El
coordinador científico del Instituto Volcanológico de Canarias
(Involcan), Nemesio Pérez, valoraba, a partir de una información
aparecida en el diario El País relativa
a la tragedia desatada con la erupción del Volcán del Fuego, en
Guatemala, la importancia que tienen la información y la destreza de
los profesionales del sector turístico en zonas próximas. Teniendo
en cuenta el peso de dicho sector en las islas, que Canarias es la
única zona del territorio nacional con riesgo volcánico y que éste
es ahora mayor que hace cincuenta años -no porque los volcanes estén
revolviendo más nuestro subsuelo sino porque hay un mayor desarrollo
poblacional y socieconómico que entonces y que está expuesto a un
peligro natural conformado por nuestra realidad territorial durante
millones de años- habrá que dedicar especial atención a la
información y a la prevención, como factores primordiales para
saber cómo actuar en determinados supuestos fácticos.
La información
señalaba que alrededor de trescientas personas fueron evacuadas de
un complejo hotelero de lujo apenas dos horas antes de la generación
de flujos piroplásticos que causaron la tragedia. La gerente del
complejo, detalla el relato, se había informado de la situación de
la actividad volcánica por medio de los boletines que periódicamente
difunde el organismo competente responsable de tal actividad en el
país centroamericano. Entonces, con un conocimiento elemental del
comportamiento volcánico y con mucho sentido común, tomó la
iniciativa y ordenó la evacuación. Actuaron a tiempo. Y se
salvaron.
Lo ocurrido hace que
reflexionemos sobre la relación entre la actividad volcánica y la
industria turística. Ya se planteó así en ocasión de un curso
específico para periodistas e informadores que se llevó a cabo
recientemente en la propia sede del Involcan. Algunas conclusiones
que, dadas las circunstancias, convendría tener presentes: por
ejemplo, disponer en los establecimientos turísticos, localizados en
zonas volcánicamente activas, de personas y ejecutivos responsables
que tengan un grado de conocimiento básico del fenómeno volcánico.
Para Nemesio Pérez, eso es un plus.
Se
trata, por consiguiente, de proveer de informes periódicos que
permitan conocer a la sociedad la situación de la actividad así
como el nivel de alerta volcánica. Tales informes, que habrían de
estar al alcance de todos, nativos y visitantes, deben ser difundidos
no solo en el idioma local sino en las lenguas de la mayor parte de
nuestros turistas. El Involcan lleva produciendo un sencillo
informativo gráfico, el Guayota, de
periodicidad semanal, sobre la actividad volcánica en Tenerife, que
aparece en ocho idiomas, coordinado por el Área Tenerife 2030 del
Cabildo Insular.
Pero, a continuación,
es el propio director del citado Instituto el que se pregunta:
¿cuántos responsables de hoteles en la isla imprimen y cuelgan este
sencillo documento informativo en los soportes de comunicación de
sus establecimientos, como así hacen, regularmente, con los partes
meteorológicos? Y no se queda atrás a la hora de cuestionar el
papel de los medios insulares con otra interrogante: ¿cuántos
contribuyen a la divulgación, siquiera en su versión digital?
El debate está servido
después de las consecuencias de las catástrofes vividas en
Guatemala y la que se mantiene en Hawai, un destino turístico, por
cierto, considerado de excelencia. Se ha de valorar todos los
considerandos, de acuerdo, pero parece claro que ni la industria
turística debe permanecer indolente ni el conjunto mediático
canario ha de mirar para el lado de la indiferencia. Si la sociedad
pide a los poderes públicos respuestas para situaciones y problemas,
hay que disponer de unos recursos básicos. Para que los sectores
productivos y los agentes sociales sepan a qué atenerse y cómo
actuar con eficacia y seguridad. Si es verdad eso de que lo que
importa son las personas.
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