jueves, 29 de septiembre de 2011

LOS GESTOS

Le reprochan a José Luis Rodríguez Zapatero que haya estado presente en el acto de presentación de un libro de Pedro J. Ramírez, el inefable director de El Mundo. Por allí estaban también José Bono, Mariano Rajoy y el derechío que gusta lucir galas en situaciones como esa y en circunstancias como las que concurren, olfateo de poder incluido.


Es natural ese reproche que nos refresca el viejo debate de la importancia de los gestos en política. Por supuesto, el presidente del Gobierno valora -con arreglo a factores, muchos de los cuales se nos escapan- su asistencia a las innumerables invitaciones que recibe. De él -y de su equipo- depende. Y en este caso, la asistencia iba a tener más costes negativos. Más llano: si no hubiera acudido, no hubiera pasado nada.


Con su presencia, ha causado malestar e irritación. Seguro. Pero es que, además, si cree que Pedro J. y todo lo que rodea a Pedro J. se lo van a agradecer, está muy equivocado. Quienes han machacado de manera inmisericorde al presidente, seguirán haciéndolo. Aún cuando éste aparezca apaciblemente retirado en su provincia y alejado de la política que contemplará con la resignación de decir qué hubiera pasado si esta decisión la hubiera tomado yo.


El director de El Mundo se habrá ufanado con las palabras del mismísimo Bono en el acto: "Aquí están el jefe del Gobierno y el que quiere serlo...". Se habrá ufanado para seguir exhibiendo su antisocialismo. La severidad con que ha enjuiciado la obra política del presidente Zapatero -aún recordamos la indignada perplejidad que nos produjo el que le concediera la primera larga entrevista: otro gesto, ¿de qué sirvió?- ha tenido, en el ocaso de su mandato, la guinda de su asistencia a otra producción bibliográfica que no duda en anticipar su alborozo y rendir pleitesía al que quiere ser el jefe del ejecutivo.


Se dirá que es política de salón y hasta razones de Estado pero no: más sencillo es interpretar los gestos y este caso no sale acertada. Es curioso: al que han llamado desde ese periódico incapaz y radical, entre otras lindezas, al que han calificado como el peor gobernante de la España democrática, es quien estuvo presente en el alumbramiento de las páginas en las que seguro no aparecerá como favorecido.


Qué decisión, qué gesto, qué inconsecuencia... Si ZP cree que en el futuro el pedrojotismo y el derechío lo van a ponderar, anda errado.

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