Dos
conclusiones relevantes en el informe más reciente de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE):
la tasa de empleo, al terminar 2017, está por encima, un 61, 7 %,
entre la población de 15 a 74 años; los salarios, por contra, se
han estancado, al ser entre 1,5 % y 2% inferior al aumento de
remuneración por hora.
O
sea, más empleo, con niveles similares anteriores a la crisis; pero
con un incremento de la brecha salarial, con lo que podría afirmarse
que los sueldos son los grandes perdedores de la recuperación. La
reducción de los aumentos de la productividad -del 2,3 % de
progresión antes de la crisis se ha pasado al 1,2 %, en tanto que en
algunos países es inferior al 1 %- y, sobre todo, un entorno
económico de baja inflación, son las razones de ese estancamiento
salarial.
El
informe de la OCDE pone de relieve que España no termina de
liberarse de aquellos factores que han incidido en la crisis. Es el
segundo país con más pobres en edad de trabajar. El mercado laboral
sigue siendo muy voluble. Y las posibilidades de recibir una
formación adecuada, al menos en algunos segmentos de empleabilidad,
siguen siendo altas.
España
destaca por ser una de las naciones integradas en la OCDE donde los
salarios reales bajan, según la organización debido a la mala
calidad de los empleos creados tras la crisis. Eso origina que solo
se vea superada por Grecia a la hora de contabilizar el mayor
porcentaje de obres en edad de trabajar. En efecto, siempre según la
misma fuente, un 15, 9 % de los españoles en edad de trabajar tiene
unos ingresos inferiores al 50 % de la media del país, muy cerca del
16 % griego.
Con
cálculos hechos el pasado mes de abril, el elevado nivel de paro en
España -el segundo mas alto de los países miembros- resulta
determinante, pese a las indiscutibles mejoras en los últimos años.
Recordemos, por ejemplo, que a finales de 2014, la tasa de desempleo
llegó a ser del 25, 8 %. El paro se cebó con españoles y españolas
a quienes resulta muy difícil acceder o reingresar en el mercado
laboral. Las ayudas fueron mermando progresivamente. Así, subió
considerablemente la lista de parados de larga duración. Y aumentó
la precariedad. Y el régimen retributivo se desmoronaba.
Las
estadísticas de la OCDE señalan que, entre el último trimestre de
2016 y el de 2017, los salarios reales disminuyeron en nuestro país
un 0,4 %, mientras que en el ámbito de la citada organización, como
conjunto, subieron un 0,6 %.
Esta
brecha de remuneraciones es, acaso, el aspecto más desigual del
informe. Si en la mayor parte de los indicadores de empleo, España
figura en posiciones muy bajas del mundo desarrollado, no ocurre
igual con la brecha salarial entre hombres y mujeres que, en nuestro
país, es del 34 %, 4,5 puntos por debajo del conjunto de la OCDE; ni
tampoco en el nivel del ingresos, donde está, prácticamente, en la
media.
En
definitiva, más empleo y peores salarios que son, en la práctica,
los grandes perdedores en este marco de recuperación. Que sigamos
siendo el segundo país con más pobres en edad de trabajar indica
que aún queda mucho por remar.
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