Las tradiciones se cultivan, se revitalizan, se animan, se
cultivan… Cuando nada de eso se hace o se da, entran en crisis, empobrecen y
corren el riesgo de desaparecer.
Sucede ahora en el Puerto de la Cruz, con unas Fiestas de
Julio que, en el programa anunciador y derivados, llaman ‘grandes’, no se sabe
por qué. Hasta esas magnificencias hacen daño o nada favorece, viendo después
lo que se realiza.
Sucede con la exposición de miniaturas y reproducciones a
escala del muelle que tenía como marco
la pila de la plaza del Charco, con su inmortal y frondosa ñamera como elegante
y vitalista elemento. Este año no hubo y el vacío se notaba. Tanto, que
centenares de personas se acercaban, mostraban su decepción y luego lamentaban
la pérdida de la tradición, posiblemente la ausencia que más críticas ha
generado, por entender que hay hechos consustanciales que si quiebran su
continuidad significan una pérdida considerable. Esta es una más de las que
vienen registrándose en el municipio.
El malestar social, por estas razones, ha sido considerable.
Se nota en las redes, donde circula un escrito explicativo y justificativo del
por qué no se ha acometido este año la exposición. A quien adjetivó las fiestas
con ‘grandes’, ya sabe que esta desaparición las empequeñeció. Hay otras muchas
cosas pero esta, por lo que tiene de creatividad y de sostén tradicional, duele
mucho más.
Una lástima.
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