El
año que se agota comenzó, radiofónicamente hablando, con el apagón
de la frecuencia modulada (FM) en Noruega, considerado como un hito
en la historia del medio: en realidad, se abría una nueva era, el
salto a la tecnología digital. Se empezaba en el país nórdico a
escribir la radio del futuro. No es que desapareciera la radio:
continuaba viva, latente; eso sí, con un nuevo modelo de negocio
fraguándose y con horizontes muy abiertos para revisar a fondo
algunos esquemas e incorporar opciones aptas para enriquecer
contenidos, captar audiencias y sacudir el mercado publicitario. Los
radiooyentes noruegos, desde entonces, fieles al medio, siguen
demostrándolo sintonizando los programas tanto de la radio pública
como de las emisoras privadas a través de otros dispositivos que
funcionan digitalmente.
El
fenómeno noruego es una prueba más de que la radio sabe renovarse.
La han dado por muerta en varias ocasiones a lo largo de las últimas
décadas. El mismo paso de la onda media a la frecuencia modulada
tuvo en su día una difícil aceptación pero luego se comprobó que,
independientemente de la calidad auditiva, las posibilidades eran
inmensas tanto para las grandes cadenas como para emisoras de mediano
y pequeño porte. Pero ni la televisión ni internet ni siquiera los
periódicos digitales acabaron con un medio de comunicación
universal que remontó crisis, conoció épocas de esplendor y
desempeñó un papel fundamental en acontecimientos históricos,
catástrofes y emergencias.
La
radio sigue moviéndose y ahora migra desde sus modalidades
convencionales al ámbito digital. Eso sí: debe ser consciente de
que esta emisión es más costosa y requiere equipos técnicos que
quizás resulten, al menos inicialmente, más gravosos para emisoras
pequeñas y las llamadas 'alternativas-libres' o comunitarias. Las
consecuencias son fáciles de vislumbrar: el riesgo de que las
grandes cadenas acaparen todo el espacio, en tanto que emisoras de
menor empaque, aún con mayor capacidad de experimentación,
creatividad y riesgo, se vean desplazadas o bastante limitadas en sus
propósitos de expansión. Tendrán que idear sus mentores fórmulas
asociativas para subsistir y competir pues el paso es determinante:
se suprime la recepción de distribución por ondas para alcanzar un
modelo digital en el que, además de las emisoras de siempre, también
están las radios on line. El
cambio, desde luego, es significativo y todo da a entender que hay
que subirse a ese tren.
Y
hemos de estar atentos, por supuesto, a la evolución del medio en
nuestro país. En el decimoquinto Foro de la Asociación Innovación
Audiovisual, celebrado en Madrid el pasado mes de enero, convocado
para promover la formación, el debate y la investigación de nuevos
medios de comunicación, se trató del asunto. Ya se conocen las
opiniones de algunos expertos, como la del catedrático de la
Universidad Pontificia de Salamanca, Luis Miguel Pedrero, quien
estima que ya hay “apuestas decididas en distintas emisoras”
después de una “reacción recelosa y escéptica” a la migración
de la radio al ámbito digital. Insiste el profesor Pedrero en la
relevancia que entrañan estos cambios para revisar el modelo de
negocio con solidez y fundamento.
Aunque
la transición sea lenta, pensemos ya en escenarios y usos futuros,
hasta el punto de que el propio Pedrero señala que “ahora, la
radio primero se ve y luego se escucha”. Está señalando, claro,
el camino de la incorporación de los contenidos visuales a la
transmisión, orientado a la captación de audiencias, sobre todo,
juveniles. En ese sentido, hay que tener presentes las aplicaciones
de radio en dispositivos móviles, con más incorporaciones de
servicios que la mera escucha, ya que el usuario, independientemente
de las notificaciones, tiene un contenido de imagen y texto que
amplía el sonido.
El
consumo de radio personalizado, a la vista del éxito de los
'podcast' (distribución de archivos multimedia mediante un sistema
de radiodifusión, es otra de las opciones o tendencias que
caracterizan la radio del futuro. Que ya está aquí, por cierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario