Hay dos referencias de Gregorio Dorta en la
memoria personal. Una tiene que ver directamente con la práctica del deporte.
La otra, con la comunicación deportiva que durante un tiempo desarrollamos
conjuntamente.
Dorta es alto. Esa estatura le convertía en un privilegiado
para jugar a baloncesto. En el instituto le animaban sus compañeros, sobre
todo, a superar la lentitud en los movimientos del “centro” o del ‘5’, una
circunstancia natural en casi todos los que ocupan esa posición. Pero le estimulaban
también a ser más duro, a emplear más los codos, a desenvolverse en la zona -en
“la llave” se decía entonces- sorteando el poderío o las artimañas de los
adversarios. Porque Goyo era alto pero también blando. Forzaba muchas
personales pero recibía mucha “leña”.
Y con esos perfiles descubrimos un jugador, un pivot, allá a
principios de los años setenta. Debieron ser las penúltimas opciones del
baloncesto local que pugnaba por contar con un patrocinador estable y disponer
de una cancha propia mientras habría de conformarse con jugar en el habilitado
parque San Francisco. Goyo era “el Romay” de aquel Ucanca redivivo. Le llovían
golpes, manotazos y empujones; pero solía terminar con un buen índice anotador.
Era proclive a la desmoralización cuando las cosas no le salían bien pero se
animaba a medida que los entrenadores o los espectadores le “picaban”.
La otra referencia es la de la información deportiva.
Residenciado en La Vera, se incorporó al equipo de corresponsales de Radio
Popular de Tenerife (COPE) que prestó una formidable cobertura al deporte
provincial durante varias temporadas. El Vera se codeaba entonces en las
primeras categorías del fútbol regional y su equipo de juveniles atravesó
también una fecunda etapa de producción de futbolistas. Ahí estaba Gregorio Dorta, puntual
cada fin de semana, esmerándose por enriquecer la actualidad de los deportistas
de aquel barrio enclavado en el centro del valle.
En esta segunda faceta, fue atesorando experiencia hasta el
punto de que sus más allegados, con esa tendencia a colocar motes que tienen
los portuenses, le bautizaron como ‘Parrado’, en alusión al periodista
deportivo que se inició con José María García en Hora 25. Se acercó al C.D. Puerto Cruz, cuando éste aún competía
con los grandes; al Puerto Cruz de balonmano que llegó a militar en la División
de Honor jugando en el pabellón ‘Díaz Molina’ después de un codicioso ascenso;
al Martiánez de waterpolo que hacía frente a los poderosos equipos catalanes; a
la lucha canaria; a los juveniles nacionales y a los Marlins de béisbol,
campeones de Europa aunque mucha gente aún no lo sepa.
En varias emisoras de radio está el sello de Gregorio Dorta.
Informaciones en directo, aunque fuera a horas intempestivas, utilizando la
primera cabina al alcance y luego las modernas tecnologías que tanto han
facilitado el trabajo de quienes habían de moverse en los ámbitos modestos o
minoritarios del deporte. Transmisiones,
crónicas telefónicas, impresiones sobre el terreno y grabaciones con prisas o
en condiciones de cierta tensión se acumulan el bagaje de producción
informativa de alguien al que sobrevino la vocación desde su propia práctica
baloncestística.
Pero resulta que Dorta tiene también su inquietud por la escritura. Ahí donde
le ven tienen a un lector empedernido, a alguien movido por sentimientos de
búsqueda de valores en los libros que le han ido cautivando. Es una vena que ha
ido fluyendo, que ha mantenido casi en secreto y que ahora, cuando aflora,
revela sin alardes la voluntad de dar un paso, mejor dicho, un salto en su
propio quehacer. Se empeñó en un libro y aquí está.
Escribe cuentos, le gusta el género. Sus vivencias, en las
canchas y en las gradas o las cabinas de los recintos deportivos, desde donde
informaba, son su fuente de inspiración. Aunque no es la única, como el lector
comprobará. Incursionó con su propio sitio ‘web’, buscó soportes fotográficos.
Llevaba un par de años rumiando con un volumen modesto que proyectara esa vena
y la escritura que ha ido modulando con ilusión y con ganas de no defraudar.
Las
historias relatadas por Gregorio
Dorta Martín inmediatamente hacen que el lector saque dos
primeras conclusiones: su afición al fútbol, deporte al que dedica nueve
narraciones; y por la escritura, que el propio autor recalca que es una pasión
que surgió en su infancia.
Aunque
nacido en La Orotava, ha estado más vinculado a la ciudad de Puerto de la Cruz,
en la que enmarca muchos de sus relatos, que describen el pasado de la ciudad
turística, sus rincones, olores y
paisaje, y en los que tienen un espacio especial numerosos vecinos de
este municipio norteño, a los que el escritor hace un emotivo homenaje en cada
una de las líneas que escribe sobre ellos.
Las
narraciones surgen de los recuerdos amontonados desde su más tierna infancia,
sobre todo las relacionadas con el deporte ‘rey’. En esos cuentos, el autor
destaca los aspectos positivos del deporte como la honradez, el compañerismo,
la perseverancia, la amistad, el esfuerzo, la dedicación, la superación y la
colaboración entre otros.
En
sus escritos, Gregorio Dorta se empeña una y otra vez en destacar las buenas
acciones y comportamientos de los protagonistas de sus historias, acaso para
demostrar que esos valores existen, aunque en el deporte de élite casi hayan
desaparecido.
Al
margen del futbol, el autor también aborda temas tan importantes para la
sociedad en su conjunto como la inmigración, la educación o la defensa del
medio ambiente.
Dorta,
a propósito, se pone al lado de los valores humanos al hablar del rechazo al
diferente. En el cuento titulado El cangrego diferente, una vez más da
una lección de humanidad al criticar la crueldad con los inmigrantes, en clara
alusión a las personas que llegaron en patera a Canarias, sobre todo antes de
la crisis económica, con la única
intención de buscar una vida mejor para ellos y sus familias. Deja vislumbrar
la débil memoria de los españoles, especialmente de los canarios, al hacer mención a la tradición emigrante de
la población isleña, que abandonaban su tierra para buscar también una mejor
vida, una aspiración tan legítima para unos como para otros.
En
el relato ‘Don Benjamín Afonso, mi primer maestro’, el autor rememora la
importancia de la enseñanza y la educación, pero sobre todo de los docentes.
Subraya la motivación de los alumnos para que aprendan no sólo los conceptos
académicos sino también los valores humanos, algo que se capta en cada una de
las historias.
En Guanajo también alude a un asunto muy
candente en los últimos meses en Canarias: la oposición a las prospecciones
petrolíferas y la defensa del medio ambiente, esta vez de la mano de su hijo
pequeño y de las reflexiones de éste ante la tragedia del ‘Prestige’, cuyo
hundimiento, en noviembre de 2002, generó una marea negra que afectó
especialmente a las costas gallegas. “Que la mancha no llegue a Canarias”, es
la petición que hace su hijo de nueve años en su carta a los Reyes Magos, una solicitud que sirve de excusa al autor
para alertar de las consecuencias medioambientales y económicas que supondría
para Canarias un desastre similar en las aguas de su entorno.
El
amor es otro de los sentimientos que impregnan esta obra; el amor por el otro, pero sobre todo el amor
por la ciudad de Puerto de la Cruz, de la que describe rincones como el Parque
Taoro o la playa de San Telmo a través de los recuerdos de su juventud. Añoranzas
que fija en estos espacios, con una visión de su pasado y su presente. A pesar de los cambios
experimentados por la ciudad en su conjunto, el autor sigue apreciando esos
lugares como zonas mágicas y especialmente bellas.
En
definitiva, Guanajo es la síntesis
las vivencias de un hombre bueno al que estimulaban de joven para que impusiera
la autoridad de su estatura bajo los tableros y al que cariñosamente llamaban
‘Parrado’ cuando se consolidó como informador deportivo. Sus impresiones se
desgranan con sencillez, la cualidad de la que humanamente también puede
presumir.
Se
empeñó en publicar y ya lo ha hecho. Gregorio Dorta quería contar. Sus cosas, sus
impresiones. Y ya lo ha hecho. En cierto modo, es el relato de su vida.
N. del A.- Texto del prólogo del libro 'Guanajo' (Letrame.com), original de Gregorio Dorta Martín, presentado ayer en La Ranilla Espacio Cultural, Puerto de la Cruz).
N. del A.- Texto del prólogo del libro 'Guanajo' (Letrame.com), original de Gregorio Dorta Martín, presentado ayer en La Ranilla Espacio Cultural, Puerto de la Cruz).
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