El
pasado 27 de noviembre publicábamos una entrada referida a una
medida ejemplarizante, la retirada de la publicidad por “cuatro
compañías que han dejado de anunciarse en un programa de televisión
en señal de rechazo a lo ocurrido en una emisión donde
supuestamente se produjo un caso de violación protagonizado por dos
participantes. Muchos seguidores han pedido en redes sociales un
boicot a los productos o marcas de los anunciantes”.
Dijimos
más: “Es una medida que, de mantenerse con todas las
consecuencias, sirve de ejemplo. Es hora ya de que en los medios no
valga todo. De que es necesario impedir el crecimiento del basurero.
Tiene que haber un freno a la degradación televisiva. Hay que dar
ejemplo, pues, y los titulares de esas cuatro marcas han sido
consecuentes”.
En
un hecho sin precedentes, desde aquella fecha se ha producido una
auténtica espantada de anunciantes, esto es, importantes firmas
comerciales, alrededor de cincuenta, que, tras lo sucedido, han
decidido retirar las inserciones publicitarias, La prueba está en
que el programa del domingo 1 de diciembre registró la emisión de
cincuenta anuncios, y una semana después, se habían reducido a
quince a lo largo de tres horas.
No
le ha quedado otra opción a Mediaset (Tele 5) que cancelar la
edición prevista de Gran
Hermano Dúo, el
programa de marras, para el próximo mes de febrero. La presión se
hizo insostenible; la suspensión de ingresos era evidente. Y el
desprestigio alcanzó niveles incontenibles. Se omiten, aquí y
ahora, las circunstancias que concurrieron, pero la reacción de la
audiencia -al menos la de redes sociales- y de anunciantes de postín
que han cancelado sus planes publicitariois ha conducido a la
paralización de la producción del programa de una nueva temporada.
En
su momento hablamos de medida ejemplarizante. Hay que insistir en la
idea. Ojalá que esas reacciones sean el fruto de la reflexión y de
la valentía, de un compromiso para poner punto final a un estado de
cosas muy reprobable. Ojalá signifique un punto de inflexión
después de la degradación, de la permisividad más absoluta y de la
Incapacidad para atajar el galopante proceso de subcultura que
elimina elementales cauces de civismo y ética.
La
cadena jugará con la desmemoria y puede que hasta se invente una
demanda o petición masiva de los televidentes para justificar un
retorno de la producción. Lo más probable es idear un nuevo formato
y hasta un nuevo título. La cadena ha sufrido un duro varapalo. Y
habrá aprendido, junto a la competencia, que con los anunciantes ya
no se juega. Sencillamente, el personal está harto. Por fin, todo no
vale.
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