lunes, 4 de noviembre de 2019

ES TRAMPA; NO DEBERÍA DAR IGUAL


Cinco días de campaña y un debate electoral. Del que se estará hablando, por cierto, hasta la fecha del cierre. Hay un hecho que no debería pasar inadvertido: la propaganda tramposa en redes sociales. Parecía una información más, de esas que proliferan a propósito de las noticias falsas, de las paparruchas que circulan sin control. Pero, una vez detectado el nudo, el algodón de las investigaciones ha dejado pruebas clarividentes de campañas orientadas a la desmovilización de los adversarios de determinada opción política. El método fue ensayado con éxito, en Estados Unidos y Reino Unido, pero, sobre todo, en Trinidad y Tobago, en 2010: se tratata de fomentar la abstención de los rivales haciéndose pasar por colectivos o identidades supuestamente afines. Eso: supuestamente.
Si en el país caribeño, la cuestión, consistente en desmovilizar a los jóvenes, aprovechando su indolencia, funcionó con éxito, aquí en España había que desgranar el descontento, el hartazgo de la sucesión de convocatorías electorales y asuntos colaterales, como la crisis continuada de Catalunya acentuada por la sentencia condenatoria del Tribunal Supremo (TS) y otros como los registros del desempleo y las migraciones. El secreto estaba en la utilización perversa de las redes y propiciar el alejamiento de la política, tener a ésta, poco menos, como una actividad funesta, estéril y hasta perniciosa para la sociedad. La respuesta en Trinidad fue exitosa, como se reflejó en los resultados electorales, claramente influenciados en una de las direcciones que pujaban. La consultora (Cambridge Analytica) ha estado bajo investigación judicial pero lo ocurrido solo sirve para tener presente la experiencia. Es muy grave: con esos métodos se puede influir en el resultado de unos comicios. Hay que ponerse a temblar cuando las encuestas en nuestro país siguen dado un alto porcentaje de indecisos.
Aleix Sanmartín, el gurú electoral del PP, ha negado toda relación con la campaña de uno de sus empleados, Josep Lanuza, para promover la abstención. También ha hecho lo propio el partido de Pablo Casado. En cualquier caso, en las últimas elecciones andaluzas estuvo detrás de una plataforma denominada 'Socialistas por el cambio', que criticaba duramente a Susana Díaz para promover la desmovilización de los votantes del PSOE.
Es preocupante que en la evolución de esta información el episodio más reciente sea que la red social facebook no tomará medidas ante el acopio de páginas falsas que emite mensajes o noticias a favor del partido conservador. Pese a que portavoces de la red coincidden en señalar que no violan sus políticas, lo cierto es que ocho de dichas páginas ya han sido clausuradas. Según el periódico El País, surgieron dudas sobre la determinación del cierre de aquéllas: ¿la hizo facebook o el administrador de quien las contrató?
Lo peor es que la citada red social proclame, poco menos, que es legítimo crear sitios falsos o páginas adulteradas para influir en campañas electorales. ¡Ay, democracia, cuán anchas deben ser esas espaldas para que ahora tengan que aguantar esto! Dicen desde facebook que su única obligación es revelar quién paga ese mensaje para que los usuarios y consumidores de información lo sepan, sin reparar en que esa es una tarea difícil de contrastar y cuya investigación puede llevar meses, bien superada la campaña y hasta la propia jornada electoral.
El asunto, desde luego, no debería pasar desapercibido. Es trampa y no debería dar igual. Y posturas como la de esta red deben ser analizadas y revisadas. Hay mucho en juego. Incluida la manipulación de las redes, su perversión y su pérdida de credibilidad.


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