Pocos
proyectos en el mundo suscitan una controversia de magnitud equis
como la actuación en un secularmente pretendido puerto en el Puerto
de la Cruz. Los sucesivos episodios del culebrón han hecho incrédulo
al personal, una parte del cual estima que sí, que esa es la
solución para un municipio alicaído. La infraestructura, aún en
fase de planificación, está en un bucle. Por lo que se ve,
desenredarlo es muy costoso. Y así como es legítimo y respetable
que los promotores y responsables prosigan en su empeño de ir
desbloqueando supuestas trabas (que no son más que el cumplimiento
de las exigencias legales), deberían entender que la complejidad de
esta actuación requiere la fijación de una posición clara en torno
a las prioridades y la coordinación interadministrativa para que los
avances en la tramitación sean apreciados y terminen de convencer, a
sí mismos, y a ese personal que todavía cree en esto como una
panacea, de la viabilidad de la actuación, sin tener en cuenta la
financiación. Se empeñan algunos en seguir hablando de cruceros,
cuando el curso de los acontecimientos demuestra que la realidad es
otra.
Así,
en una semana en que veíamos cómo hasta el presidente del Cabildo
Insular de La Gomera reivindica, en sede parlamentaria, agilidad para
la ejecución de la infraestructura prevista para Fonsalía, en Guía
de Isora; y cómo el alcalde de Garachico anuncia avances en la
gestión de la dotación de zona comercial y mejoras en la
construcción que transformen la imagen de una actuación inservible,
inútil y casi abandonada, visible por tierra, mar y aire; en esa
semana, decíamos, el proyecto del puerto del Puerto de la Cruz
sufría otro frenazo con la exigencia de la Dirección General de
Costas de contar con una evaluación de impacto ambiental referida a
los terrenos que acogerían el futuro parque marítimo. Luego vienen
las explicaciones: que sí, que no, que solo hemos pactado la parte
marítima, que de la parte terrestre aún no hemos hablado...
Pues
hay que hacerlo. En el seguimiento que hemos hecho sobre el proyecto
de esta actuación, a cierta distancia y elusivo de intervención de
en polémicas estériles, hemos defendido por activa y por pasiva que
el parque marítimo es lo primordial. Que es lo verdaderamente
importante para el desarrollo social y económico del municipio. Que
es lo que puede producir una reactivación y significar un revulsivo.
El parque marítimo tiene que ser a la ciudad lo que el Lago en las
últimas décadas del pasado siglo. Sin embargo, la asignatura ha ido
quedando para otra convocatoria. Ojalá el informe de Costas sirva
para replantear criterios y el propio curso del proyecto, aun cuando
se admita que las aristas de funcionamiento compatible con la
ejecución de obras de envergadura sean complicadas.
Así
que la resolución de Costas tiene su lado positivo. Es en lo que
deberían concentrarse los promotores y responsables si, como dicen,
van a seguir batallando. Mientras tanto, la controversia continúa su
rumbo. Casi es más de lo mismo.
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