Cuando arrecian las opiniones y los criterios sobre la ley del “solo sí es sí”, cuando la violencia contra las mujeres periodistas no solo no ha disminuido sino que ha aumentado en los meses de pandemia y en la crisis actual, cuando las encuestas y los testimonios de las que han sufrido acoso así lo demuestran, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) ha hecho un llamamiento para redoblar esfuerzos en la lucha contra la violencia de género. La organización comparte la campaña del Consejo de Género de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) titulada “No estás sola”.
Por supuesto, la situación es especialmente preocupante, no solo
en nuestro país, crispado por las características del clima político, sino en
ámbitos o términos muy extensos, de ahí que la sociedad deba recibir
información veraz sobre la lacra que suponen las amenazas, el acoso y los
atentados contra la salud y la vida de las mujeres. La FAPE ha apelado a
soportes dinamizadores como el Convenio
190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el acoso en el
ámbito laboral, considerado muy positivo en tanto abarca todos los escenarios
en los que las mujeres pueden ser objetivo de violencia y evitan que la
impunidad siga existiendo.
Al mismo tiempo, la Federación recomienda estar cerca de las
profesionales que sufren acoso así como proporcionar medios para detectar las
amenazas antes de que se produzcan sucesos más graves. No podemos obviar que
una de cada dos mujeres periodistas admite que ha sido objeto de acoso sexual,
abuso psicológico, ciberacoso y otras formas de violencia mientras trabaja.
Estos actos de violencia no solo tienen como objetivo intimidar y silenciar a
las mujeres en los medios, sino que sus efectos contribuyen a matar historias y
privar a la sociedad de información, socavando así el pluralismo y el acceso a
la información.
En cuanto al abuso en línea, uno de los aspectos principales de
estos ataques, como se puso de manifiesto en un debate promovido por la FAPE el
pasado mes de octubre, es que tienen género y están sexualizados y, en muchos
casos, se los considera “parte del trabajo”. Pocas mujeres periodistas
denuncian los ataques y en caso de hacerlo, se toman muy pocas medidas.
En efecto, es llamativo que una encuesta de la FIP de 2018
indicase que solo la mitad de las víctimas de abuso en línea (un 53 %)
denunciaron los abusos a la dirección de los medios, a las organizaciones de
periodistas o a la policía. En esta línea, el sindicato británico de
periodistas NUJ ha creado una ‘app’ de seguridad, que puede ser una herramienta
muy positiva para facilitar las denuncias ya que permite que la periodista
amenazada contacte con su empresa, organización e incluso con la policía.
Ninguna mujer periodista debería enfrentar abusos en línea. Y
ninguna debería enfrentarse sola.
En definitiva, la FAPE pide esfuerzos para acabar con la violencia
de género de todas las mujeres y de las periodistas en particular ya que solo
unas profesionales con libertad para informar pueden contribuir a que la
sociedad sea plural y se logren avances en la igualdad. Además, la organización
se compromete a estar cerca de las periodistas que sufran acoso para que se
ponga fin al mismo y se persiga a las personas o colectivos que lo realizan.
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