La
semana, pese al festivo, ha sido muy dura desde el punto de vista
circulatorio. Hasta dos horas hubo que emplear el lunes, por ejemplo,
para ir desde el Puerto de la Cruz hasta la capital. Para nosotros es
la habitual cola de las ocho. Pero está también la de las siete.
Miles y miles de coches para las mismas vías. Muchos de ellos, con
el conductor únicamente. Los automovilistas, desesperados utilizando
atajos y desvíos. Una mujer desesperaba el martes en una guagua
porque tenía una citación judicial a las nueve y a esa hora andaba
aún por el padre Anchieta. Seguro que habrá muchos casos como ese,
latitudes norte y sur. Algunos informativos radiofónicos aún
insertan mensajes de sufridores de las carreteras que entremezclan
ironía e indignación. Con el tiempo, los locutores ni los leerán.
La estampa, en fin, ya es cotidiana.
Pues
ha sido el presidente de la Federación de Empresarios de la
Construcción (FEPECO), Óscar Izquierdo, quien, en medio de las
tribulaciones que no cesan, se haya referido al colapso viario de
Tenerife y haya lanzado un mensaje: “Ha llegado el momento de
plantarse y exigir a los políticos responsables que hagan bien su
trabajo. Y si no saben, que se vayan”. Pensar que el problema fue
una de las causas de ruptura de un gobierno y ahi sigue... Los dardos
de queja de Izquierdo son certeros: “Por encima de intereses
personales, partidistas e ideológicos, hay que pensar más en la
gente; si fuera así, no tendríamos colas”.
Se
podrá discrepar del presidente de FEPECO cuando afirma que las
soluciones son más fáciles de lo que los políticos esgrimen como
complicadas pero tiene mucha razón cuando afirma que para salir del
colapso viario nuestro de cada día es necesaria la valentía
política, indispensable para ser eficaces y prácticos, cualidades
que echa en falta.
En
cualquier caso, su mensaje ha sonado rotundo en medio de la
resignación que forma parte del paisaje de Tenerife. Las soluciones
se demoran mientras las carreteras siguen siendo las mismas y aumenta
el parque automovilístico. La ejecución de tales soluciones serán
otra prueba de resiliencia del pueblo tinerfeño. Y hasta que
lleguen, además de aguantar los atascos, habrá que irse informando
para saber cómo desenvolverse. Y habrá que hacer previsiones si hay
que embarcar en un avión o cumplir con el horario de una cita médica
o llegar a tiempo a la clase de las ocho y media.
El
testimonio de Óscar Izquierdo ha servido para quebrar esa
resignación de la que hablamos. Dice que los ciudadanos de Tenerife
“están hasta la coronilla” y no le falta razón: son muchos años
ya con este problema que los gobernantes no han podido o no han
sabido atajar. Que se tenga en cuenta que la solución de ahora debe
ser válida para las próximas décadas. Y que no es cuestión solo
de infraestructuras: otros hábitos, otras alternativas, en
definitiva, otra cultura para el uso del vehículo y del transporte
público o colectivo es indispensable. ¿La veremos? ¿La
practicaremos? Con la resignación de ahora, no, desde luego.
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