jueves, 14 de junio de 2018

FORMAS Y VÉRTIGO


Formas y vértigo. Días de acontecimientos que se suceden sin apenas tiempo para digerirlos. Y con estrecheces para encontrar acomodo en el almacén de la memoria. Cierto que se abren debates, especialmente en redes, pero entre radicalismos, descalificaciones, intolerancias e interpretaciones dispares, se evaporan sin mucha productividad. O no son esclarecedores, vaya. 

Pero se pone de relieve que las formas, en política, y en todos los órdenes, recobran importancia. Se dirá que siempre la tuvieron pero no, por múltiples factores, la degradaron y la arrinconaron. Manejar los tiempos es primordial y hay expertos en hacerlo; pero cuando hay hechos sobrevenidos, olvidos, saltos y omisiones, se pierden las formas y queda una estela desagradable.

Y encima, el ritmo. Un exagerado diría: a velocidad supersónica. Casi sin tiempo a discernir. Empiezan a quedar lejos las épocas en que primaba la frase ‘deja eso para mañana’. El caso es que se producen los hechos y se van solapando. Pero hay que tomar decisiones. Que pueden estar condicionadas por antecedentes. Y entonces es cuando debería hacer acto de aparición la coherencia. Que ahorra muchas complicaciones, por cierto, sobre todo cuando se quiere impedir que se alargue la sombra de la sospecha y la agonía de quien se sabe acosado.

Difícil concretarlo, si racha o moda, que, por tanto, terminan desvaneciéndose,  pero los indicios de que, ahora sí, hay una nueva política y un modo distinto de comportarse y hasta de conducirse, están a primera vista.

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