Deben
quedar pocas dudas sobre la importancia que tiene la dependencia en
las prestaciones sociales de nuestros días. Desde que fue aprobada
en 2006, siendo presidente del Gobierno José Luis Rodríguez
Zapatero, la denominada Ley de Promoción de la Autonomía Personal y
Atención a las personas en situación de dependencia, configuraba un
conjunto de servicios y prestaciones destinados a la promoción de
dicha autonomía, así como a la protección y atención a las
personas, a través de servicios públicos y privados concertados y
debidamente acreditados.
Aprovechemos,
por cierto, para recordar que la Ley define la autonomía personal
como “la capacidad de controlar, adoptar y tomar por propia
iniciativa decisiones personales, así como desarrollar las
actividades básicas de la vida diaria”. En cuanto a la
dependencia, se conceptúa como “el estado de carácter permanente
en que se encuentran las personas que, por razones derivadas de la
edad, la enfermedad o la discapacidad, y ligadas a la falta o la
pérdida de autonomía física, mental, intelectual o sensorial,
precisan de la atención de otra u otras personas o ayudas
importantes para realizar actividades básicas de la vida diaria o,
en el caso de las personas con discapacidad intelectual o enfermedad
mental, de otros apoyos para su autonomía personal”.
Como
en tantos otros supuestos, una cosa es la teoría y otra, la
práctica. Desde su vigencia, la norma ha topado con dificultades
para su aplicación, sobre todo la escasez de recursos técnicos o
materiales y también de personal suficiente para atender la
casuística. En efecto, una investigación de 2016 concebida para
evaluar el estado de funcionamiento y aplicación de la Ley determinó
que era “necesario mejorar las fuentes de financiación, la calidad
del sistema de gestión, la coordinación entre los sistemas sociales
y sanitarios, la participación de la ciudadanía en la toma de
decisiones y el sistema de evaluación global continua”. Con esta
conclusión, se convenía en que la norma iba en serio y que
entrañaba la suficiente aspiración como para tomarse muy en serio
su desarrollo y sus propósitos de cobertura.
Bien.
Pues ciñéndonos a Canarias, el Diputado del Común, Jerónimo
Saavedra, en la que debe ser una de sus últimas comparecencias
públicas, al dar a conocer rasgos relevantes de su informe de 2017,
reveló que tramitó entonces trescientas diez nuevas quejas
referidas a la situación de personas discapacitadas y/o
dependientes, un 67 % más respecto al año anterior. De ellas,
doscientas veinticuatro eran de personas dependientes, un 164 % más
que en 2016. Una parte de este porcentaje (51 %) contaba con la
condición de gran dependencia, el máximo grado.
Además,
la mayoría de las quejas que recibió el Diputado del Común creció
entre las personas dependientes. En concreto, del total de las mil
setecientas noventa y cinco de las nuevas denuncias presentadas,
trescientas diez de ellas están relacionadas con el área de
personas dependientes y de personas con discapacidad, un 67 % más
que en 2016. Las quejas tramitadas corresponden en su más amplio
porcentaje a personas mayores con una media de eedad de 77 años, un
86 % frente al 14 % de personas menores de 65 años.
Pero
no es problema de cantidades, si bien, en el propio informe del
Diputado del Común se señala como factor positivo “la disminución
de los tiempos de respuesta, por parte de la consejería de Empleo,
Políticas Sociales y Vivienda del Gobierno de Canarias, lo que
permitió archivar por solución un número importante de las
iniciadas en 2016, hasta un 40 %”. Claro que “la falta de medidas
efectivas para tramitar y resolver, sin demora justificada, los
procedimientos de valoración y calificación del grado de
discpacidad de las personas”, pone de relieve que siguen existiendo
elementos condicionantes o deficitarios para que la Ley se desarrolle
como los necesitados esperan.
Las
administraciones, pues, tendrán que seguir esmerándose para
aumentar sus presupuestos específicos. La Autonomía personal y la
Dependencia, en los tiempos que corren, bien lo merecen.
1 comentario:
Enhorabuena por tan excelente exposición de "algo" que conozco, desafortunada y sobradamente.
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