martes, 26 de diciembre de 2017

LA OTRA CARA (SANITARIA) DE CATALUNYA

Que no es solo el turismo, oigan, uno de los grandes perjudicados con el proceso independentista en Catalunya. Otros sectores, como la sanidad, han sufrido las consecuencias de un hecho que se fue de las manos a los mentores y ejecutores hasta conducirlo a un callejón del que no se sale ni con elecciones.
Todos los informes sobre previsiones económicas, tanto para España como para la comunidad autónoma catalana, condicionan su cumplimiento a la evolución del proceso. Donde priman la inestabilidad y la incertidumbre, ya se sabe: difícil ganar confianza, imposible hacer planes a medio y largo plazo. Hoy en día, los responsables de la salida de empresas y entidades financieras de Catalunya se sentirán tranquilos o mínimamente reconfortados. Seguro que han evitado males mayores.
Pero, vayamos a los datos sanitarios, que son muy reveladores. Resulta que Catalunya ha sufrido los mayores recortes sanitarios que se recuerdan. Durante los gobiernos de Artur Mas, la sanidad catalana perdió dos mil cuatrocientos profesionales y mil cien camas hospitalarias. Según un estudio específico elaborado por la Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales, en la comunidad autónoma de Catalunya, entre 2009 y 2015, en plena recesión, fue donde más disminuyó el gasto social, en total más de un 26 %. El informe constata una reducción de cinco mil quinientos treinta y ocho millones de euros en las partidas sociales catalanas.
Recordemos que entre las medidas adoptadas entonces se consignan el cierre de quirófanos por las tardes, la reducción de atención en centros de asistencia primaria y la supresión de puntos de acción continuada en algunas localidades. Por si fuera poco, no se cubrían las bajas y plantas enteras de hospitales eran clausuradas para reducir gastos de personal. No era difícil vislumbrar las consecuencias: las calles se llenaron de manifestaciones y exteriorización de protestas. Pero el proceso continuaba, importaba más... Hasta que estalló el caso Innova, otro foco de corrupción política. El presidente Mas hubo de recurrir a la fórmula mágica de las privatizaciones hospitalarias para intentar escapar. Pero los daños ya escocían, hasta el punto de generar una movilización social sin precedentes.
Y así, con los sobresaltos que han ido caracterizando todo el proceso, ha ido discurriendo este viaje a ninguna parte, con el que se han tapado no pocas realidades de la vida común catalana. Un viaje de muy incierto final para una sociedad fracturada que empieza a sufrir las estrecheces. Cuando las tribulaciones sociales se padecen con la alimentación o la asistencia sanitaria, toda mala situación tiende a empeorar.
A saber lo que se avecina.

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