A ver los
dialogantes, todos los que han venido pidiendo y exigiendo diálogo
desde que se enquistó y se convulsionó el proceso independentista
catalán, con qué actitud, con qué talante y con qué
planteamientos de viabilidad llegan al momento ansiado: los
presidentes del Gobierno y de la Generalitat, Pedro Sánchez y Quim
Torra, respectivamente, se encontrarán el próximo lunes en la sede
de La Moncloa.
Hasta
ahora, la fase preliminar conocida -se supone que puede haber otra
elaborada intramuros y sin trascender-, consistente en el intercambio
de mensajes mediáticos y en las declaraciones de intenciones
interesadas, no invita al optimismo. Ambiente muy revuelto y
posiciones catalanas de salida muy rígidas. ¿Harán juego de
piernas unos y otros? Desde luego, mucho se juegan las partes en esta
primera cita: Sánchez arranca en un clima social y político poco
favorable. Es consciente de que el asunto se puede volver muy en
contra, en función de las concesiones que haga, si es que está
predispuesto para ellas. La oposición del centro derecha y de la
derecha extrema esgrimirá, con el discurso que sea, la hipoteca
política y la ruptura de España, como consecuencias arriesgadas. Y
en este contexto, no lo olvidemos, entran en juego las emociones,
incluso las de aquellos que menos motivados o interesados
políticamente se encuentran.
El Gobierno
de Sánchez quiere ofrecer algo concreto para que se aprecie su buena
voluntad, sobre todo en Catalunya. Un plan de inversiones y reformas,
por ejemplo. Un paquete de medidas políticas concretas y
transversales, otro ejemplo, con el que avanzar hacia una convivencia
política y una interrelación interadministrativa lo más
normalizadas posibles. O el compromiso efectivo del porcentaje de
inversión en territorio catalán según el Producto Interior Bruto,
alrededor de un 19 %.
¿Y los
catalanes independentistas, es decir, el Govern, qué ofrece? ¿Sobre
qué quieren dialogar? En sede parlamentaria, Torra ha insistido días
pasados en el derecho de autodeterminación, en cómo culminar el
accidentado proceso. No parece que le importe mucho más, salvo la
libertad de los presos (dijo que no son moneda de cambio) y los
numeritos de imagen y propaganda, allí donde tenga que
escenificarlos, baste contemplar la proliferación de lazos
amarillos. ¿Dirá algo de la televisión autonómica? ¿O eso no se
toca? A ver si la estrategia del todo o nada se flexibiliza.
Por eso, la
entrevista del próximo lunes -ya se verá cómo ultiman las partes
su preparación durante el fin de semana- es, acaso, uno de los actos
políticos más importantes en lo que va de año. Hará mal Torra si
se enroca. La causa soberanista de Catalunya ha ido ganando
antipatías a medida que algunos líderes y cargos políticos han
mostrado su radicalidad y su intransigencia. Les dará igual esta
apreciación y que una gran mayoría de españoles está harta de sus
exigencias con tal de hacer valer sus aspiraciones. Es una buena
ocasión para auscultar el seny. Igual
la cosa queda en tablas y con fijar un calendario de nuevos
encuentros para normalizar se conforman.
No hay comentarios:
Publicar un comentario