En
la Feria IBTM World de Barcelona de estas fechas, se ha hablado con
preocupación de dos hechos: por una parte, de la disminución de
visitantes a Catalunya tras el referéndum del pasado octubre,
cifrada en un 4,7 %, según el Instituto Nacional de Estadística
(INE), la mayor caída desde 2011; y por otra, de los factores que, a
escala universal, amenazan el concepto de turismo MICE, un acrónimo
en inglés, que engloba reuniones, incentivos, congresos y
exposiciones, es decir, se trata de aquel viaje que agrupa a varias
personas (por lo general, más de nueve) que se reúnen en un mismo
lugar para asistir a un evento de índole social o empresarial.
Esta
modalidad turística (hasta hace unos años conocida en el argot
simplemente como 'turismo de congresos') es directamente beneficiosa
para los empresarios cuyos servicios han sido contratados para acoger
la convocatoria correspondiente. Pero con ella también salen ganando
otros sectores productivos como los transportes (taxis,
principalmente), restauradores, tiendas y comercios, espectáculos y
derivados. El destino escogido sale ganando, desde luego, pues se
proyecta y se da a conocer entre quienes no lo conocían. Si la
impresión es buena, estamos en la antesala de viajes posteriores, si
se quiere, más lúdicos o vacacionales. Algunos expertos coinciden
en señalar que el turismo MICE desempeña un papel importante en la
desestacionalización de la demanda, un hecho primordial para el
desarrollo de una industria turística rentable y sostenible, con
teóricos efectos positivos para la creación de empleo estable o de
larga duración.
Los
datos de Catalunya servirán para que los catalanes, de nuevo
convocados a las urnas, reflexionen sobre las consecuencias de las
aventuras y de las irresponsabilidades. Se trata de un descenso
notable: hasta octubre, habían visitado esa comunidad 17,2 millones
de turistas, un 6,6% más que el año anterior.
Y
en cuanto a los factores amenazantes para el segmento MICE, el sector
turístico los contempla con inquietud. Se trata del proteccionismo
impuesto por las políticas del presidente USA, Donald Trump; del
aislacionismo, derivado de la salida del Reino Unido de la Unión
Europea; y del terrorismo, en cualquiera de sus métodos, casi
siempre a la sombra del Estado Islámico. Ahí tenemos el más
reciente ejemplo de Egipto, cuando empezaba a asomar la cabeza,
turísticamente hablando.
El
autor del informe anual de tendencias y perspectivas presentado en la
Feria de Barcelona, Rob Davidson, ha sido tajante en sus
conclusiones: el turismo marcha, el crecimiento de algunos países,
como España, es indiscutible; pero las sombras del proteccionismo
norteamericano se ciernen sobre el ciclo de expansión económica.
Estados Unidos, en su opinión, ya no es un país tan abierto,
teniendo en cuenta sus políticas de acceso y de migración. Otro
tanto puede decirse del Reino Unido tras la consumación del
'brexit'. Según explica Rob Davidson, el auge del proteccionismo y
el aislacionismo “representa lo contrario a la filosofía del
turismo de reuniones”.
Hay,
no obstante, perspectivas optimistas: los viajes de incentivos han
consolidado la recuperación advertida en 2016 y las convocatorias o
encuentros 'cara a cara' recuperan posiciones frente a las
discusiones on line (ordenadores,
telemática y videoconferencias) que se habían consolidado.
En
fin, datos y tendencias que siguen situando al turismo en un
primerísimo plano de interés. Veremos cómo se desenvuelve en 2018.
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