Que se sepa, solo el presidente del Cabildo Insular de
Fuerteventura, Marcial Morales, ha alzado su voz en demanda de explicaciones
por las explosiones sónicas detectados por buceadores profesionales en aguas
majoreras, tanto frente a Las Salinas como Puerto del Carmen.
Es, cuando menos, extraño. El hecho inspira curiosidad. Pero
en las islas, ya se sabe, depende de lo que se airee un asunto de esta
naturaleza, en medios y en otros foros, para que termine calando en la
población, para que ésta se interese de verdad. Teóricamente, con los
antecedentes obrantes, debería haber despertado más atracción y hasta algún
grupo político podía haber hecho bandera. A ver hasta dónde se llega. Pero si
ni siquiera las cianobacterias del pasado verano en varias islas fueron más
allá de algunas denuncias mediáticas y de algunas muy respetables explicaciones
científicas -se supone que alguien, en alguna administración competente, las
tendrá en cuenta-, tampoco debe asombrar que las explosiones, de origen
desconocido, se hayan evaporado en las profundidades abisales.
Solo Morales se ha preguntado qué pasa aquí. “No queremos ni
pensar que esto sea cierto o esté vinculado al petróleo”, en referencia a las
pretendidas prospecciones petrolíferas de una compañía, frenadas como consecuencia
de la movilización de la sociedad canaria que expresó su disconformidad,
postura que compartió con el gobierno autónomo entonces presidido por Paulino
Rivero.
Pero, claro: la interrogante del dirigente majorero suena
inquietante, a la espera de alguna respuesta. ¿Tiene conocimiento el Gobierno
de España de que se está desarrollando una actividad vinculada a la extracción
de hidrocarburos en aguas canarias? Claro que sería muy delicado en cualquiera
de las dos opciones, afirmativa o negativa.
En el Cabildo Insular de Fuerteventura promovían requerir del
Gobierno presidido por Mariano Rajoy una información precisa. Pero que no se
engañen en Maxorata: bastante ocupados andan en el ejecutivo con lo de
Catalunya. De todos modos, a la vista de la pasividad política y social
advertida, sería bueno insistir: no puede ocurrir que ahí debajo, en los fondos
del Atlántico, cerca de los peñascos, estén apreciando explosiones y se
desconozca el origen. ¿O también olvidaron el refrán, más vale prevenir que
curar?
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