En
plena crisis del coronavirus, con el sector turístico preparándose
para afrontar las derivadas, principalmente en lo que concierne a la
cancelación de reservas, una noticia merece ser subrayada en cuanto
aporta una positividad que ha de repercutir favorablemente.
Se
trata de la aplicación del futuro impuesto especial sobre el
transporte aéreo, cuestión sometida a consulta pública. Desde el
ministerio de Hacienda han dado garantías: la normativa reguladora
plasmará la voluntad del Gobierno, expresada en las conversaciones
que al respecto mantuvo con el ejecutivo autonómico.
El
presidente, Ángel Víctor Torres, se había posicionado con
claridad. Canarias se vería sensiblemente afectada. La impopularidad
de la medida, en pleno desasosiego por el virus y con otras
incertidumbres flotando en el ambiente, aconsejaba trasladar al
Gobierno de la nación la inquietud, de tal modo que la negativa
advertida en las conversaciones preliminares precisaba de una
respuesta escrita que Torres solicitó a la ministra María Jesús
Montero. La contestación, ya recibida, contiene esos términos: un
compromiso claro de exclusión de los territorios insulares en el
nuevo marco impositivo.
Las
características de la Comunidad Autónoma y la lejanía con respecto
al continente hacen del transporte aéreo un medio fundamental para
la movilidad de los ciudadanos canarios y para quienes visitan las
islas. Además, los últimos movimientos de las compañías aéreas
que operan en las islas no han sido nada favorables y hasta algunos
de sus responsables han hecho anuncios relativos a futuras
restricciones. El sector turístico ha sido tajante: podemos ofrecer
el mejor producto, pero si no hay plazas de avión, no hay nada que
hacer.
Montero
garantiza que el Gobierno de España asegura la exención del
gravamen en los territorios insulares y de ello cabe congratularse.
Nada que alegre más a los empresarios que se reduzcan o dejen de
aplicarse ciertos tributos. La ministra ha sido sensible y ha
entendido el mensaje del presidente canario (“... el cielo es
nuestra autopista...”), al reconocer que es necesario prestar un
trato diferenciado a las islas.
El
propio ministerio, el pasado día 28 de febrero, publicó una nota
informativa en la que reflejaba que “el objetivo de este gravamen
sería fomentar el uso de medios de transporte más sostenibles y
respetuosos con el medio ambiente”, a la vez que destacaba que en
su aplicación “debería tenerse en cuenta el hecho insular”.
María Jesús Montero se ha reafirmado en ese compromiso que se
contemplaba ya en la citada nota de prensa y que “se corresponde
con nuestra sensibilidad para con los territorios insulares”.
Una
noticia para congratularse, en efecto. Cabe confiar en sus
consecuencias positivas durante un ejercicio que se vislumbra difícil
para la cobertura de objetivos y las gestiones presupuestarias.
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