El
Puerto de la Cruz de 1987 se preparaba para despedir el año y
recibir el nuevo “en medio de un gran ambiente”. El Día y
Diario de Avisos coincidían
prácticamente en esta apreciación en sus páginas de entonces. Los
últimos días de diciembre de hace treinta años habían sido muy
animados, con noticias de distinto signo: los periódicos las
recogían y hoy las recordamos, acaso para contrastar las
diferencias.
El
Puerto dio la bienvenida a Canarias, en 1988, con las campanadas de
la torre de la iglesia de la Peña de Francia, transmitidas por
Televisión Española en Canarias. El caso es que llovió -en fases,
con alguna intensidad- y ello atenuó la brillantez de la fiesta que
el municipio dispensó al acontecimiento. A pesar de ello, “el
ambiente que registró la ciudad turística fue excepcional”,
publicaba Diario de Avisos.
Las plazas del Charco y de la Iglesia acogieron riadas humanas “en
las que se confundían turistas y nativos en una de las celebraciones
más singulares que se recuerdan”. Más detalles de la crónica de
entonces: “En el costado sur de la plaza del Charco, las orquestas
'Acapulco' y 'Taoro' comenzaron a animar el ambiente. La feria de
atracciones instalada junto al refugio pesquero era un hervidero
humano. En los alrededores de la plaza de la Iglesia, la
concentración se intensificaba a medida que avanzaban las manecillas
del reloj... Las ganas de diversión superaban a las de refugiarse.
Así que a eso de las once y media de la noche, el costado sur
empieza a “debilitarse” porque la gente inunda el único canal
del paseo Quintana y se lanza en busca de la plaza de la Iglesia. El
gentío tiene que detenerse a la altura de Agustín de Bethencourt”.
Ya no es una “posma” lo que cae: llueve con más fuerza... En
zaguanes atestados, consumieron los últimos minutos del año gentes
de toda condición venidas de muchas localidades de la isla. Los más
desenfadado, los turistas, muchos de ellos en sorprendentes mangas de
camisa...”.
La
reseña continuaba: “Dejó de llover antes de las doce y renació
la alegría. Brindis con botellas y uvas en bolsas plásticas que los
más previsores llevaron en bolsos y abrigos. Cuando faltaban cinco
minutos, suenan algunos cañones. Se supone que en ese momento
comenzaba la transmisión televisada. Quintana está completamente
atestado. Besos y abrazos sellan la llegada del nuevo año. El
griterío es ensordecedor pero no se oyen las campanadas. Los
“fuegos” iluminan la noche portuense, despiertan a más de un
crío y dan la bienvenida al 88”.
En
la unidad móvil de TVEC, el realizador Francisco Colombo recibía
las primeras impresiones de la transmisión. Parece que, en previsión
de que lloviera, el día anterior hicieron una grabación que estuvo
a punto de ser emitida. En las primeras de la madrugada, el año
recién estrenado obsequiaba lluvia constante. “Callaron las
orquestas... Se mancharon los trajes brillantes y otros apretaron sus
pajaritas... Los marchosos improvisaron el lugar en donde completar
la fiesta, ya bajo techo... Alguno agradeció que los altavoces
enmudecieran... [El Puerto], pese a la contigencia, salió airoso”,
podía leerse.
Los
días previos al último de 1987 tuvieron de todo. La Universidad
Popular Municipal 'Francisco Afonso' convocaba su primer certamen
artístico. La prensa informaba de que solo La Laguna y el Puerto de
la Cruz disponían de laboratorio municipal de higiene. Momo Marrero
avanzaba en su carrera artística con otro desfile. La baloncestista
soviética Uliana Semenova (2.13) se alojaban en el hotel 'Maritim'.
El día de los Santos Inocentes el hotel 'Don Manolito', en las
cercanías de El Peñón, sufría un aparatoso incendio que causó
daños materiales de importancia. El Instituto de Estudios Hispánicos
de Canarias (IEHC) anunciaba un ciclo jurídico y a la vez la
reanudación de la Tertulia Iriarte, mientras continuaban las obras
de restauración de la iglesia de San Francisco, cerrada al culto
desde hacía bastantes años.
Otra
obra, la de un estanque para tiburones o cetáceos, avanzaba en el
interior de Loro Parque. Se abría la urbanización de la expansión
de La Vera. La firma turística 'Thomson' entregaba sus distinciones
a varios establecimientos alojativos. Se anunciaba la llegada para
enero de dos relevantes políticos venezolanos, los ex presidentes
Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez. Finalmente, el brillante
jurista español, entonces presidente del Consejo General de la
Abogacía Española y senador por designación real en 1977, Antonio
Pedrol Rius, plantaba un papayero en el hotel Botánico.
Como
puede apreciarse, un final de año ciertamente animado.
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