Uno de cada cien niños españoles padece
malos tratos en casa, según se consigna en el informe de la Asociación Española
de Pediatría de Atención Primaria. Puede que el dato se quede corto pues, según
esta asociación, solo trascienden entre el 10 y el 15 % de los casos. Las
cifras que maneja ponen de relieve la necesidad de una ley integral de la infancia que sirva para proteger a los menores
de cualquier forma de violencia en el ámbito familiar y para desarrollar
medidas que favorezcan la coordinación de los agentes implicados a quienes, de
paso, conviene formar en aptitudes profesionales.
En
efecto, hay datos muy llamativos: el Registro Unificado de sospecha de Maltrato
Infantil recibió en 2015 un total de 13.818 notificaciones, que pueden
consignar más de una tipología de maltrato. Así, las comunidades comunicaron
17.149 casos de maltrato a menores, de los que 8.726 fueron por negligencia,
4.439 emocionales, 3.297 físicos y 687 abusos sexuales. Ese mismo año fueron
denunciados cerca de 4.000 casos de menores víctimas de malos tratos en el
ámbito familiar, según datos del Ministerio del Interior y, desde 2013, 22
niños han sido asesinados por la violencia intrafamiliar.
La
vicepresidenta primera de la Asociación, Narcisa Palomino, admite que falta
mayor conciencia ante la gravedad del problema, acaso por no ser demasiado
visibles las estadísticas. Eso requiere, según la presidenta, Concepción
Sánchez Pino, una homogeneización de las cifras y unas mejores condiciones de
accesibilidad a los registros dado que estos resultan una herramienta muy útil
para la detección precoz del maltrato infantil.
Habrá
que tomarse en serio este asunto, revisando aquellas imperfecciones que lo
complican. El maltrato físico y psicológico, por no hablar de abusos sexuales,
se convierte en una lacra preocupante que, de no atajarse o erradicar a tiempo,
termina añadiéndose a los problemas sociales que deforman y alteran la
convivencia. Cuando los males están extendidos, será difícil, por no decir
imposible, dar con las soluciones adecuadas. Volvemos a lo de siempre:
educación y civismo como soportes de la imprescindible prevención.
Los
malos tratos en el ámbito intrafamiliar en nuestro país, según la Asociación,
pueden empezar con descuidos o insensibilidad reflejados en formas de vestir y
hasta en malnutrición. Luego pueden sobrevenir males mayores, no solo con las
huellas físicas de los malos tratos sino con las consecuencias psicológicas
como el recelo, la depresión y cuadros de ansiedad. Los pediatras piden que su
parecer sea tenido en cuenta y están en lo cierto. Pueden ser decisivos,
trabajando codo a codo con los padres y con la máxima franqueza, para
reconducir una situación y evitar males mayores.
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