El análisis que dedicamos la semana pasada a los resultados de la última entrega del Estudio General de Medios (EGM) mereció un intercambio de criterios en la comparecencia radiofónica diaria de José Antonio Pardellas, que se resiste a la jubilación definitiva, no decimos más. Recordarán que llamaba la atención una circunstancia: habían disminuido las audiencias -salvo en el caso de Onda Cero-, incluidas las de las franjas matinales de las grandes cadenas, conducidas por quienes son, desde hace años, comunicadores estelares.
Manolo Herrador, siempre atento a la evolución del medio, terció en la comparecencia con un ángulo crítico: ¿no será -se preguntaba- que los esquemas de esos magacines que ocupan la práctica totalidad de la mañana están muy repetidos y la gente se está cansando de ellos? Y a continuación planteó que se echa de menos una programación más creativa, un espacio mejor elaborado, sustanciado en un guión a ser posible con multiplicidad de voces o testimonios.
Es difícil -pero no imposible- encontrar la alternativa, cuando ganar la audiencia no solo depende de la imaginación, de la audacia o del oportunismo en el tratamiento de los contenidos sino también de las sinergias y de la capacidad para generar recursos publicitarios o de patrocinio. Es una cadena que se retroalimenta: complicado porfiar cuando se trata de innovar, siquiera reciclando métodos y espacios.
La radio de ahora es frescura, agilidad, inmediatez, unidades móviles y cosas por el estilo. Hay que hilar fino para introducir y alternar ritmos más pausados, productos grabados o espacios elaborados con sosiego. Hilar fino primero para acertar después.
En cualquier caso, se puede y se debe intentar. Herrador tiene razón cuando considera que los magacines son muy similares. Cierto: son una fórmula en sí misma, aunque se vista con ropajes distintos. Acordémonos de que la programación en cadena es también una exigencia a tener en cuenta y que solo se nota el sello local en los mensajes publicitarios.
Por eso, cuando se habla de alternativa, estamos pensando más en productos para emisoras de alcance más reducido, insular o local. No solo por la naturaleza de los contenidos sino por su propia elaboración. Hasta la búsqueda de una oferta musical distinta, más atractiva que los éxitos del momento, mejor envuelta y mejor dispuesta, constituye un acicate o un reclamo para mantener el interés del entretenimiento y la compañía.
Alguien estará interpretando que si es una vuelta al pasado lo que se sugiere. Y no: es una alternativa en pos de una radio mejor hecha y más llamativa, desde luego no menos profesional, a poco que el esmero y el rigor sean los ejes sobre los que gire esa opción, que requiere tiempo y confianza, desde luego. Todo lo más: un reciclado bien dotado, a base de estudios, aportaciones originales e impactos. Hoy en día, lo fácil -y lo más cómodo- es una tertulia. O tener localizados a los mismos invitados, cargos públicos sobre todo, para que se sientan comprometidos y no nieguen unos minutos de provechosa comparecencia.
Pues no hay que resignarse, sencillamente. Con dedicación y método, aunque los factores condicionantes sean un hecho, se puede intentar. La alternativa es factible.
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