En una red social apareció días pasados una información que llamaba la atención: el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz suspende el tradicional intercambio carnavalístico con Düsseldorf, ciudad capital del estado federado de Renania Wetsfalia, una iniciativa institucional y empresarial surgida con mucha modestia y mucho voluntarismo, concebida para mejor conocimiento de las peculiaridades carnavaleras, abrir la participación de sus actores y fomentar la promoción turística en un mercado en el que siempre soplaban vientos estables y favorables.
Después de tantos años, casi cincuenta y tres, sin ninguna explicación oficial, detallada y hasta exigible, claro que sorprendía el anuncio, el cual, después de iniciar su circulación en la red, era aclarado: en realidad, lo que se cancelaba era un acto promocional previsto en la ciudad germana después de la festividad de Reyes, nada que ver con la suspensión del hermanamiento. Mala comunicación y malos filtradores, ahí se resume todo.
Hasta algunos dirigentes locales del Partido Popular (PP) se sorprendieron y nos hicieron llegar su desconcierto, trufado de malestar. A fin de cuentas, estamos ante una tradición abierta e instaurada desde el franquismo, consolidada después en los primeros años de la democracia municipal. En ella han participado ediles y representantes de todos los colores: servía para acompañar a la Reina del Carnaval portuense del año anterior y su corte de honor y para corresponder presencialmente a visitas y actos institucionales. La primera parte se desarrollaba en territorio alemán -luego se ampliaría a otras ciudades renanas cercanas a Düsseldorf- y a partir del miércoles de ceniza, en la isla, donde siempre fue consignada una visita a las sedes del Cabildo Insular y del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.
No faltaron desencuentros y criterios dispares en la organización de los actos pero el espíritu de concordia y de proyectar el nombre de la ciudad y de la isla, así como la voluntad de contribuir al brillo de la fiesta carnavalera, superaron los obstáculos y se alcanzaron resultados muy notables desde el punto de vista de las relaciones humanas e institucionales que fortalecieron las estadísticas de afluencia de visitantes procedentes de aquel mercado.
Es más, en marzo de 2003, en el ejercicio activo de la política municipal, promovimos la firma de una declaración conjunta de las alcaldías del Düsseldorf y Puerto de la Cruz que fue aprobada e interpretada como la prueba de una voluntad político-institucional que abarcaba los afanes público y privado para un hecho tan señalado y que ya estaba consolidado en el devenir de las dos localidades. Reproducimos seguidamente el documento -que tiene como anécdota el lugar equivocado de las dos rúbricas- que se conserva en lugar destacado de los dos ayuntamientos.
De manera que nos alegramos de la continuidad de la tradición y del hermanamiento. Lo entendió Lope Afonso, uno de los sucesores en la alcaldía, que junto a Thomas Geisel, en 2015, refrendó el acuerdo. Sería un disparate cancelarlo, dicho con rotundidad. Al contrario, hay que fomentarlo, innovarlo y dimensionarlo adecuadamente. Un poco de imaginación, por favor. Menos inhibición y menos negligencia, aunque utilicen impunemente las redes.
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1 comentario:
Como SIEMPRE- BUEN ARTICULO SR GARCÍA
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