba dedicada a tiendas de comestibles y souvenirs hasta
su final en el muelle. La calle es realmente muy corta, de modo que
no fatiga al visitante… El pueblo se recorría enseguida, por
entonces era pequeño, muy pintoresco, con el encanto de sus casas,
sus tejados rojos y sus recoletas iglesias”. Esos valores
cautivaron a la novelista que observa “un lugar encantador con la
gran montaña que lo dominaba todo [el Teide] y las maravillosas
flores que crecían por todas partes, alrededor del hotel [Taoro]”.
Son
fragmentos del libro Agatha
Christie en Canarias 1927: un invierno que cambió su vida, del
que es autor el profesor Nicolás González Lemus, que desmenuza la
estancia en la isla de la célebre autora inglesa. Hasta el domingo
celebran en el Puerto de la Cruz la séptima edición de un festival
internacional que lleva su nombre, una iniciativa plausible, en
principio plenamente consolidada y que sirve, por supuesto, como
soporte promocional, independientemente de los valores
sociohistóricos y culturales. La lluvia y una sensación climática
desapacible, para que nada faltase, ha acompañado a las actividades,
algunas de ellas al aire libre, perfectamente delimitadas y
señalizadas en un programa bilingüe muy sugerente y manejable.
Organiza el Centro de Iniciativas y Turismo (CIT) de la ciudad, con
el patrocinio del Consorcio de Rehabilitación, del Ayuntamiento
portuense y de la sociedad Turismo de Tenerife.
Ha
habido oportunidad, desde luego, para seguir los pasos de la conocida
como 'Dama del crimen', contando con la presencia de escritores
expertos en su obra y en la novela negra. Cine (con abundancia de
versiones originales), música, conferencias, rutas teatralizadas,
paseos, pintura al aire libre, cuentacuentos, exposiciones, cata de
chocolates y vino, coloquios a la hora del té y suelta de libros se
han ido sucediendo hasta completar una convocatoria -recordemos:
tiene carácter bianual- plena de atractivos que llega, además, en
un momento oportuno, cuando se trata de ofertar reclamos o alicientes
al turismo británico, tal como pedía, aquí en la isla, en las
primeras sacudidas de la quiebra del turoperador 'Thomas Cook', el
presidente de la Asociación de Cadenas Hoteleras Españolas (ACHE) y
de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos
(CEHAT), Joan Molas.
Ya
harán promotores y organizadores el balance correspondiente pero
este aspecto, el turístico-promocional, es de los más importantes.
Este festival es uno de los atractivos que el destino turístico
diferenciado debe incluir en su calendario y proyectar en todas las
ferias que participe. Entre una y otra edición, además, hay tiempo
suficiente para programar, gestionar y propiciar alicientes. Y aunque
la dimensión turística salta a la vista, hay que lograr que la
población la haga suya, que la ciudadanía se identifique con la
iniciativa, al igual que sucediera en el pasado con los festivales
internacionales de la Canción del Atlántico y de Cine Ecológico y
de la Naturaleza. Si entonces los portuenses aguardaban con verdadera
expectativa los contenidos y el desarrollo de las convocatorias,
ahora, con otro sentido de la participación social y de la
comunicación, se hace primordial lograr una convocatoria que impacte
siempre. Por fortuna, el entendimiento entre los sectores público y
privado favorece el desarrollo de los hechos. Es más, hasta hay
opciones para que los recursos locales encuentren escenarios
apropiados con tal de exponer sus trabajos y sus progresos.
Es
otra forma de acercarse y de integrarse. Agatha Christie (“la
esencia de la vida es ir hacia adelante”, dijo) superó aquel
invierno de 1927 en una ciudad que, décadas después, experimentaría
una metamorfosis extraordinaria. Recordando a González Lemus, puede
que viniera a sanar heridas sentimentales o a huir de tribulaciones
del mismo tenor y reponerse. El caso es que siguió escribiendo hasta
legar una copiosa producción internacionalmente reconocida. El
Puerto refresca y moldea parte de ese legado. Perdérselo sería un
crimen, si se nos permite la expresión.
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