Creen empresarios y expertos que España aún tiene margen para
seguir creciendo turísticamente. Eso sí: con dos condiciones. Una, aplicarse en
sustituir el aumento en el número de visitantes por un aumento de los ingresos.
La otra, fijar un rumbo estratégico y ajustarse con rigurosidad, aunque ello
signifique renunciar a un crecimiento acelerado.
En el Foro Hosteltur
2018, celebrado en Madrid el pasado mes de mayo, se palpó la inquietud que
despierta un crecimiento sin control del turismo. La prudencia reaparece cuando
se constata la recuperación de algunos destinos claramente competidores.
Algunos dudan hasta de la sostenibilidad, después de comparar estadísticas y
porcentajes. Son los mismos, probablemente, que se preocupan más por los
ingresos.
Cabe deducirlo de las palabras del vicepresidente de Meliá
Hotels International, Gabriel Escarrer: “Prefiero que España vuelva a los
sesenta y dos millones de turistas pero que nos dejen el volumen de ingresos de
ochenta y dos millones de viajeros. Porque si saltamos a los cien millones de
llegadas, eso no es sostenible y nos va a pasar factura”.
Claro que mantener el crecimiento corresponde a estrategias
que deben elaborar las propias empresas turísticas. Hay que ser consecuentes
con los planes que tracen a largo plazo, establecer los modelos óptimos para
cada caso y no ceder a la tentación de crecimientos que discurran más deprisa
de lo previsto. Ello incide en la evolución de la economía y de las finanzas:
al recuperarse la capacidad de financiación, los fondos inversores centran su
acción en los activos para seguir mejorando la calidad de los hoteles. De lo
que se trata, como concluyeron algunos ejecutivos en el citado Foro, es de
crecer bien, no rápidamente, y mantener las marcas.
Y como hay diversos modelos de crecimiento, habrá que estar
atentos para contrastar cuáles son los más convenientes pues ello repercute en
los destinos y en los productos turísticos que se oferte. Estas impresiones
revelan que es indispensable esmerarse con tal de que la competitividad sea el
gran objetivo. Se avecinan tiempos interesantísimos donde igual ya no importe
tanto contar turistas y llegadas sino racionalizar y acometer las estrategias
con verdadero espíritu de superación si es que se quiere mantener o subir los
ingresos.
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