La Encuesta de
Condiciones de Vida (ECV), difundida días pasados por el Instituto Nacional de
Estadística (INE), apunta alguna mejoría en casi todos los indicadores de
pobreza.
Cierto que una de
cada cinco personas, aproximadamente el 21,6 % de la población, se encuentra en
situación de pobreza y vive con menos de ocho mil quinientos veintidós euros al
año, frente a los once mil setenta y cuatro que perciben de media el resto de
habitantes; pero los datos de 2017 reflejan que los ingresos medios anuales de
un hogar español experimentan un aumento del 3,1 % respecto al año anterior.
El INE explica que
el concepto riesgo de pobreza mide desigualdad, no pobreza absoluta, o lo que
es igual, cuantas personas tienen menos ingresos que el conjunto de la población.
Según los cálculos hechos en toda Europa, el riesgo de pobreza para los hogares
de una persona se ha fijado en ocho mil quinientos veintidós euros anuales; y
en diecisiete mil ochocientos noventa y seis para los compuestos por dos
adultos y dos menores de catorce años.
Siguiendo las
transmisiones del Campeonato Mundial de Fútbol, cuando tan nutridos se ven los
graderíos de iraníes, colombianos, marroquíes y peruanos, pareciera que sus
países viven en la opulencia y que su clase media-alta puede permitirse los
lujos de acudir a una nación lejana o de otro continente, con muy buenas
ofertas de viaje -un suponer- pero también con un unos niveles suplementarios
de gasto que no estarán al alcance de todos los bolsillos. Independientemente
de que el seleccionado español no despertara mucho entusiasmo, la presencia de
sus seguidores parece inferior a la de los países citados.
Pero bueno, en lo
que estábamos era en el riesgo de pobreza de los españoles. Los registros de la
ECV dejan bien sentado que el 37,3 % de los hogares no puede afrontar gastos
imprevistos; el 34,4 % no puede ir de vacaciones ni una semana al año; el 9,3 %
llega a fin de mes con muchas dificultades y el 7,4 % no puede pagar a tiempo
la hipoteca, el alquiler, el gas, la electricidad o la comunidad, porcentajes
que han disminuido entre uno y cinco puntos.
La conclusión es
que la crisis no se ha ido del todo para un alto porcentaje de ciudadanos. Los
ingresos medios por persona subieron un 3,4 %, razón por la que el riesgo de
pobreza ha descendido en un año siete décimas, lo cual no impide que siga
siendo elevado el número de personas afectadas por ese riesgo.
En definitiva, las
leves mejorías no impiden que para muchas familiares el panorama siga siendo
sombrío. Las circunstancias que concurran son las que influirán en las
expectativas en mayor o menor medida.
Pero que sigue habiendo crisis y que la pobreza
no se aleja, seguro.
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