Seguro
que Joan Manuel Serrat, doctor honoris causa por la Universidad de
Zaragoza investido recientemente, se acordó de que “en julio, en
Aragón, tenía un pueblecillo, una acequia, un establo y unas ruinas
al sol, al viento los ombligos, volaban cuatro amigos, picados de
viruela y huérfanos de escuela, robando uva y maíz, chupando caña
y regaliz, creo que entonces yo era feliz”, una estrofa de “Mi
niñez”, cantada cuando el artista empezaba a madurar y sus
historias personales, tan bien descritas, formaban parte de su
repertorio.
Aquel
niño, a quien llamaban Nano, inspirador de tantos sentimientos,
intérprete de causas, paisajes, amores, aspiraciones, personajes
cercanos, profundidades y liviandades, el joven que puso música a
los poemas de Antonio Machado y Miguel Hernández para que muchos
jóvenes y el gran público les descubriera y contribuyera a
eternizarlos, asumió su doctorado honoris causa con la modestia de
siempre y el ánimo reflexivo de quien va por la vida queriendo ser
útil y consecuente, transmitiendo un mensaje para ensalzarla o
estimularla, para ganarse el aprecio y el respeto del público más
heterogéneo y para seguir componiendo, porque él, de cada
situación, de cada gira, de cada historia a la que accedía, obtenía
una idea o una enseñanza para versear y cantar. Grande, admirable
Serrat.
“Estoy
seguro de que quienes tan generosamente han considerado oportuno
concederme este doctorado lo han hecho con la intención de reconocer
los méritos de una persona, pero al hacerlo deben saber que también
están reconociendo a un colectivo de mujeres y de hombres que han
construido su vida a partir del oficio de cantar y de escribir
canciones. Gentes que dignifican poética y musicalmente la canción,
y para quienes el valor y la fuerza de la palabra es fundamental en
su quehacer”.
Así
comenzó el cantautor su discurso de investidura en la universidad
zaragozana que le ha concedido este rango como un reconocimiento a
toda su trayectoria en el mundo de las letras. Lo quiso compartir con
todos aquellos que, como él, se dedicaban al arte de la música
popular. “Este mérito -precisó-no es solamente mío, sino de
todas las personas que como yo han hecho de la canción su modo de
vida, con todos ellos me gustaría compartir este reconocimiento. Me
complace que se valore la canción popular, tanto por el colectivo al
que represento como por ustedes”.
Serrat,
en ese sentido, reconoció sentirse orgulloso por hacer que con su
trabajo otros pudieran aprender y seguir sus pasos: “Una de las
muchas cosas que tengo que agradecerle a la vida es este oficio. Me
ha permitido conocer a personas con otras costumbres y formas de
mirar la vida. A través de las canciones me comunico con los demás,
escribo dejando volar los pensamientos pero también clavando los
codos en la mesa. Cantar es algo que me proporciona un inmenso
placer, y que más que un mérito, para mí, constituye un
privilegio. Dice el dicho que ‘quien canta su mal espanta’, pues
es como se convierten los sueños en modestas realidades”, aseguró
el cantautor en otra fase de su discurso en el que también consignó
su compromiso con la democracia, con la participación social y con
la sociedad crítica.
“El
conocimiento profundiza la vida democrática. Le aporta justicia e
igualdad y le ayuda a construir un tejido social cohesionado», ha
expresado el cantautor, que aprovechó su intervención para
hacer una defensa de la formación universitaria como un camino para
descubrirse a uno mismo, frente al «conformismo de la sociedad» o
la falta de «valores democráticos» que detecta a su alrededor”,
dijo el intérprete catalán, consciente de que también es exigido
en sus reflexiones. Esta fue otra de ellas:
”Se
ha perdido la confianza en el sistema, en sus representantes y en sus
instituciones, donde los jóvenes se sienten engañados y los mayores
traicionados y donde más que nunca nos necesitamos los unos a los
otros», ha subrayado”. Por eso, también denunció la actitud de
una «Europa mezquina y desalmada» que ha actuado en contra de los
refugiados en un lugar que un día fue «una cuna de pensamiento y
puente de culturas». Por esa razón, Serrat alertó de que todavía
hay gobiernos que piensan que “la universidad es un centro para
formar gente que se dedique a hacer cosas cuando debería ser un
lugar al que acudir con ojos abiertos”.
1 comentario:
Reconozco en J.M. Serrat no sólo los valores como gran músico que es, sino también aquellos otros que le engrandecen como persona y a quién en Cataluña han intentado olvidar en perjuicio de aquella magnífica canción compuesta por el artista como es MEDITERRÁNEO. Para mí una de las más acertadas conjunciones entre letra y música que jamás haya yo escuchado.
Mi más sinceras gracias por las palabras que en su favor le dedica Salvador Garcia con motivo de reciente nombramiento de doctor honoris causa por la Universidad de Zaragoza.
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