A
Antonio Padilla, Tata, que se sentiría orgulloso de la historia que ha escrito
su hijo Luis.
Cumplía
cien años el Tenerife y ahí estaba el libro de Luis Padilla, escrito con la
pasión que da título a su obra para certificarlo. Cien años comprimidos en doce
capítulos, cuatrocientas páginas y más de mil fotografías, una suerte de
enciclopedia blanquiazul, una historia de alegrías y sinsabores (acaso más de
éstos en la balanza), plagada de aspiraciones y, en todo caso, reflejo de un
sentimiento que ha terminado impregnando a la isla cuya población sufrió hace
apenas dos meses una tremenda frustración deportiva. Todos hubiéramos querido
que los fastos y las conmemoraciones del centenario se hubieran desarrollado
con el club en el primer escalón del fútbol español, pero la realidad dictaba
que hay que seguir en la división de plomo, allí donde hay que pugnar con
entereza y perseverancia, no solo en las canchas, también fuera de ellas.
Centenario
de una pasión es ahora la referencia necesaria para entender los porqués de
blanquiazul. El autor aporta rigor pero también el equilibrio de las cosas bien
hechas, o sea, que trata con esmero cuanto fue
descubriendo y cuanto ha vivido en las entretelas cosidas con hilo de
esos colores. La obra revive los hitos, las anécdotas, los logros, los
testimonios, evocaciones, los flashes, las aportaciones individuales y
colectivas que forjaron una trayectoria digna de ser estimada para
identificarla como fenómeno --¿o algo más?-- de una cada vez más amplia colectividad.
El
libro, que vio la luz en la sede de la presidencia del Gobierno en la capital
tinerfeña, contó, además con dos padrinos sobresalientes: Alfredo Relaño, ex
director del diario As, uno de los fundadores de Canal+, otra historia
viva del deporte español y conocedor como pocos de la idiosincrasia del fútbol
canario; y el paisano y maestro Juan Cruz Ruiz, quien siempre está ahí, cuando
se le reclama, incluso para hacer su aportación intelectual al hecho
futbolístico. Nieves Pérez, sobriedad
ante todo, ofició de maestra de ceremonias en un salón abarrotado donde se
fueron desgranando, a modo de anticipo, los contenidos de la obra.
Así,
Luis Padilla habló del significado de su criatura: “Hacer justicia”. Al
Tenerife le faltaba su historia sistematizada. Ya está publicada: “El autor son
todos ustedes”, confesó.
Las
claves cronológicas contenidas en sus páginas son muy valiosas. Como que hasta
Cruz se permitió sugerir que llevaran la obra a centros educativos y se tuviera
presente en alguna iniciativa programática. El prolífico escritor portuense
dijo que “el fútbol es lo mejor que ha pasado entre los inventos deportivos”. Y
reveló también que se había emocionado con las páginas dedicadas a los
periodistas que ejercieron en el ámbito deportivo.
Relaño
desveló que intentó disuadir a Jorge Valdano de su aventura como entrenador que
inició precisamente en el Tenerife pero, aún sin llegar a la isla, ya le había
atrapado el sentimiento que luego, con sus resultados deportivos, enriquecería.
Elogió la obra, hasta el punto de recomendar que los futuros libros de historia
del fútbol deberían ser escritos con arreglo a los patrones de Luis Padilla.
Y
así, el libro del centenario, el de una pasión encendida, conmemorativo de una
fecha histórica, impregnada de azul y blanco, ya forma parte, de pleno derecho,
de la identidad de un pueblo. Enhorabuena!
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