Siguen
las camareras de piso, las populares 'kellys', con su reivindicación
de mejores condiciones laborales y hasta con amenaza de huelga en
fechas señaladas, cuando los últimos registros del mercado laboral
ponen de manifiesto que no hay forma de reducir la brecha. Al
contrario, es como si el desempleo se cebase con las mujeres: según
las oficinas de los servicios públicos (antiguo INEM), el incremento
del paro del pasado mes de noviembre se elevó a siete mil doscientas
cincuenta y cinco personas, de las que doscientas ochenta y seis son
hombres y seis mil novecientas sesenta y nueve, mujeres, o sea, el 96
%, a cuatro puntos de la totalidad. Estas cifras dejan el paro
femenino en nuestro país en dos millones ocho mil seiscientas
dieciocho personas.
Cifras
que imponen y que revelan la magnitud de la brecha: por cada hombre
sin puesto de trabajo, hay veinticinco mujeres nueves en paro. En un
informe de la central sindical Comisiones Obreras, el nivel de
desempleo de las mujeres en nuestro país se sitúa en un 57,8 %, es
decir, casi dos puntos por encima del registro del año pasado en
esta misma época. En noviembre de 2015, las mujeres en paro
representaban el 54,9 % y en el mismo mes del año 2007, antes de la
gran recesión, eran el 39,8 % del paro registrado. Es lógico que
con estos datos sobre la mesa, la secretaria de Mujeres e Igualdad
del sindicato, Elena Blasco, haya valorado que la brecha de género
en materia de empleo es imparable. “Con estas cifras -afirmó- está
claro que para las mujeres no hay salida de la crisis”.
Su
argumentación se basa en que la precariedad laboral está
caracterizada, entre otras cosas, por la temporalidad. La tendencia
se va prolongando. Y así, el acceso al empleo se complica no porque
sean muchas más las mujeres paradas sino que el empleo que se genera
es para los hombres.
Ello
confirma las conclusiones a las que llega el informe del Consejo
Económico y Social (CES), titulado La participación laboral de
las mujeres en España, entre
las que destaca que éstas se encuentran cada vez más distanciadas
de los hombres en lo que se refiere a mejorar tasas de empleo y
desempleo. El más bajo empleo en las mujeres, según este informe,
repercute en que las tasas de paro resultan, casi sistemáticamente,
más elevadas, lo cual es indicativo de que las mujeres en el mercado
de trabajo se ven afectadas por el paro con mayor frecuencia que los
hombres.
Para el CES, las
condiciones de trabajo son un factor determinante de la participación
laboral de las mujeres en nuestro país. Se habla mucho de la
igualdad efectiva entre mujeres y hombres pero todo da a entender que
sigue siendo un objetivo lejano, pese a los avances que se han ido
produciendo. Tales condiciones se ven agravadas con los tipos de
contratación, con la distribución del tiempo de trabajo durante la
jornada laboral, con los salarios y ocupaciones en los respectivos
sectores de actividad, de modo que, al final, se constata una notable
desventaja en el ejercicio profesional femenino.
No es de extrañar
entonces que la brecha salarial de género en nuestro país se
aproxime al 15 % y que la pensión media de jubilación sea de
setecientos cuarenta y tres euros al mes para las mujeres y de mil
cientos noventa y siete para los hombres.
Lo dicho: la igualdad
parece lejana.
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