lunes, 23 de julio de 2018

GOBIERNO-AYUNTAMIENTOS: DÍAS DE VINO Y ROSAS

Se las prometen felices en el municipalismo tras la receptividad encontrada por Abel Caballero, presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no solo a título personal e institucional sino en el ámbito de la Comisión Nacional de Administración Local (CNAL). Asignaturas pendientes de difícil aprobación, como son la Regla de gasto y el destino del superávit registrado por las corporaciones locales, parece que han encontrado voluntad política e impulso con el fin de ser superadas.

Así, habrá que estar pendientes de los próximos Presupuestos Generales del Estado (PGE) para comprobar si recogen los cambios que pretenden los municipalistas, basados en la buena gestión de los ayuntamientos que cumplieron en general, aceptablemente, las exigencias del anterior gobierno de la Nación. Se trata, en efecto, de flexibilizar la aplicación de la Regla de gasto.

También interesa, y mucho, qué hacer con el superávit de los ayuntamientos que lo han contabilizado. Igualmente, es cuestión de presupuestos. La FEMP aspiraba a garantizar la continuidad de su destinación como inversiones financieramente sostenibles. Si el Gobierno, como dicen, acoge su pretensión de que desaparezcan las limitaciones, los municipalistas pueden vislumbrar, con fundamento, un horizonte despejado, financieramente hablando, hasta el punto de que el ejecutivo estudiará la posibilidad de que la parte municipal de los programas europeos se financie con cargo al superávit y sin que se compute en la regla de gasto. La demanda de la FEMP, en ese sentido, no es nueva; pero parece que es ahora cuando más posibilidades tiene de ser atendida, de modo que los gobiernos locales se acerquen más a una mejor utilización de los fondos europeos.

La plusvalía es otra de las materias a la que los municipalistas buscan salida después de aquella resolución del Tribunal Constitucional que modificaba sustancialmente algunos criterios inspiradores de este tributo. Se trata de despejar las incertidumbres jurídicas que aún existen. El objetivo es, basándose en un acuerdo unánime de la FEMP, elaborar una nueva norma en consonancia con el espíritu y la letra de esa resolución para luego abordar la compensación que los ayuntamiento esperan como consecuencia de las mermas en la recaudación y de las posibles devaluaciones.

Hasta los PGE, entonces, días de vino y rosas. No olvidemos que el próximo será año electoral y que los apremios se multiplicarán con tal de cumplir o completar ofertas programáticas y actuaciones que vayan atrasadas o se han visto interrumpidas por las razones que sea. Los gobiernos locales, a estas alturas, quieren hechos, más que palabras, pues han de transmitir a los ciudadanos pruebas de que esta gestión sobre la que asientan sus reivindicaciones de mejoras y orientaciones financieras está bien fundamentada. Ayuntamientos estables, en ese sentido, consecuentes con la administración de los recursos a su alcance y realistas con el gasto establecido en su propia presupuestación, son primordiales para constatar el progreso de los municipios.
Para que vayan haciendo números, el Gobierno de Sánchez ya les ha adelantado que los objetivos de Estabilidad Presupuestaria para los gobiernos municipales en el ciclo 2019-21, son el 0,0 % de déficit en los tres ejercicios. Y en cuanto a la deuda, también ha fijado metas: 2,3 % del Producto Interior Bruto (PIB) para 2019; 2,2 % para 2020 y 2,1 % para 2021.

O sea, que desde ahora, señoras y señores ediles, ya saben a qué atenerse.


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