La
indolencia de la población portuense, su desapego hacia la política
y lo público, tienen que ser de muy alto nivel cuando asuntos tan
reprobables como pueden ser el cierre parcial de la biblioteca
pública municipal o la terraza en su mitad vacía del bar-cafetería
localizado en la plaza del Charco, ambos tan visibles al paso
peatonal, favorecido por su carácter céntrico, apenas o nada
merecen una esporádica información periodística, una mínima
expresión de protesta de centrales sindicales o de entidades cívicas
mínimamente sensibilizadas -¿qué fue, por cierto, de las
asociaciones vecinales?- y no digamos de una declaración o
explicación de algún responsable del gobierno municipal o de una
iniciativa corporativa de los grupos de oposición.
Pasan
los días y como si nada. Ese es el Puerto de la Cruz de nuestro
tiempo, de este mandato que se agota y que concluirá sin saber
fehacientemente qué pactaron los actuales gobernantes y bajo qué
designios han administrado los recursos de los portuenses. Qué
querían hacer y qué han hecho para hacer acopio de méritos o
credibilidad ahora que se avecina una nueva convocatoria electoral.
Se dirá que a estas alturas ya da igual pero en la intrahistoria
consistorial va a quedar esa mácula que, en el fondo, explica en
buena medida el por qué de esa significativa y poco honorable
clasificación en el ranking
canario
de la transparencia institucional.
Pasan
ustedes por Puerto Viejo por las tardes y podrán ver las
dependencias de la biblioteca municipal cerradas y a oscuras. Damos
por reproducidos los contenidos de la entrada publicada en este blog
el pasado 6 de diciembre, después de un pleno en el que el Grupo
Municipal Socialista había preguntado por la situación y de que el
Grupo de Asamblea Ciudadana Portuense denunciara en redes y medios el
incomprensible abandono y la falta de soluciones. Comenzábamos
entonces con una apelación al artículo 44.1 de la vigente
Constitución. Y terminábamos diciendo que los responsables tenían
que esmerarse para superar los evidentes trastornos y perjuicios. Ha
pasado más de un mes: la vida sigue igual. Pero qué indiferencia,
qué resignación y qué insensibilidad.
¿Y
habrá algo menos dinámico en el Puerto que el bar-cafetería
'Dinámico', una parte del objeto social de la sociedad o empresa
pública Pamarsa,
teóricamente
en fase de dislución (Y escribimos teóricamente porque en este
municipio, una cosa es la que debe ajustarse a voluntad política
dimanante del cumplimiento de normativa que obliga y otra es la que
se lleva a la práctica, si es que se lleva).
Resulta
que debe andar en fase de estudio y resolución el concurso público
convocado para revisar la explotación de la concesión
administrativa. Por ahora, rumores y conjeturas: claro, como ni se
informa ni se pregunta, el clima apropiado para alimentar todas las
especulaciones.
Lo
cierto es que en las últimas semanas de diciembre pasado, la mitad
de la terraza solo está ocupada por mesas que, sin sillas, quedaron
allí como mudo testimonios de una situación insólita. Algunos,
muchos, creyeron que eran los antecedentes de la nueva situación de
explotación. La imagen de desidia y falta de actividad era evidente.
Era palpable que cada vez había menos personal, al que no se debe
culpar. ¿Sería acaso una forma de protestar por la desatención de
la “empresa” -y no queda más remedio que entrecomillar el
término- hacia su misma finalidad? ¿Habrá acudido algún edil, de
gobierno u oposición a interesarse por sus condiciones laborales y
por su suerte futura? Cualquiera sabe.
Han
pasado muchos días, fiestas mediantes. Como si nada. Qué nivel de
servicio público. Lo mismo que con la biblioteca: la vida sigue
igual. Pero qué indiferencia, qué resignación y qué
insensibilidad.
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