Con
muy pocas horas de diferencia entre ambos hechos: el vertido
-admitamos que accidental- de cemento desde una concretera sobre un
acantilado en Martiánez (Puerto de la Cruz); y dos conatos de
incendio en las inmediaciones de la carretera que por el norte
conduce al Parque Nacional del Teide en el término municipal de La
Orotava.
Es
curioso: poco menos que el grito en el cielo a cuenta del sesgo en
informaciones procedentes del Reino Unido que intentan menoscabar el
buen nombre del destino turístico, y apenas unas tímidas reacciones
ante sucesos que ocurren ante nuestros ojos, con evidente impacto,
por cierto, sobre el medio natural.
Somos
así: nos molesta que se falsee la realidad y seamos pasto de
especulaciones periodísticas derivadas de infames prácticas de las
cloacas del negocio, donde habitan operadores indecentes a los que no
importa sembrar el miedo y la confusión con tal de captar unas
cuotas de mercado, pero cuesta ir al núcleo del problema a tratar la
cuestión con toda su crudeza. ¿Será que la dependencia de tales
operadores es de tal magnitud que se prefiere el dejar hacer,
dejar pasar, para molestar lo
menos posible y garantizar las provisiones de los contingentes?
Somos
así: presumimos de isla, de territorio singular, de encantos
naturales, de espacios únicos y luego a duras penas importa su
degradación, siquiera producida por vía accidental en la ejecución
de una adaptación viaria en la línea litoral, precisamente
orientada a su disfrute desde la proximidad. ¿Será que no somos
conscientes del daño que se causa con negligencias o imprevisiones?
Menos mal que, en este caso, las redes sociales se movilizaron para
darle dimensión a la denuncia y forzar una diligente actuación
reparadora. Por cierto, ¿habrá intervenido por fin el Servicio de
Protección de la Naturaleza (SEPRONA), de la Guardia Civil?
Lo
del conato en la zona boscosa de La Orotava es para tomárselo en
serio. Todo da a entender que fue intencionado, lo que demostraría
que hay personas ruines y descerebradas que andan sueltas y que obran
con impunidad. Sin acabar julio, sin haber alcanzado temperaturas
extremas y ya estamos con hechos reprobables que pueden causar daños
colosales. La investigación ya habrá apuntado factores como el
nuevo escenario, la proximidad territorial y el horario.
En
el acantilado y en el monte, por distintas génesis, la isla se ha
visto golpeada en cuestión de horas. Las consecuencias pudieron ser
más dramáticas todavía. Seamos conscientes. Informes policiales
son contundentes: los delitos medioambientales ocupan la cuarta
posición entre las actividades criminales más lucrativas.
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