Josep
Borrell, actual ministro español de Asuntos Exteriores y Cooperación
en funciones, ha sido seleccionado, como deben saber, para ser el
Alto Representante de Política Exterior de la Unión Europea (UE).
En términos coloquiales y periodísticos se le conoce ya como el
jefe de la diplomacia europea. Una Europa más fuerte en el escenario
internacional es su gran objetivo, aunque para ello tenga que sortear
turbulencias políticas y divisiones internas. Será uno de los
vicepresidentes de la Comisión Europea, su mandato es de cinco años.
Borrel se ha convertido en el principal diplomático de quinientos
millones de europeos.
Es
titulado en Ingeniería Aeronáutica y Matemáticas, además de
doctorado en Economía. Se dedicó a la docencia para luego entrar de
lleno en política. Es un federalista europeo declarado y participó
en la redacción de la Constitución Europea antes de convertirse en
miembro de la Eurocámara entre 2004 y 2009. La presidió, por
cierto, de 2004 a 2007. También se situó a posteriori al frente
del Instituto Universitario Europeo.
Borrell
ganó, frente a Joaquín Almunia, unas elecciones internas en el seno
del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), a finales de los años
noventa para ser secretario general de la organización. Sin embargo,
no fue candidato a la presidencia del Gobierno. Por aquel entonces,
visitó Canarias y tuvimos oportunidad de presentarle en dos actos
públicos, uno de ellos, en la sede tinerfeña de la antigua
CajaCanarias, de gran repercusión mediática.
Después,
le pedimos que escribiera el prólogo del libro Textos
y manifiestos políticos (1995-99) (Edición
del autor), que publicamos en vísperas de las elecciones locales de
1999. Su respuesta afirmativa se reflejó en el trabajo que
reproducimos a continuación y que ya ha cumplido veinte años:
“He
tenido la fortuna, durante mis dos últimos actos públicos en
Tenerife, de ser presentado por un compañro con mucho oficio y con
un singular sentido de la dialéctica política. En la primera
ocasión, recuerdo que se refirió a las elecciones internas como una
prueba de madurez de nuestra organización, planteada en un momento
cercano a su ciento veinte cumpleaños. Y en la segunda oportunidad,
habló de ideas, de valores y reivindicó una nueva ética cívica
para producir un vuelco en la política canaria.
Salvador
García, además, leyó esas cosas con la naturalidad propia de
qienes saber tomar el pulso de los auditorios, es decie, sabía que
en los recintos no solo había presencia de socialistas sino de otras
muchas personas que querían conocer directamente los contenidos de
nuestro proyecto de progreso y lo que entendemos por política
abierta.
Por
ello, fue un excelente e inmejorable introductor de aquellos
auditorios que siguieron con enorme respeto y mucha atención
nuestras intervenciones. Guardo, en ese sentido, un gratísimo
recuerdo de las últimas estancias en la isla.
Salvador
García es, de nuevo, candidato a la alcaldía de su ciudad, un
Puerto de la Cruz que es una referencia obligada a la hora de hablar
del turismo en este país. En mi etapa al frente del Ministerio de
Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente, tuve oportunidad de
contribuir a la ejecución de un proyecto que, como Playa Jardín, ha
servido para cualificar la oferta del municipio.
El
autor de estos textos ya fue alcalde durante veintisiete días,
suficientes para acreditar que lo iba a hacer bien. Por eso se
apresuraron a censurarle, en uno de los hechos políticos más
insólitos que se registra en la historia del municipalismo español.
Desde la oposición ha seguido trabajando con toda dignidad,
demostrando el amor a su pueblo y el compromiso con su gente.
Esta
publicación recoge algunas de sus más destacadas intervenciones
durante el pasado cuatrienio. Satisface comprobar que hay palabras e
ideas que no deben perderse, por su valor, por su sentido reflexivo.
Con un estilo claro, que es lo esencial para entender mensajes y
contenidos políticos, estas páginas revelan el estilo de un
político y la talla de quien sabe decir las cosas y escribirlas, no
para hacerlas trascendentes sino para que, sencillamente, tengan
sentido y constituyan una referencia de credibilidad”.
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