Las
reclamaciones vienen sucediéndose desde octubre de 2017, cuando
finalizó un período de unos tres tres meses en el que funcionó el
servicio de pediatría, posteriormente suprimido. Por aquellas
fechas, el Sindicato de Médicos de Tenerife diagnosticó: “Sin
solución a medio plazo”. En mayo pasado, en el curso de una
concentración en el exterior del coloquialmente denominado hospital
del norte, fue leído un manifiesto de claro contenido
reivindicativo. Después, hubo debates parlamentarios en los que la
consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias fijó posición: no
hay pediatras para trabajar en las urgencias del centro norteño pero
la atención a los niños de la zona está garantizada. El compromiso
era y es dotar el servicio “en el momento que existan pediatras”.
Meses
después, la cosa sigue igual, tal es así que la senadora popular
Isabel García, por un lado, ha afirmado que la gente sigue sin
respuestas y que estamos ante “una historia de muchos engaños”;
mientras que, por otro, el alcalde de Icod de los Vinos, José Ramón
León, ha declarado que “la comarca permanece lastrada por esta
carencia”. El regidor de la localidad del Drago asegura que no
cejarán en la batería reivindicativa sustanciada en el citado
manifiesto y que tiene como objetivo “mostrar la preocupación por
la situación sanitaria actual y buscar soluciones reales a un
problema que solo ha sido construido a base de promesas incumplidas”.
Y añade tajante: “La situación es insostenible”, dando a
entender que ya se han agotado las explicaciones para “los
ciudadanos que nos preguntan cuándo podrán disponer de un servicio
necesario”. Sin muchas esperanzas que digamos, se atreve con una
expectativa más bien diplomática: “Esperemos que de una vez se
subsanen las graves carencias que en la actualidad tiene el hospital
del norte y que se tome una decisión firme y decidida, con plazos y
dotación presupuestaria, para que sea un auténtico hospital de
segundo nivel”.
Si
nos preguntamos por qué no hay pediatras es porque no aumenta la
formación para esta especialidad en las islas, tomando como
referencia al propio Sindicato de Médicos. Solo veinte pediatras
anuales en el Hospital Universitario de Canarias, el Hospital
Universitario Nuestra Señora de Candelaria y el Materno Infantil, en
Gran Canaria. La oferta de contratos precarios agrava el déficit de
profesionales pues ello ocasiona que muchos especialistas hayan de
trabajar fuera, donde seguro que disponen de mejores condiciones
laborales. Ni los procesos de homologación para admitir el ejercicio
de especialistas de otros países, como nos consta personalmente, han
servido para paliar la carencia.
Pues
este es el panorama desde el puente: la misma demanda mientras van
pasando los meses. Menos mal que la atención a las criaturas está
garantizada y la gente, un suponer, se sentirá aliviada. No hay
pediatras y es probable que siga sin haberlos a corto y medio plazo.
Eso confirma lo que valoramos en su día: si tanto se ha venido
insistiendo en las listas de espera como baldón de la sanidad
pública canaria, la carencia de pediatras no es un problema menor.
Cuando se habla de población específica, unos veintisiete mil niños
de ambos sexos y adolescentes de menos de quince años, se eleva
automáticamente el nivel de preocupación. La necesidad de pediatras
tendría que convertirse en una demanda clamorosa: las iniciativas de
instituciones, entidades y agentes sociales, más o menos
secuenciadas, están sirviendo de muy poco.
¿No
habrá que aguardar a una desgracia, verdad?
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