Julen
nuestro que estás en el cielo,
memorizado
sea tu nombre...
...Perdona nuestras ofensas...
Igual la
introducción no es muy afortunada. Disculpas entonces a quienes
legítimamente interpreten que después de todo lo ocurrido y de toda
la angustia generada por una auténtica fatalidad no es hora de estar
haciendo juegos de palabras o paráfrasis extrañas.
La hora es la del
análisis y la reflexión del tratamiento mediático concedido al
suceso de Totalán (Málaga). Ya estamos en ella, después del
sepelio. Por un lado, la procedente investigación técnico-judicial
y las medidas consecuentes derivadas. Y por otro, un ejercicio cabal,
sincero y autocrítico para determinar si hay límite y si éste va a
ser respetado. Es una hora complicada, sin duda, pero hay que
afrontarla. Es un imperativo deontológico.
Algunos
profesionales no han querido esperar y ya han lanzado sus primeras
apreciaciones. Ana Ruiz Echauri, de Radio Televisión Española, por
ejemplo, ha sido tajante: “Vamos sin freno hacia el asco infinito”.
Repudia el periodismo espectáculo y pone en evidencia que “no
hemos aprendido nada de desgracias anteriores”. Expone con crudeza
su propia experiencia y sus propias convicciones: “Aprendí que el
límite entre la información y el morbo es solo el respeto. Es
decir, cómo lo narraría si la víctima fuese alguien querido por
mí. Si querría ver su dolor multiplicado hasta la saciedad o saber
los detalles macabros de los sucesos... Y la respuesta es no”.
El interés
informativo es indudable, para nada se cuestiona. De esta tragedia se
ha hablado en todos los idiomas. Pero, de ahí a las coberturas
realizadas, especialmente en el medio televisivo, hay distancia de
leguas. Una cuestión de audiencias, se dirá, con ánimo de
justificar y hasta de pasar página, hasta el próximo accidente.
Pero si es por audiencias -por mucho negocio que haya- tampoco vale
todo. La periodista lo deja claro en su red social: “El ciudadano
consume todo, sin hacer digestión de nada y sin preguntarse si lo
que está percibiendo está bien o mal”. Por eso llega a la
conclusión: “Nos creemos, sin cuestionamiento alguno, todo lo que
nos cuestan, nos dicen y, por supuesto, nos muestran en imágenes.
Descubrimos de pronto -las desgracias tienen estas cosas- que los
geólogos son importantes, que las brigadas de salvamento minero se
juegan la vida (o se la jugaban, que ya no van quedando minas) y que
la generosidad de las gentes es infinita”.
Tampoco
ha aguardado el periodista y escritor español Arturo Pérez-Reverte
, quien critica el “festival mediático” después de recordar la
célebre película de Billy Wilder, El
gran carnaval,, (1951)
para acabar señalando que “no hay nada nuevo bajo el sol. O más
bien, lo nuevo suele ser lo olvidado”.
Y
ahí aparece también el Consejo Audiovisual de Andalucía (CAA) que
ha anunciado su voluntad de analizar el tratamiento dispensado,
especialmente en lo que concierne a una posible vulneración de los
derechos fundamentales de los familiares del menor. El Consejo ya ha
insistido en la necesidad de mantener escrupulosamente esos derechos
de las personas involucradas y reclama nuevamente a los medios que
huyan del amarillismo y de las evidentes tentaciones de convertir la
información en un espectáculo. En efecto, en un titular de Abc
podía
leerse: “El rescate de Julen, un caso mediático sin parangón”.
Finalmente, el
Colegio de Periodistas de Catalunya se ha manifestado públicamente
al respecto hablando de una evolución muy negativa en cuanto al
tratamiento dispensado por algunos medios, especialmente los
televisivos: “Han mostrado imágenes y relatos innecesarios que
nada han aportado a la información más allá de generar morbo y dar
oportunidad a la especulación”. El morbo sí ocupa lugares.
En fin, cuando el
debate no ha hecho más que empezar y cuando las trágicas
circunstancias de la muerte del niño envuelven el dolor, encontremos
el lado positivo que Ana Ruiz Echauri (RTVE) acierta a escribir:
“Quedémonos con la solidaridad y la generosidad de tantos. Con el
impagable trabajo anónimo de la buena gente”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario