Pintan
bastos en el Museo Arqueológico Municipal (MAM) del Puerto de la
Cruz. Según el Grupo Municipal de Asamblea Ciudadana Portuense
(ACP), en la oposición, lleva año y medio cerrado, con negras
perspectivas: las dependencias necesitan un reacondicionamiento
(principalmente, el espacio de exposiciones) pero el gobierno local
no parece estar por la labor. Y eso que dispone de consignación
presupuestaria: unos ciento veinte mil euros, en principio destinados
al arreglo de vitrinas y a la mejora interior del inmueble. No han
ejecutado un solo euro, se queja -y con razón- el portavoz de la
ACP.
El
Museo Arqueológico de la ciudad turística es otro recurso, como el
Jardín Botánico, desperdiciado. Y como el Mirador de Ventoso. Lo
peor es la realidad, que no la sensación, de abandono. ¿Volvemos a
escribir que los portuenses, salvo excepciones, han acreditado tener
un escaso apego a sus recursos y valores patrimoniales? Pues
volvemos: los hechos nos dan la razón. Hay que ser más consciente y
más sensibles con ciertos valores. Tanta indolencia, tanta
desidia... Y
eso que, en el caso del Museo, es innegable, tal como enfatiza su
infatigable directora-conservadora, Juana Hernández Suárez, que
fueron parte activa de su génesis, que data de los años setenta del
pasado siglo hasta materializarse en 1991. Hasta tres mil firmas
fueron estampadas para impulsar no la reapertura de una sala de
arqueología, germen de la iniciativa, sino la creación de un nuevo
museo, con propiedades de tal y sede estable, ajustado a las
colecciones de las que se disponía y a los avances culturales y
científicos de la época. Repasando la trayectoria, podría hablarse
de una historia de tenaz empeño popular sustanciada en un atractivo
modelo de proximidad social. La sensibilidad y el entusiasmo de Paco
Afonso, siendo alcalde, fueron determinantes.
Ubicado
en una vieja casona del siglo XIX, adquirida por el Ayuntamiento,
restaurada por el arquitecto José Miguel Márquez, y que da a las
calles San Felipe y Lomo, el Museo Arqueológico Municipal es una de
las dotaciones culturales más importantes de la ciudad y de la isla.
Un Patronato regula e innova sus actividades. Buena parte de los
fondos proceden de donaciones o aportaciones privadas. Celestino
González Padrón, Telesforo Bravo Expósito, la familia Gómez, y
los herederos de Luis Diego Cuscoy son nombres destacados en esa
historia de más de veinticinco años y en sus antecedentes. Hay una
llamativa colección de cerámica aborigen, restos momificados
guanches, utensilios, mapas, maderas, piedras punzones y anzuelos de
hueso. Esa colección constituye la mayor y más representativa
muestra de alfarería guanche de toda la isla. Con los responsables
del Museo nos hemos percatado del celo para investigar en nuestro
pasado más remoto y para conferir al “conservacionismo” aplicado
al arte el valor que realmente entraña.
Pero
lo dicho: pintan bastos para el MAM. Cuando lo visitamos por última
vez en ocasión del Festival
Periplo, no
imaginábamos que la situación fuera tan delicada, hasta el punto de
este cierre sine
die. Es
un museo a la deriva. Se supone que el gobierno local debe dar
explicaciones. No sabemos si será mucho suponer. Como hasta hace
unas semanas iba la biblioteca municipal 'Tomás de Iriarte', cerrada
por la tardes. Suma y sigue. Un centro, el Museo, Arqueológico, que
se ha implicado en la dinamización y desarrollo de la ciudad,
fomentando, sobre todo, la participación social, no merece tanta
desatención. En un comentario anterior ya dijimos que había muchos
surcos, mucha simiente y muchos registros. Pero sufre de ese mal, el
abandono, que cuando se enquista, causa estragos. Y una pena...
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