Fue la noche de Elfidio. Pero fue, sobre todo, la noche de la
emotividad, de los recuerdos, la noche del periodismo militante. Hubo licencia
para la nostalgia, claro que sí, porque su época activa en la redacción de El Día es una referencia obligada en la
historia del periodismo insular y porque sus aportaciones, también en medios
audiovisuales, son un testimonio valiosísimo para interpretar el compromiso con
el periodismo.
Fue la noche de Elfidio Alonso
Quintero, galardonado con el premio ‘Patricio Estévanez’ de la Asociación de la
Prensa de Tenerife para reconocer su trayectoria profesional. Allí explicó lo
de las largas esperas al lápiz rojo del censor, el columnismo temprano “Al filo
de la madrugada”, las primicias exclusivas
(por ventajas horarias) como el resultado de un combate de Cassius Clay,
el final de la transmisión de la agencia EFE para que le constara al director
Salcedo y las páginas literarias, de las pocas, por no decir las únicas que
entonces se hacían en rotativos nacionales. En la madurez, además de la
escritura, investigación y canción coral con un hito llamado Sabandeños y política activa, la aportación en “Música de
las dos orillas”, título de aquel espacio en Radio Nacional de España en
Canarias, y los análisis en Canal 7 del Atlántico, una de las primeras
pantallas en la televisión local. Apresurada síntesis de una carrera poliédrica
que, lo que son las cosas, en una misma fecha, la del patrono de los
periodistas, encontró el reconocimiento de estos y el de la Universidad de La
Laguna, por su contribución a la canariedad desde las voces e instrumentos
sabandeños. Con razón hizo esfuerzos para sortear los nudos de la gratitud y de
las emociones. Estuvieron muy bien empleados.
Y fue también la noche de Juan Cruz
Ruiz, quien glosó su itinerario periodístico, el de la época citada, no en vano
compartida, muchas noches compartidas hasta culminarlas en el vecino frío
lagunero. Cruz hizo una de sus piezas magistrales en la que incluyó a Elfidio
padre, don Elfidio, director del ABC republicano, el diputado del exilio, el
periodista de valores inmarcesibles. Cruz atendió una vez más la llamada de las
islas, quiso estar lado de uno de sus maestros en la noche de su galardón y se
lució, tirando de vivencias y de perspectiva, hasta entrecruzar y perfeccionar
la relación familiar y profesional padre-hijo.
Aquel testimonio y la propia
intervención de Elfidio hijo, fueron un periodismo redivivo. El de una época en
que las redacciones efervescían entre teletipos, reporterismo, compañerismo,
llamadas de atención, anécdotas y apremios, más la ilusión de ver los frutos
del trabajo al día siguiente. Familiares, amigos y compañeros le arroparon en
una fecha inolvidable. En una noche emotiva cuya licencia para la nostalgia se
justificó por sí sola hasta ganar memoria y corazones.
1 comentario:
Fue un acto magnífico, emotivo.
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