2009
fue el año de un severo riesgo universal, la denominada gripe A, de
la que también salimos, no sin coste, desde luego. El impacto social
de entonces fue la aparición de facebook,
la
red social. En septiembre de 2009, fue recordado -no se sabe muy bien
por qué´razón- otro hecho que, en su momento, años setenta del
pasado siglo, produjo un revuelo popular. Se trataba de un fenómeno
natural de difícil explicación. Escribimos entonces:
Se
registró en el barranco de Godínez, término municipal de Los
Realejos, en las cercanías de la antigua carretera general del norte
que conducía hasta Icod y Buenavista.
Alguien
que una noche cruzaba a oscuras el barranco escuchó una especie de
respiraciones. Se asustó, echó a correr y al día siguiente lo
contaba a familiares y amigos.
No
hizo falta mucho para que la curiosidad se agigantara y comenzara el
desfile hacia Godínez. Gentes del pueblo pero también venidas de
localidades cercanas, principalmente del Puerto de la Cruz, se
concentraron en los márgenes de la carretera y en los senderos que
conducían al fondo del barranco para especular y dar su particular
versión. Horas y horas, hasta bien entrada la noche, Godínez fue
ruta de curiosidad y peregrinación.
Las
respiraciones eran una especie de desahogo, lo que entenderíamos
como un escape, como un soplido. En la segunda ocasión, al coincidir
con la erupción del volcán Teneguía, en La Palma, se quiso
encontrar ahí la razón de aquellos soplidos o de aquellos
extrañísimos desinflamientos. Allí estuvimos varias noches y así
lo sentimos.
Pero
la leyenda cobró otros derroteros.
A
la hora de ofrecer explicaciones, llegó a hablarse de los jadeos y
del éxtasis de una pareja que exteriorizaba su placer de forma
digamos tan desaforada. Hasta se hizo recuento de criaturas nacidas
al cabo de nueve meses para señalar que se aprovechó el fenómeno
para hacer el amor en cualquier cueva o rincón del barranco. Una
venta localizada al borde de la carretera agotó las existencias de
vino y carne de cabra.
Desde
el Puerto de la Cruz se organizaron verdaderas excursiones. En una de
ellas, uno de los hermanos Pérez, mecánicos de pro, llevó una
batería y un potente foco supuestamente para alumbrar los pasajes
más recónditos de Godínez y poder disparar sobre el bicho.
Porque
alguien apuntó la posible existencia de un animal, de un avechucho,
recién nacido, malherido o atrapado en el follaje o en algún hueco
del barranco como causa de aquellas respiraciones que llegaban a
producir escalofríos en las mujeres y en muchos hombres.
Allí
nació la leyenda del bicho. El bicho del Realejo o el bicho de
Godínez. El periódico 'La Tarde' se hizo eco en varias ediciones de
la controversia. Fueron unos reportajes deliciosos.
Y
allí quiso disparar el popular Gilberto Hernández, a quien Manolín
González, si no estamos errados, había provisto de una escopeta de
balines. Se lo pasó muy bien con el mecánico Pérez a su lado, a
quien ordenaba la orientación del foco.
Gilberto
tuvo en Godínez una de sus genialidades: el padre Rubén, animado
por las historias que le llegaban a su parroquia, se acercó una
noche para comprobar qué había de serio en todo aquello. El cura
trataba de explicar algunos fenómenos geológicos para hallar
similitudes hasta que Gilberto le interrumpió:
"Para
mí, padre, que se trata de un alma en pena que está vagando en el
infierno y quiere salir aunque esté abrasado".
"¡Hombre,
Gilberto! No diga usted eso, deje el infierno tranquilo que bastante
dolor tienen los que están allí!, replicó el padre Rubén,
mientras Gilberto y acompañantes contenían las ganas de la
carcajada.
En
la oscuridad de la noche, apareció también Gregorio Ávalos, un
pintor acuarelista, precursor del cabello largo de The Beatles y que
intentó en cierta ocasión suicidarse en Las Cañadas con un tubo de
aspirinas. Tenía una peculiar forma de hablar, muy castellanizada:
"¡Jesús,
qué oscuro está esto!".
En
ese momento, el mecánico Pérez encendó el foto y lo dirigió al
rostro del artista:
"Soy
Avalos, el pintor, ¿no me reconocen?".
Se
pedía y se guardaba silencio cuando se escuchaban las respiraciones.
Alguien pretendió grabarlas pero no tuvo éxito. Algunos guardaron
posiciones estratégicas, en las proximidades de los "núcleos
de emisión", como para localizarlos y salir de dudas. Hasta que
el silencio se veía alterado por un grito:
"¡Galano!,
échate un metro p'abajo, muchacho, a ver si sale el bicho y te
pica".
En
las páginas de 'La Tarde' de aquellos días debió quedar reflejada
la opinión del catedrático Telesforo Bravo, quien negaba la posible
respiración de aquellos extraños ruidos con la erupción volcánica
de La Palma.
Centenares
de personas se agolparon en la carretera, el hombre de la venta debió
hacerse rico con el chorizo y la carne de cabra, alguien se quedó
con las ganas de disparar y cobrar pieza, puede que alguna pareja
haya aprovechado la ocasión para unos arumacos o algo más, puede
también que algunos hayan "visionado" al bicho... pero lo
cierto es que la popularidad del fenómeno fue decreciendo a medida
que pasaban las fechas y allí, en Godínez, no pasaba nada.
Pero
en la pequeña gran historia del municipio quedó este episodio, tan
peculiar y tan popular. Tal fue así que aquel barranco (con el paso
del tiempo y el trazado de la nueva autovía del norte, más aislado
o más lejano) recibió, naturalmente, el sobrenombre: barranco del
bicho.
Otro
bicho, más letal y dañino, poco dado a las bromas, es el que ahora
mismo nos tiene a mal traer.
Día
7 de la alarma
Siempre
hay desalmados en situaciones como la que va a cumplir una semana.
Los que se aprovechan de las debilidades y las carencias. El hotel
colindante ha cerrado ya sus puertas y eso también debe haber
favorecido la acción de los amigos de lo ajeno que hace dos
madrugadas rompieron las puertas acristaladas de una tienda de
telefonía y se llevaron quince unidades. Lo venimos a saber en las
primeras horas de este sábado en las que un perro escapa por
segundos de su dueño para ahuyentar a las palomas que se mueven a
sus anchas en la superficie de la plaza.
En
esa tienda, a la que acudimos en busca de una solución para el
guasap
bloqueado,
no pudieron antendernos, así que hubo recurrir a las manos expertas
de la hija para salir del trance y poder seguir utilizando esa
aplicación de comunicación móvil, colmatada, por cierto, pues el
dato de tráfico circulante en Canarias, como registramos ayer, es
escalofriante. Lástima de tanto mensaje hiriente y de tanto bulo. La
de energías mal empleadas.
Que
tomen nota de cómo se puede contribuir a sobrellevar el trance
accediendo a la canción de la murga portuense Los Cascarrabias. Un
mensaje de creatividad, ánimo y esperanza. Muy bien esa iniciativa.
Dos
helicópteros militares sobrevuelan bajo. Deben seguir las
inspecciones. Llegan hijos de padres y madres del Puerto de la Cruz
afincados en la península, no sin agobios producto de las
cancelaciones de vuelos y de las inevitables restricciones dispuestas
por las autoridades.
Las
calles siguen vacías. Transeúntes aislados rompen la estampa a la
que nos venimos acostumbrando desde el sábado. Las cifras de hoy
confirman que lo peor está aún por llegar. Informaciones de amigos
coinciden en señalar que lo mejor en situaciones de crisis es no
producir ni alimentar fisuras internas. Algo de eso debe estar
ocurriendo en el Gobierno de Canarias. Si hay medidas correctoras,
que sea para bien.
El
presidente Sánchez comparece por la noche. Austero y con temple, con
realismo. Pero mucho nos tememos que mucha gente desaprobará su
intervención. El Telediario de RTVE, nada más terminar el resumen,
rubrica con las primeras imágenes de la cacerolada que habían
convocado quienes optan por un presunto rédito político.
“Lo
de siempre, m'ijo, lo de siempre”, como aquella respuesta de aquel
policía municipal lagunero que aguardaba la llegada de Luis Álvarez
Cruz y le preguntaba: “¿Qué traerán los periódicos mañana, don
Luis?”.
1 comentario:
No viví lo de Godínez. Ne encontraba en otros lares, pero narrado de esta manera, me hago cargo de lo que debió ser lo del bicho.
SALUDOS CORDIALES.
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