jueves, 19 de julio de 2018

ACABAR CON EL MACHISMO SUPERLATIVO

En lo que va de año, veintisiete mujeres (más un niño, una niña y un hombre) han sido asesinadas, seis de ellas por hombres no parejas o ex parejas. Las cifras, mejor dicho: la cantidad, aunque solo una fuera, acreditan que el problema de la violencia de género sigue siendo una lacra social. Hay un machismo criminal superlativo: los poderes públicos, la sociedad, no pueden con este fenómeno.

Ahora que la Fundación Grupo Norte (una entidad sin ánimo de lucro, gestionada por un patronato independiente que preside Almudena Fontecha, orientada a la gestión de recursos, proyectos y actividades para la atención a colectivos sensibles o desfavorecidos)) ha dado a conocer la convocatoria de la tercera edición de su Premio de Periodismo contra la Violencia de Género, concebida para distinguir aquellos trabajos que contribuyan a la difusión de valores contra la violencia de género con un tratamiento adecuado; y ahora que menudean los debates en las redes y en los medios sobre el alcance o la dimensión de este tratamiento, resulta interesante reflexionar sobre el papel de medios y periodistas en ese contexto.

La aportación del presidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), Nemesio Rodríguez, es determinante: hay que poner el foco sobre la mujer maltratada en los medios, ha venido a decir. Pero ha recordado también que es indispensable la voluntad política para que el Pacto de Estado contra la Violencia de Género fructifique. De ello se deduce que la unidad de acción es fundamental para contribuir a erradicar este mal de nuestro tiempo.

Tenemos el deber de contribuir a erradicarlo -expuso Rodríguez, durante la presentación de la convocatoria. El papel de la prensa, precisamente, es defender la libertad y la dignidad de la mujer con el fin de conseguir que la propia sociedad se conciencie”.

Lo palpamos prácticamente en cada caso, en cada suceso. Para la ciudadanía, para los consumidores de información, los medios y los profesionales son una fuente primordial, de ahí su “alta responsabilidad pública” a la que se refirió el presidente de la FAPE. Es máxima, pues, la exigencia del rigor en la obtención de la información como en su plasmación: las prisas y los afanes de anticipo no deberían incidir a la hora de transmitir la información de unos hechos siempre dolorosos. Hay que poner el foco sobre la mujer maltratada en los medios, precisamente para protegerla y para rechazar a los maltratadores, un objetivo común de todos los estamentos sociales.

La libertad y la dignidad de la mujer están por encima de todo. Hemos de ser sensibles a esa suerte de axioma. Nemesio Rodríguez ha sido contundente: hay que contribuir a erradicar la violencia del machismo reprobable. Esas cifras son inaceptables.


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