miércoles, 27 de diciembre de 2017

UNA INFRAESTRUCTURA CONTROVERTIDA (SIN APROBARSE AÚN)

Nos hemos mantenido a cierta distancia de la actuación de infraestructura marítima en el Puerto de la Cruz, caracterizada por una controversia que se eterniza. Respetamos y hasta hemos apoyado la voluntad o la aspiración secular de un pueblo que quiere contar con un recurso que haga honor al nombre del municipio. Pero ya hemos dicho que no parece la panacea, que deben ser otras las prioridades, que la gestión para materializarla es muy compleja y requiere capacidad, seguridad jurídico-financiera y amplio consenso... A lo largo del presente mandato, se alimentaron -a veces de forma irresponsable- expectativas que van dando paso a frustraciones. Cada vez cuesta más creer en la viabilidad del proyecto. Y, en todo caso,hay que hacer todo los posible para evitar la inutilidad de una inversión millonaria en una infraestructura que puede ser tan insatisfactoria como inutilizable. La más reciente historia de Canarias está bastante llena de ejemplos en ese sentido.
El caso es que todavía la propia planificación suscita dudas, por lo que estamos leyendo. Han hecho bien los grupos de oposición municipal en solicitar un pleno extraordinario para saber cuál es el estado de la cuestión y a dónde conducen las modificaciones de las que se viene hablando en medios y redes sociales. Parece que lo han señalado para la primera decena del próximo mes de enero.
A ver si ahí se despeja la incertidumbre de algo que entrañaba su lógica, al menos desde un punto de vista de orden constructivo: creíamos que se empezaría por el parque marítimo o por la parte terrestre, haciendo las previsiones básicas indispensables, porque es lo que, en teoría, más puede interesar. Ese parque -permitan que rescatemos la oración- tiene que ser a la ciudad lo que el Lago en los años setenta.
El parque -cuyos contenidos habrá que concretar con mucho tino; es imprescindible acertar- es lo que de verdad puede reportar más beneficios, si es que algún día vemos la realización de la actuación. Olvídense de cruceros, ferries y rutas marítimas. Y hasta los propietarios de yates tampoco deben hacerse muchas ilusiones. Lo que importa es el parque, su plan director, sus contenidos. No es ser pesimistas sino realistas.
Pues bien: por lo que se lee, el pretendido parque marítimo habrá de esperar a que se apruebe la segunda fase del Plan de Modernización y Mejora de la Competitividad (PMM). Nueva demora, posiblemente inevitable, en la farragosa tramitación que es lo que a la gente -al menos, la más ansiosa- con este proyecto, desespera, aumentando de paso su incredulidad. Claro: luego está el juego dialéctico, no solo con la defensa de las respectivas posiciones (“el trabajo del Cabildo está hecho, son otras administraciones las que tienen que aprobar lo que se ha aprobado”, ha dicho el presidente Carlos Alonso) sino con la pelota pasando a otros tejados donde realmente se decide, ya se verá con qué ritmo.
Ojalá ese pleno sirva para aclarar las confusiones y las nuevas incógnitas. Acuerdos y concreciones son razones y avances, más que amores.

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