¿Sabía
usted que ayer había elecciones municipales en Venezuela? Intuimos
que el porcentaje de quienes lo desconocían es superior al de
quienes están al tanto de lo que ocurre en el país hermano.
Curioso: hace unos meses casi seguíamos en directo un ambiente
'guerracivilista', los luctuosos sucesos previos a un proceso
constituyente que, en realidad, camuflaba un auténtico golpe de
Estado. Vimos a soldados disparar contra jóvenes que protestaban
mientras un helicóptero lanzaba descargas sobre edificios de Caracas
y unos disidentes robaban armamento en uno de los acuartelamientos
más importantes del país; mientras la Fiscal General de la
República denunciaba, inútilmente, irregularidades de todo tipo, un
coronel empujaba al presidente del Congreso en su propia sede
institucional, los jueces pedían asilo político o se marchaban y
funcionaban, de facto, dos cámaras representativas de la soberanía
popular. Hubo elecciones a gobernadores, simplemente para constatar
el cisma de la oposición, paradójicamente encarnada con la
denominación Mesa de la Unidad Democrática (MUD), y para resignarse
a que, entre unas cosas y otras, no hay nada que hacer: el régimen
totalitario se consolida por muy aislado internacionalmente que esté.
Por resumir: porque lo grave es que la fractura social se agrandaba,
la emigración se acrecentaba, la escasez de abastos se multiplicaba
y las condiciones de vida empeoraban como se acredita con los cortes
de luz y agua.
Pero
pareciera que ya no hay noticias de Venezuela. Hasta hace unos
domingos en que Jordi Ébole (La Sexta TV) entrevistara,
en dos entregas, a Nicolás Maduro, presidente de la República, y
nos acordamos de que aquel país sigue existiendo. Pero como si no
interesara, como si lo que allí ocurra haya dejado de llamar la
atención de quienes, por las razones que sea, se sientan vinculados
al hecho venezolano. Cierto que lo de Catalunya, informativamente
hablando, pesa mucho, pero ni siquiera las alusiones del propio
Maduro en la citada entrevista despertaron mayor curiosidad (Por
cierto: discurre diciembre y no se aprecian señales de que el
presidente cumplirá su propósito de que los mayores y los
emigrantes cobren sus pensiones, tal como se comprometió ante
Ébole).
Y ese es el caso: apenas
hay registros en los informativos de televisión, muy escaso espacio
en los periódicos y poquísimas menciones en el Congreso e
instituciones políticas. Venezuela ya no interesa, o no interesa
tanto. De ahí que la convocatoria electoral prevista para ayer hasta
resultara una gran desconocida. Las previsiones apuntaban un
cincuenta por ciento de abstención, lo cual nos da idea del
abatimiento de amplios sectores de la población, independientemente
de coyunturas como la carencia de liderazgos alternativos, de la
división de quienes no comulgan con el régimen y de los directos
beneficios de éste ante tamaño porcentaje. Y la sospecha, siempre
la sospecha de la manipulación de los resultados después de las
actuaciones más que controvertidas del Consejo Nacional Electoral
(CNE).
Estaba prevista la
elección de trescientos treinta y cinco alcaldes y el gobernador del
estado Zulia, uno de los más importantes de la geografía
venezolana. Pero la gran novedad es que no participaban en los
comicios los principales partidos de la MUD, si bien algunos
representantes y dirigentes decidieron concurrir por su cuenta, lo
que da idea del caos que caracteriza la realidad sociopolítica de
Venezuela. Miren por donde, el fracaso de la revolución, de
cumplirse las previsiones, fortalecerá el pensamiento único, ahora
expresado con el penúltimo invento -el último es la moneda virtual,
el petro-, ese 'carné de la Patria' con el que a partir de ahora
habrá que hacer todo.
La desmotivación, pues,
se impone para seguir quebrando la autoestima de los venezolanos y
las ganas de luchar por una alternativa que, sencillamente, procure
otras condiciones de vida. Los medios del régimen hacían hasta ayer
mismo llamamientos a la votación: es significativo. “¡Todos desde
temprano!”, se permitía titular uno de ellos.
Hoy, resultados y
reacciones. Mañana -ojalá nos equivoquemos- volverá a sonar Julio
Iglesias, la vida sigue igual, y un inevitable aire de rutina no
noticiosa envolverá las sombras venezolanas.
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