A
algunos les parecerá aún escaso el sufrimiento del mundo entero con
la pandemia. Por eso, han propagado, con iniquidad desbordada, otro
virus, este de naturaleza informática que, según explicaciones
policiales especializadas, se transmite como información adjunta en
correos electrónicos dirigidos a sanitarios. Se trata de inocular y
alterar el funcionamiento del sistema informático de los centros
médicos y hospitalarios. ¿Cómo lo hacen? Sencillamente,
corrompiendo la información. Luego solicitan un rescate para
recuperarla. Y ahí te quiero ver. Los expertos han recomendado lo
que suele hacerse: ante cualquier envío sospechoso, lo mejor es no
abrirlo.
Bueno,
pues otro aspecto de la guerra. Los aliados del enemigo saben a lo
que juegan. Cuánta maldad.
Día
9 de la alarma
Da igual que estemos
en primavera. El invierno llegó tarde, Con sus f´rios, sus nieves y
sus lluvias. Empieza otra semana de zozobra, otro día haciendo
esfuerzos para superar el pesimismo. O el escepticismo. O el
derrotismo. El caso es que, circunstancias meteorológicas al margen,
nos vamos imbuyendo de esa idea que esto es una guerra y, por tanto,
hay que comportarse como sujetos que están en ella. Con sus riesgos
y todo lo demás. Las cifras de bajas, por cierto, siguen siendo
desoladoras. Da igual que estemos en primavera.
Un adiós a Benito
Joanet, el arquero que aparecía en cromos que coleccionábamos y el
entrenador que llevó al Tenerife a Primera División al cabo de unas
cuantas décadas después de una épica eliminatoria con el Real
Betis Balompié, reforzado, recordamos, por un comentario de lo más
desafortunado del periodista Antonio Burgos aparecido el mismo día
del encuentro de vuelta en el que los tinerfeños arrancaban con
cuatro goles de ventaja.
Se lo llevó también
la pandemia cuyo tratamiento y cuya gestión, desde el punto de vista
de atención sanitaria, se antoja cada vez más complicada. En todo
el mundo. ¿Le dirá alguien a Boris Jhonson aquello de 'a buenas
horas'? ¿O ese refrán no tiene traducción en el idioma universal?
Al mediodía, el
tañido de las campanas de la Peña y de San Francisco se funde con
los aguaceros que inundan las calles, como queriendo enterrar el
bullicio que las caracterizaba desde muy temprano hasta hace poco.
Ahora, es el paso de unidades militares o policiales, incluso por
Quintana, y el de clientes de farmacias o supermercados, lo que rompe
una imagen que ya se ha hecho rutinaria. ¿Dónde estás bullicio?,
se estará preguntando más de uno.
Igual
se encuentra en los infinitos mensajes de guasap
que
circulan a todo trapo. Hasta han recuperado la canción Primavera
que,
según cuentan, se convirtió en una especie de himno que los presos
republicanos entonaban, para darse ánimos, en su cruel encierro en
las prisiones de Fyffes. Es una versión del grupo folklórico
realejero Tigaray
que
ha llevado por toda la geografía insular. Ahora sirve para animar
este encierro de nuestros días.
Mucho
más después de leer el artículo de Juan Luis Cebrián en El
País, titulado
“Un cataclismo previsto”, en el que saca el as de bastos al
sugerir que los ciudadanos demanden al Gobierno cuando la pesadilla
haya terminado. Ya se olfatean las odas a Cebrián en el frente que
lo ha venido reprobando y condenando desde hace años. Vueltas que da
el coronavirus. Cuando se haya ido, seguro que nos envolverán las
sombras, con permiso de Chavela Vargas.
El paisano y maestro
Juan Cruz Ruiz reivindica, en una sustanciosa tertulia en la
televisión pública, la filosofía en la política, a propósito del
perfil y del pensamiento del ministro de Sanidad, Salvador Illa. Qué
bueno sería, convienen los invitados, que los gobiernos tuvieran más
filósofos en su seno. Illa no pierde un minuto en polemizar con
otros dirigentes o representantes institucionales: él, a lo suyo, a
explicar las razones y el alcance de las medidas. Para eso es
filósofo.
Suspenden el
campeonato nacional de la Liga de fútbol. Polémica al canto: quién
será el campeón. ¿O queda el palmarés desierto? El aplauso de las
siete ya es entrañable. Suena luego, desde un lugar invisible, una
armónica. “La vie en rose”, otra canción de primavera. Pero no
hay espacio para la distensión ni las alegrías. Es una pandemia,
¿lo saben, verdad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario