El ejemplo que se suele citar es casi siempre el mismo. José
María Aznar denunció en su día al presidente de la Junta de Castilla y León, el
socialista Demetrio Madrid, por un presunto delito societario. Madrid tuvo que
dimitir. Los tribunales, años después, le dieron la razón. Ya se podía hacer
nada, desde luego, salvo ponderar y exaltar la inocencia del político. Su
partido le premió con una candidatura al Congreso de los Diputados, que ganó.
Era una reparación. Bueno…
Ahora tenemos en las cercanías un caso similar. El que fuera
alcalde de Vilaflor y secretario general de los socialistas de Tenerife, Manuel
Fumero, fue condenado en primera instancia a siete años y seis meses de
inhabilitación para ejercer cargos públicos y a una multa de tres meses con una
cuota diario de doce euros. Al hombre le costó la alcaldía, la candidatura al
Parlamento de Canarias de la que teóricamente iba a formar parte y hasta la
secretaría general insular de su organización. Fumero se retiró con discreción;
ahora la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife
le ha absuelto de los hechos que se le imputaban, prevaricación y usurpación,
por habilitar unos terrenos en suelo rústico como depósito municipal,
aparentemente sin permiso de la sociedad propietaria.
¿Y ahora qué?, se está preguntando todo el mundo, aparte de
la alegría que se habrán llevado el protagonista, los familiares, los
compañeros y los amigos de Fumero. ¿Van a respaldar su inocencia mediante
alguna fórmula reparatoria? ¿Y le quedarán ganas al ex alcalde, vencedor con
mayoría absoluta en los últimos comicios en que intervino, de retornar a la
política y arriesgarse a sus amarguras?
Quede ahí el dilema, superado solo con decisiones personales
y orgánicas. Al menos, a Manuel Fumero los tribunales le han liberado y le han
declarado inocente en los hechos que le atribuían. Quienes le conocemos y
sabemos, primero de su bonhomía; y después, de su compromiso para ejercer sus
responsabilidades públicas ajustándose a las normativas, siempre defensor de
los intereses generales de su pueblo, identificado con el municipalismo más
cercano, hemos de congratularnos por esta resolución judicial absolutoria.
Manuel Fumero, socialista practicante, una persona
íntegra, siempre dialogante y dispuesta a transar soluciones políticas, ni
prevaricó ni usurpó. Así de sencillo. Aunque la noticia no sea de portada ni de
apertura de informativos. Ya se verá si le desagravian.
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