Punto
de inflexión en el complejo turístico “Costa Martiánez”. Se
veía venir después de más de tres años de un divorcio de facto
entre el Ayuntamiento y la empresa concesionaria de una parte de los
servicios, 'Ocio Costa Martiánez'. Un divorcio con efectos
económicos, además de la merma en las prestaciones. Es fácil
adivinar los perjudicados: usuarios y la hacienda municipal. Y el
prestigio de las instalaciones que ya cumplieron cuarenta años,
aniversario que se celebró, por cierto, en el mandato anterior,
cuando el Ayuntamiento no participó. Gracias a la iniciativa de la
empresa no pasó inadvertido.
Se
puede dar por resuelto el contrato que ligaba a las partes. Es más,
ayer tarde ya circulaba en redes sociales que la concesionaria ha
cesado en su actividad, de modo que debe ser inminente el acto formal
de entrega de las llaves.
Pero
cuidado, porque hay una deuda latente de unos dos millones de euros,
resultante del impago de los importes del canon fijado y aprobado en
el pliego de condiciones y del desacuerdo existente para afrontar las
obligaciones correspondientes. Consta la voluntad de los responsables
de 'Ocio Costa Martiánez' de querer producir un acercamiento,
establecer una relación consecuente y abonar los importes
correspondientes. Pero no pudo ser. Y el tiempo discurría con ceros
al cociente, a sabiendas de que un día reventaría. Pero ni siquiera
el cambio de gobierno municipal produjo cambios sustantivos: no hubo
iniciativa ni animo de corregir o de generar unas nuevas condiciones.
Pero se diría más: lo que ha habido es negligencia y desinterés
por parte de los responsables municipales, los del mandato anterior y
los actuales. Se calcula que el Ayuntamiento haya perdido alrededor
de un millón de euros.
A
la deuda señalada -¿quién la asume, por cierto?- hay que añadir
otra que es la contraída con la Seguridad Social y que debe rondar
los ochocientos mil euros. Y también el personal, unos treinta
efectivos que, a la espera de alguna otra posible solución modal,
será asumido por la empresa pública Pamarsa que bastante problemas
arrastra como para que ahora tenga que asumir lo que es algo más que
un contratiempo. Esa nómina se engrosa, ¿eh?Estamos ante un
problema estructural muy serio que requiere de un gran consenso
político para su resolución.
Solo
se nos ocurre -tratando de ser constructivo como siempre- que la
oportunidad es buena para propiciar que Pamarsa, por fin, disponga de
un gerente que habrá de asumir como misión principal el cometido de
reordenar la viabilidad de la propia empresa, la viabilidad de s
objeto social y la racionalización de su división de recursos
humanos. No va a ser fácil, desde luego, máxime cuando pende la
aplicación de una normativa que vislumbraba, con plazos todo, la
disolución de la sociedad, participada al cien por cien con capital
público municipal.
Un
punto de inflexión, desde luego, que requiere de voluntad política
para saber cómo se puede seguir adelante con el fin de gestionar
adecuadamente un complejo de titularidad municipal que, en el
pasado, resultó decisivo para financiar presupuestos y servicios; y
que sigue siendo una seña de identidad en la oferta de un destino
turístico diferenciado.
Piensen,
negocien y consensúen, al menos para intentar un acuerdo de
estabilidad en los próximos años. Diálogo antes que
judicialización. Que el complejo y todo lo que gira a su alrededor
deje ser recurrentemente conflictivo y tendente a lo contencioso.
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