Pensar
que hace una semana, tan solo una semana, tomamos café en su
despacho del edificio Olimpia, asomándonos a la plaza del Charco.
Noticia de la salud quebrantada de Adelardo, compañero de tantas
hazañas y de tantos sinsabores de rojiblanco. Ese fue el hilo
conductor de los recuerdos de siempre: de Luis Aragonés, de Martínez
y su sueño eterno anticipado, de Reina y el gol del Bayern casi
desde medio campo, del 'Toto Lorenzo', de Jorge Griffa, de don
Vicente... hasta llegar a Caracas, donde aguardaba el leal Manolo
Torres, paisano cónsul eterno de la amistad, para conocer la capital
venezolana. Y los más cercanos: don Augusto, su empeño en acabar
los estudios “y que luego juegue con el que le dé la gana”, sus
hermanas, la casa de San Telmo, las movidas con Juan 'el marqués de
Ríos', las partidas de dominó, “contar antes de jugar para
cerrar”, las gestiones ante la Administración... Hasta el voto
personal en un domingo de elecciones: “Si mi padre se entera...”.
Una colección, de verdad: nos quedamos cortos.
Pensar
que nos confió la redacción y la presentación de su libro
autobiográfico. Aquella pregunta de un memorable programa en Radio
Popular de Tenerife: “¿Duermes tranquilo, Colo?”, cuando
presidía el Club Deportivo Tenerife. Antes, defendió sus colores
que vistió después de jugar en el Real Unión de Tenerife, siempre
pendiente de Luis Guiance Abreu. Después, el salto al Betis y el
triple traspaso al Atlético de Madrid de Calderón, junto a Aragonés
y Martínez, compañero de habitación aquella infausta noche. La
internacionalidad, única frustración de una sobresaliente
trayectoria futbolística. Cuando las penurias económicas acechaban,
palideció su presidencia y se quedó tocando con los dedos el
ascenso de categoría.
Colo,
por
Julio Santaella Benítez (Vereda Libros),
título de aquel volumen, decía ayer adiós inesperadamente. Ante
todo, nos dejó una buena persona, cabal y responsable, especialmente
en momentos de zozobra familiar y empresarial. Puede que la vida no
le tratara con estricta justicia pero él, como defensor rocoso, supo
sobreponerse a las lesiones y las adversidades. Ayer, no pudo con el
Gento 'cardíaco', con quien tantos duelos protagonizó.
Al
menos, querido Colo, dio tiempo a entregarle a Juan Cruz Ruiz el
libro que le dedicaste. Ahora te conocerá en sus páginas. Uno se
quedará con la pena y el último café.
3 comentarios:
Otra sentida y muy emotiva semblanza, Salvador. Para enmarcar.
Le ví jugar en el Isidoro Rodríguez López, en la época en que Zuppo, desde las gradas, entonaba aquellos inolvidables "riqui.racas".
A Colo le brillaba la piel dorada bajo el sol y en las gradas, las pocas chicas que asistían entonces al fútbol, quedaban prendadas de su extraordinario físico.
En Santa Cruz no se hablaba de otra cosa como no fuera de la alineación de Colo en el Tenerife mientras las jóvenes continuaban suspirando de ausencia.
Descanse en paz el gran defensa que luego me obligó a ser en equipos como el Candelaria y el Arguijón, ámbos de la Cuesta
Buenos días Salvador, soy Carmelo, mas conocido por Mon, tu me conoces bastante bien, me enteré a las pocas horas de su fallecimiento, me quedé muy mal y no me lo creía. El domingo 22, estuve en su casa para felicitarlo en sus 81 cumpleaños, estuvimos hablando un poco y lo vi como siempre muy alegre y campechano, quien me iba a decir que esa era la última vez que lo iba a ver con vida.
Era mi vecino,le iba hacer una pequeña entrevista después de estas fiestas, para que me contara sus vivencias en el mundo del fútbol, pero no va a poder ser, siempre se me quedará esa pena.
Lo voy a recordar siempre,con nuestras bromas cuando jugaban su Atl.Madrid y el Real Madrid, el siempre con su Tenerife que lo llevaba en su corazón.
Ahora miraré a la calle y ya no lo veré sentado en el banco cogiendo sol, le encantaba estar ahí un buen rato, ya no lo veré mas y para mi es una gran pena, ahora estará en algún lugar con sus amigos jugando al fútbol y como defensa que fue, seguro que está defendiendo la portería de su amigo Pepe del Castillo. Desde este rincón le envío mucho ánimo a toda su familia, lo bonito que les digo a ellos, es que tuve el gusto de conocerlo en todos estos años. Un abrazo
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