Pues parece que avanzan a buen ritmo los trabajos de restauración del retablo de la iglesia de San Francisco en el Puerto de la Cruz, declarada como bien de interés histórico artístico con la categoría de monumento. Es un templo muy apreciado, construido entre 1599 y 1608 por el almojarife Juan de Texera. Los estudiosos señalan que es la primera edificación civil de la ciudad. Consta de una planta original de una nave y media, ya que la media corresponde a la mitad de la antigua ermita, siendo la parte más antigua de la edificación.
Su interior se divide en varias capillas, todas ellas con sus respectivos retablos y con una cubierta a base de artesonados de madera de par y nudillo. Las capillas son independientes. Cabe hacer una especial mención a los retablos de la familia Nieves Ravelo, los del Cristo de la Humildad y la Paciencia y el de la Inmaculada, todos del siglo XVIII.
La iglesia alberga diversas esculturas y retablos de gran interés, entre las cuales destacan las imágenes del Cristo de la Misericordia, la del Señor de la Humildad y la Paciencia, la de San Juan bautista y la de San Francisco de Asís, todas ellas corresponden al siglo XVII. Asimismo, la iglesia también alberga un crucificado de estilo gótico.
Los trabajos de restauración comenzaron en septiembre de 2024 y la previsible duración de las obras es de nueve meses.
En una somera descripción de la estructura, cabe señalar que el retablo, realizado probablemente en la segunda mitad del siglo XVIII. Consta de tres calles, ático, arbotantes, guardapolvos, cuatro hornacinas y dos vanos de puertas. Está confeccionado con pino canario.
Del estudio polícromo, se desprende que el tono original es blanco, ocre y marrón, lejos de como se ve actualmente, producto de una desafortunada restauración realizada en la década de 1990.
De las intervenciones anteriores, precisamente, hay que consignar la llevada a cabo en la segunda mitad del siglo XIX. Se hace cuando la orden franciscana ya no es titular de la iglesia tras la desamortización de 1835. Entre 1918 y 1938, con la llegada de la congregación de los misioneros del Inmaculado Corazón de María al Puerto se interviene tanto en la estructura como en la policromía.
Luego, en la década de 1990, se interviene en la policromía que rompe totalmente la originalidad del retablo con adición de oro metal y diversos colores totalmente ajenos a su concepción. También se le añaden elementos incoherentes.
En lo que respecta al estado actual, el retablo no se corresponde ni con la técnica, ni estética ni decorativa, que aquél tuvo en su origen.
La intervención, en la que participan Patrimonio del Cabildo, el Obispado y la propia iglesia, implica la recuperación del retablo, intentando acercarlo lo más posible al aspecto original tanto en lo que a la policromía se refiere como en la supresión de los añadidos posteriores, afianzando también la estructura en general.
En una próxima entrada, recordaremos otros aspectos de esta iglesia que sobrevivió milagrosamente a un pavoroso incendio declarado en una ciudadela contigua, permaneció cerrada durante muchos años y fue reabierta al culto con carácter ecuménico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario