9
de marzo de 1976. Transmitimos, junto a César Fernández-Trujillo,
para Radio Popular de Tenerife, aquel partido, Tenerife-Real Madrid,
ida de octavos de final de la entonces denominada, por última vez,
Copa del Generalísimo. Ganó el Tenerife (2-0), con goles de Antonio
Illán y García-Murcia, ventaja que permitió a los blanquiazules
pasar de ronda, pues en la vuelta, en el Bernabéu, el gol de cabeza
de Santillana resultó insuficiente. Una defensa heroica, encabezada
por el portero navarro Alberto Lanas, fallecido el pasado mes,
propició la gran sorpresa.
Felipe
Mesones era entonces el entrenador del Tenerife, que militaba en
Segunda división. Nacido en Buenos Aires, como futbolista destacó
en dos equipos de postín, Boca Juniors y San Lorenzo de Almagro.
Jugaba de extremo derecha. Llegó a la isla, con buena fama,
procedente del Real Murcia, al que había ascendido de categoría en
el ejercicio 1972-73. Falleció el viernes, en Murcia, a los 81 años.
Mesones
tenía una personalidad caracterizada por la seriedad. Le costaba
sonreír. Era seco en sus expresiones pero muy respetado. Recordamos
a Alvaro Castañeda recomendando que preguntáramos los primeros, por
si acaso Mesones respondiera de forma inapropiada, hecho que no
ocurría pues mantenía las formas. También lo hizo al final del
aludido encuentro en el coliseo madridista, cuando reconoció que el
presidente, Julio Santaella Benítez, Colo, había prometido cien mil
pesetas por barba si el equipo pasaba la eliminatoria.
En
aquella temporada, 1975-76, el Tenerife se clasificó en séptima
posición, con catorce partidos ganados. En algunos momentos de la
competición, coqueteó en los puestos de ascenso, pero primó la
irregularidad en confrontaciones decisivas y al final no pudo ser.
El
temperamento de Mesones se contrastaba en algunos momentos que sus
jugadores aceptaban disciplinadamente. Recordamos uno de ellos, en
los últimos minutos de un Tenerife-Valladolid de manifiesta
incertidumbre. La escena, contemplada desde el foso de transmisiones
de Radio Popular, muy cercano al de suplentes del equipo local, fue
la siguiente: todos pidiendo la hora cuando Gilberto I quiere jugar
de tacón en el centro del campo y gana la posesión el rival que
dispone un contrataque, por fortuna sin efectividad. Mesones, desde
el banquillo, con gestos y silbidos, reclama al extremo que se
acerque. Cuando Gilberto I se aproximó, el técnico espetó:
“¡Váyase a la mierda!”.
Felipe
Mesones prosiguió su carrera en otros clubes. Desde aquí se marchó
al Elche. Luego continuó en el Hércules, Salamanca, Valladolid y
Cartagena. Volvió al Murcia, pasó por Jerez y Granada. Se
convirtió, pues, en un clásico de los banquillos españoles. En su
haber, tres ascensos a Primera división y unas cuantas promociones
en distintas categorías. Una reflexión suya, ya retirado, es muy
llamativa: “La competitividad está en la vida y a todos nos gusta
el triunfo, pero no se hunde el mundo cuando se pierde”.
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