martes, 31 de diciembre de 2013

ADIÓS A 2013

Es lógica la duda entre el papa Francisco Bergoglio y el presidente uruguayo José Múgica a la hora de escoger el personaje del año que declina. El primero, como que revoluciona la Iglesia, en plan reformador a fondo; y el político inspira tal grado de bondad en tanto sus formas de vida llaman la atención en medio de la crisis que no termina de irse. Uno y otro aparecerán, seguro, en todos los resúmenes o balances de 2013 que algunos hacemos con ánimo memorístico.
            Como también estarán Edward Snowdem, el informático responsable de las filtraciones que probaron la vigilancia que ejerce la inteligencia estadounidense hasta hacer remover los cimientos, aunque todavía sin calibrar bien las consecuencias; y el presidente iraní, Hassan Rohani, autor material de un tranquilizador e histórico acuerdo sobre el programa nuclear de su país. Conclusión: nos siguen espiando (nadie parece estar exento) y la amenaza se trocó en horizonte de paz claro.
            Fue 2013 un año de sucesos terribles, como aquel colapso que sufrió una industria textil cerca de Dacca (Bangladesh), que costó la vida de mil ciento veintisiete empleados y puso al desnudo las terribles condiciones de trabajo de aquel país, para vergüenza de gobernantes, marcas y empresarios.
            En ese capítulo, hay que consignar el que dicen que fue un tifón como nunca antes se había conocido en la Tierra. Se llamó Haiyan. Y también Yolanda. Lo asoló todo, o casi todo. Vientos superiores a trescientos kilómetros por hora. La fuerza comparable de un tsunami. Nunca se sabrá el número de muertos.
            Sí contabilizaron los trescientos treinta y seis inmigrantes tras el naufragio frente a la costa de la isla italiana, Lampedusa, la mayor tragedia en el Mediterráneo en lo que va de siglo. Imponía la imagen del número de ataúdes, continuación silenciosa de un drama sin fin: la inmigración, la huida del infierno al precio de la vida misma.
            En el infierno, por cierto, debieron sentirse las víctimas y los rehenes del asalto perpetrado por islamistas somalíes en un popular centro comercial de Nairobi, la capital de Kenia. Sesenta y siete muertos, doscientos heridos y cuarenta desaparecidos fue el triste balance de aquel insólito asalto concebido para castigar al ejército keniata.
            Ni el deporte escapó al terrorismo: la pasada edición del célebre maratón de Boston (USA) será recordada por la acción alocada de dos hermanos de origen checheno que colocan dos bombas que estallan en medio del desconcierto y el pánico: tres muertos, doscientos sesenta y cuatro heridos graves, algunos de los cuales sufren amputaciones.
            Otra catástrofe: la del tren de alta velocidad que circulaba entre Madrid y Santiago de Compostela y que descarriló como era difícil presumir que ocurriría. Las imágenes, repetidas hasta la saciedad, terminaron siendo determinantes para contrastar las deficiencias en los sistemas de seguridad de este modo de transporte. Ochenta muertos, más de ciento cincuenta heridos. El caso aún no se ha cerrado.
            2013 fue el año en que dijimos adiós a celebridades y personajes públicos de relieve: Mandela, en el ámbito social y político, donde también habría que situar a Hugo Chávez, a Jorge Rafael Videla y a Magaret Thatcher. Gente del mundo artístico: James Gandolfini, Lou Reed, Peter O’Toole, Georges Moustaki, Esther Williams, Sara Montiel, Bebo Valdés, Fernando Guillén, Pepe Sancho, Manolo Escobar, Amparo Rivelles, Elvira Quintillá, Bigas Luna… Nos queda, en todos los casos, una obra llena de matices, de aportaciones y de interpretaciones o direcciones memorables.
            Más nombres, de la literatura, de la creación, de la comunicación: Alvaro Mutis, Tom Clancy, Helen Thomas, Doris Leasing, Stéphan Hessell, José Luis Sampedro, Alfredo Landa, Joan Fontaine, Constantino Romero, Concha García Campoy, María de Villota… Destacadas y brillantes carreras para el recuerdo eterno.

            El recuerdo que también quedará de aquella “relaxing cup of café con leche” que alumbró la eliminación olímpica de Madrid 2020 y que la revista Time ha registrado como una de las meteduras de pata más sonadas del año que termina. Que el próximo esté pletórico de salud, suerte y bienestar. 

lunes, 30 de diciembre de 2013

SERRAT

Ha cumplido Joan Manuel Serrat 70 años. Desde que él tenía 20, andamos a cuestas con sus canciones y su poesía, tan cercanas y tan aptas para identificarse con los ideales, con las causas, con las aspiraciones y las frustraciones… con las vivencias pues. Porque Machado fue mejor entendido cuando le cantó (Aunque José Hierro, en cierta ocasión, nos dijo personalmente que le había destrozado). Y Hernández, que se hizo tan poeta del pueblo cuando musicalizó sus versos. Y el descubrimiento de Joan Salvat Papasseit, de Espriú y de Josep Vicenç Foix. Hasta el súmmum con Benedetti.
Hemos visto más de diez recitales suyos, en diferentes escenarios. Aún recordamos el primero, en plena adolescencia, aquí, en el desaparecido teatro-cine Baudet, tan mágico todo aquella noche junto a los amigos que coleccionábamos posters y vinilos y estábamos tan atentos a las novedades de su obra. Serrat era el cantor, el rebelde, quien plasmaría años después un ‘Mediterráneo’ memorable e inigualable.
Le entrevistamos, allá por los ochenta, en un salto a la isla, antes de otro concierto, apenas minutos después de descender del jet-foil. Por ahí deben andar las fotos de Enrique Serrano. Entrevista incómoda: el cuestionario reproducía literalmente fragmentos o extractos de sus canciones: “Esto se está poniendo complicado. Es que responder así… a un lenguaje tan alambicado”, dijo sin querer reprochar. Y luego el desespero de Leopoldo, entonces director, porque tardamos más de lo debido en transcribir la conversación que, al final, ocupó página y media de este diario.
La última vez que le vimos cantar y cuando le saludamos al final, en su camerino, junto a Jerónimo Saavedra, fue en el auditorio ‘Alfredo Kraus’, de la capital grancanaria.  Fue el Serrat austero, sobrio y serio. El ajustado al "espíritu del proyecto" de cantar a Miguel Hernández, y sólo a Miguel Hernández, "un concierto cerrado", que ya habrá tiempo de volver -precisó- y recrearse con los éxitos y las canciones de siempre.
Allí estaba Serrat en plena forma, después de los achaques, su mala salud de hierro. El cantante entregado e identificado. Respetado y admirado, el que sobrevuela sobre las generaciones y los públicos de toda condición. Ahora que es septuagenario, Joan Manuel Serrat nos devuelve el mediodía, "con el amor a cuestas", como una de las estrofas de "Hijo de la luz y de las sombras". Está, a esa edad, "Cerca del agua", aunque sea atlántica, sin que la balada pierda un átomo de encanto. Enfático y gesticulante para robustecer el mensaje de la poesía comprometida. Ni le faltó el aire coplero ni la solemnidad, aquella impregnada en "Menos tu vientre", aunque los arreglos musicales no fueran tan vibrantes como en la grabación de 1972, cuando el cantautor hizo la primera aproximación a la obra de Miguel Hernández, rescatándola de la ignorancia y del olvido impuesto.
Ahora, con la madurez y en otras circunstancias sociohistóricas, después de haber compartido con Joaquín Sabina el éxito de actuaciones aquí y en los países de habla hispana donde tanta gente se refugió en sus versos de libertad, amor y esperanza, es como si el ‘Nano’ permaneciera en un mediodía siempre apto para refrescar la memoria poética. Sigue siendo Serrat un hijo de la luz y de las sombras, el trovador de toda una época, ahora que ya tiene 70 años.



sábado, 28 de diciembre de 2013

LOS PORTUENSES SE MUEVEN, PERO...

Nos gustaría escribir una entrada amable. Los habituales seguidores saben que los fines de semana nos ceñimos al ámbito local y por aquello de ser la última del año en curso, debería estar impregnada de cosas y hechos que inspiren un texto ameno, desenfadado, lleno de positivismo y espíritu gratificante.
     No va a ser fácil porque los presupuestos del Ayuntamiento aprobados en vísperas navideñas contienen medidas poco favorables para la educación, la cultura, la historia y la participación social. Ya lo hemos comentado: que desaparezcan la Universidad Popular Municipal ‘Francisco Afonso’, la Escuela Municipal de Música o el Museo Arqueológico Municipal es una mala noticia. De ahí que esta navidades hayan resultado tristes, tristísimas, no solo para los empleados que perderán sus puestos de trabajo sino para la comunidad portuense, en general, que se va a ver privada de centros con los que ha venido conviviendo durante las últimas décadas. Echarán la culpa a la crisis, claro; pero la historia recogerá una decisión, cuando menos, controvertida, pero muy lesiva para una sociedad que, dicho sea nuevamente, parece anestesiada, alieanada, y que ahora se queda sin núcleos donde formarse, donde dar oportunidades a gentes de toda condición y de todas las edades, donde fraguar valores de participación y cohesión social. Mal, muy mal que ni siquiera se haya salvado los muebles. ¿Qué será de la sociedad portuense de mañana?
     Y se formula la pregunta, qué paradoja, al cabo de un año que, si repasamos, nos dejó alguna prueba estimulante como la actividad en redes sociales de muchos ciudadanos, grupos y movimientos que expresaron sus inquietudes por el estado del municipio, la proyección turística de la ciudad y causas nobles que impulsaron el quehacer y hasta la propia identificación con algunas iniciativas. Los portuenses no son muy dados al activismo social y no sabemos si por la comodidad o la facilidad que representan el uso de las redes, lo cierto es que, en algunos asuntos, se han movido con ganas de mejorar, de acabar con el abandono, de subrayar la necesidad del mantenimiento… Gracias a eso, ha sido posible comprobar que muchas estampas de desidia o indigencia han desaparecido.
     Los portuenses, a lo largo del año que declina, se han movido por Mueca, afortunadamente ilesa en el naufragio sociocultural del municipio; y por las Fiestas de Julio, en las que se han integrado, en las que han perseverado en su mejor organización y en las que, salvo excepciones, han guardado un comportamiento cívico ejemplar después de aquellas ediciones incontroladas. También lo han hecho por la cabalgata de los Reyes Magos que ha recuperado el pulso brillante que nunca debió perder desde que aquel Colectivo de Amigos se empeñara en que la ciudad fuese esa noche centro de atención de nativos y visitantes, chicos y grandes.
     Otra causa: el muro de San Telmo. Algunos están empeñados en derribarlo, les da igual los valores que tenga, demostrables o no. Pero que sepan que el pueblo se resiste, el mismo pueblo al que no parece mal una remodelación del paseo, aunque no resulte prioritaria. Hemos visto a ciudadanos preocupados, que aportaron sus firmas de protesta, que rubricaron alegaciones. Muchos de ellos se manifestaron públicamente, un hecho que no es habitual en nuestra ciudad. Y en ese día coleccionaron testimonios de adhesión de extranjeros a los que gusta la fisonomía de ese paseo. Es una lucha desigual, mas reconforta contrastar que hay gente sensible con el patrimonio y que ha realizado una protesta cívica, respetuosa, constante y ordenada. Como no estamos acostumbrados y como contrapunto a las actitudes de pasotismo, indolencia o indiferencia, debemos destacarlo.
     Más compromiso y más activismo debieron demostrar, por cierto, con la apertura de la nueva biblioteca municipal que, definitivamente, ha entrado en el buen camino, con gestiones y convenios interinstitucionales que desbloqueaban las trabas. Nos consta que se apremian los últimos toques. Y que la concejala responsable prefiere asegurar que todo esté a punto antes de una inauguración precipitada. Nada que objetar a su celo pues ha informado puntual y directamente a quienes han mostrado mayor preocupación sobre el particular. Las reivindicaciones de los jóvenes y de los ciudadanos que se sumaron han servido y dentro de nada el espacio acristalado de la calle Puerto Viejo entrará por fin en funcionamiento. Ha costado, vaya que sí. Nunca es tarde, habrá que recurrir…
     Pero dijimos que aspirábamos a una entrada amable y hay dos hechos en los que reparar. Primero, los avances del Consorcio de Rehabilitación Turística, empeñado en mejorar el destino, hacerlo más competitivo y proyectarlo en el exterior adecuadamente. Queda por ver cómo y cuándo se plasman algunas de las actuaciones programadas. Pero, sobre todo, es importante destacar que el Consorcio -ya saben, el último tren a la revitalización- esté logrando cambiar la mentalidad y la identificación de la iniciativa privada. Le queda estimular el papel de la administración local que, en algunos casos, no parece muy dispuesta a respaldar y potenciar las actuaciones.
     Segundo, que se haya desconvocado el paro en el servicio de recogida domiciliaria de basuras y limpieza viaria, previsto para los primeros días del nuevo año, es una buena noticia. Cierto que ha tenido un coste elevado: más destrucción de empleo. Pensar que cuando la concesión se insistía una y otra vez que los puestos de trabajo estaban garantizados…
     Pero no amarguemos el comentario. Confiemos, en todo caso, que los hechos positivos sean preludio de un año pródigo en avances sociales.

     

viernes, 27 de diciembre de 2013

QUE PASE, QUE PASE...

Se agota el año. Muchos quieren que termine cuanto antes, de lo mal que les ha ido. Y como si el ciclo que se avecina fuera el comienzo de una etapa más próspera o más llevadera, que con poco suele conformarse el necesitado.
Se agota el año de Francisco, el Papa que revoluciona, aun cuando todavía sea pronto para contrastarlo; y el año en que dijimos adiós a Mandela, otro icono de tantos conceptos.
Un 2013 que el Gobierno presenta como menos malo pero lo cierto es que en España hay más pobreza, más paro, más impuestos y más deuda pública. Y por contra, menos derechos. Si a los hechos negativos -las ganancias, eso que se sitúa en la macroeconomía, se deja para banqueros y empresarios pudientes- se une el reprobable espectáculo de la corrupción, entendemos fácilmente que haya tanta desafección hacia la política. Por no hablar del intrincado debate territorial, con la suerte de Catalunya en el aire. En efecto, nunca antes en la democracia española se había producido un rechazo hacia esa noble actividad, un desapego tan considerable como el que palpamos casi en cada conversación o en los múltiples mensajes que circulan por las redes sociales. Es una impresión, mejor un estado de ánimo muy extendido.
Y así las cosas, han ido cayendo las hojas del almanaque, se van los días, se apuran las gestiones, menudean los apremios. Acabar, cerrar cuanto antes.
Señales claras de que el año no ha sido bueno. Que pase, que pase...

miércoles, 25 de diciembre de 2013

UN MITO MENOS

Partiendo de que la diversidad de características de cada municipio induce la viabilidad o conveniencia de acuerdos de gestión indirecta (privatización, concesiones) de instalaciones o servicios públicos; y asumiendo que muchos ayuntamientos de gobiernos socialistas o progresistas optaron respetablemente en su momento por dicha vía, un reciente informe del Tribunal de Cuentas referido a la prestación de servicios de administraciones locales de menos veinte mil habitantes (aproximadamente el 95% del total de los ayuntamientos españoles) pone de relieve que la gestión privada no es más eficiente ni más barata. Se derrumba así un mito, alimentado y defendido hasta la saciedad por quienes optaron por desentenderse de gestiones y responsabilidades públicas y por quienes se aprovecharon de tal actitud para explotar o sacar buena renta de las ventajosas condiciones que se presentaban para acceder, incluso, a joyas de la corona de titularidad municipal que, descuidadas o desatendidas por aquéllos poco identificados con lo públicos, crearon las condiciones adecuadas para que lo privado se hiciera con servicios e instalaciones. Les preocupaba poco el incremento de tarifas con tal de ahorrar costes en el capítulo de personal.
            Para quienes, en el ejercicio de responsabilidades públicas, hemos defendido siempre un sector público local potente, este informe del Tribunal de Cuentas pone de relieve que no íbamos descaminados. En algunos debates y procesos intervinimos tratando de hacer ver que, en algunos casos, era positivo y conveniente que el Ayuntamiento tuviese a su cargo la gestión directa de ciertos servicios, por ejemplo, el de la recogida domiciliaria de residuos y limpieza viaria. Entre las conclusiones del Tribunal, una que empleamos tesoneramente pese al escaso éxito en aquellos debates: la privatización no implica ni más calidad ni mejor servicio ni más baratos costes.
            Entonces, esa mitificación de lo privado y ese sonsonete de la ineficiencia de lo público, sustentos del pensamiento neoliberal, van palideciendo hasta desmoronar ciertas tesis que alimentaron hasta una posición maniquea: lo privado es más rentable y más eficiente. Los datos del Tribunal de Cuentas, aunque ceñidos a municipios de menos de veinte mil habitantes, son terminantes y hasta alumbran nuevas vías, ahora que se avecina una nueva regulación legislativa del ámbito local español, con una norma que tiene de los nervios -aunque no lo expliciten, claro- a los propios alcaldes del Partido Popular. Con sus registros sobre la mesa, en efecto, los propósitos privatizadores parten de premisas erróneas o tendenciosas, de manera que los municipalistas ya tienen otra materia sobre la que trabajar con denuedo para trasladar a sus vecinos que hay un modelo de gestión de la prestación de servicios públicos en el que se puede confiar, sencillamente porque es más barato. Eso sí: tiene que haber voluntad, diligencia, transparencia y profesionalidad.

  

martes, 24 de diciembre de 2013

USUARIOS PROVOCADORES U OFENSIVOS

Participar en redes sociales con regularidad equivale a ir descubriendo figuras, usos y técnicas que van caracterizando su propio desarrollo y hasta influyendo en su incidencia mediática.
    Es lo que ha sucedido con los denominados ‘trolls’, un término que terminará siendo común a la vista de la importancia que van cobrando en la evolución de las propias redes. Un ‘troll’, para que nos situemos, según definición del profesor de la Universidad de Chicago, Timothy Campbell, es quien siente placer al sembrar discordias en la red. “Intenta iniciar discusiones y ofender a la gente”, precisa el mismo autor. Álvaro Reyes, periodista peruano especialista en redes sociales, en clasesdeperiodismo.com, concreta más al remitirse al periodista Marco Sifuentes: “Un troll es el usuario que participa en una discusión on line, con mensajes deliberadamente provocadores con la intención de interrumpir o desviar el curso del debate”.
    Favorecida su proliferación por el relativo anonimato de la red, es indispensable tener en cuenta que, para el ‘troll’, los demás usuarios son una suerte de abstracción digital, carecen de sensibilidad. Son “seres” predestinados a causar daño, a incordiar o molestar, luego hay que toparse con cualquier reacción, incluso la menos atemperada, pues consideran que no están sujetos a regla alguna de cortesía o a prejuicios de responsabilidad social. Poco menos que pueden hacer lo que les venga en gana. A medida que madure el papel del ‘troll’, y hasta que se resuelva o decida en algún sitio qué hacer con él, estamos ante un provocador nato. Hay especialistas que se han apresurado a considerar que es un mal inevitable y que es un riesgo con el que hay que convivir.
    Pero el asunto empieza a preocupar y ya hay posicionamientos beligerantes. Es la fundadora del Huffington Post la que promueve una campaña contra el ataque indiscriminado de los ‘trolls’. Quiere evitar el hostigamiento y las amenazas hacia los periodistas por parte de usuarios de redes que se esconden tras el anonimato. Como valor añadido, sitúa el fomento de una cultura de reflexión en una comunidad, partiendo de que el diálogo y el intercambio de criterios son el mejor camino para llegar a acuerdos o soluciones.
   Arianna Huffington estima que el periodismo no debe permitir ningún tipo de intimidación en Internet, por lo que recomienda intervenir en casos de malas prácticas que, según Reyes, “buscan amedrentar la libertad de prensa y, claro está, confundir a la opinión pública”. El mismo autor considera que combatir a los ‘trolls’ no beneficiará solo a los periodistas sino que la audiencia también saldrá ganando.
   Como una medida inmediata, el citado Huffington Post impidió la publicación de comentarios anónimos en sus foros, obligando a identificarse debidamente a toda persona que quisiera participar en un debate o una discusión. Algunos medios convencionales, en el pasado, ya actuaron de forma parecida con la sección ‘Cartas al director’, exigiendo  resguardar la autenticidad del remitente aunque luego firmara su texto con seudónimo.
   Y aunque sea difícil identificar o desentrañar a los ‘trolls’, ante los perjuicios evidentes que pueden causar y las tentaciones claras de que ‘trollear’ se convierta en una práctica remunerada, lo cierto es que la proliferación aludida aconseja disponer e integrar en las redacciones de la figura del moderador de blogs y de foros digitales, en definitiva, un responsable de comunidades o grupos de usuarios que, sin ánimo censor o de fiscalizador estricto, detecte una intencionalidad desnaturalizadora, una perversión que puede llegar al hostigamiento del periodismo noble y de sus géneros más apreciados. O sea: prevenir antes que curar.



lunes, 23 de diciembre de 2013

SILENCIO Y ESCLEROSIS

Menos derechos, menos libertades, más paro, más impuestos, más pobreza, más deuda pública… Dos años de gobierno del Partido Popular (PP) dan para eso, que cabe en cualquier balance mientras las “circunstancias atípicas” de las tarifas eléctricas, aún pendientes de explicación por si alguien es responsable, apagaron la luz del túnel con la que empezaron a alumbrar y hacer creer que los brotes verdes no pasaron de ser otra majadería más de la célebre herencia. Lo siguen diciendo acaso los únicos contentos, los banqueros y los empresarios que siguen ingresando mientras mandan los suyos, que para eso les pusieron ahí, para que “se jodan” los de siempre, como alguien desde su escaño se encargó de amplificar sin miramientos y sin que alguien le llamara la atención públicamente. Les da igual la sucesión de escándalos: siempre hay un ERE andaluz a mano.
    Menos derechos, menos libertades, más paro, más impuestos, más pobreza, más deuda pública… Aquel Gobierno serio que predicaban algunos abrazados a la causa y que haría olvidar pronto la pesadilla socialista resultó ser el ejecutivo de un engaño masivo. Tremenda decepción la del PP, la de su presidente en plasma o huyendo del periodismo o diciendo desde el extranjero “a ver cómo arreglamos” lo del incremento del recibo de la luz. Creían que era cuestión de hacer olvidar al socialismo con tres o cuatro medidas reformistas, no importaba algún incumplimiento electoral. Pero las mentiras y los fraudes se han ido concatenando, la eficiencia sigue muy empequeñecida y el abuso del rulo parlamentario hace todo lo demás. ¿Hay alguna materia que, gubernamentalmente procesada, tenga contento al personal? Para colmo, la corrupción que galopa, las sospechas de una financiación irregular, las medidas internas en la cúpula policial o en la Agencia Tributaria, la cesión a las presiones de la Iglesia y alguna condena judicial han mermado la credibilidad hasta límites de máximos arreglos culinarios en las encuestas. Buenos arreglos, por cierto, porque si después de todo lo que está pasando, aún queda ese porcentaje preferente en intención de voto, es que la fidelidad sigue siendo predominante.

    Con razón, Fernando Navarro, profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, se preguntaba en redes sociales, a raíz de la lectura de un artículo de Lucía Méndez publicado en el diario El Mundo, dónde está la derecha moderna y democrática. Añade que la democracia la necesita con urgencia, igual que la izquierda vuelva a ilusionar y a enganchar al país. Pero Navarro, ante el panorama que se vislumbra, con tantos hechos abonando la desafección política, se cuestiona, sobre todo, dónde está la voz de la mayoría agazapada tras el silencio. Esa sí que la necesita la democracia con la máxima urgencia, primero porque callada solo abona la involución, tan contrastada en esa reforma radicalmente ideologizada; y luego, porque una sociedad resignada, sin iniciativa y sin capacidad de reacción solo cultiva la esclerotización hasta verse literalmente impedida para defender sus propios valores y las conquistas sociales que tanto costaron.

sábado, 21 de diciembre de 2013

ESTRUENDO PORTUENSE

Bueno, pues todo da a entender que se acabó lo que se daba. El gobierno local del Puerto de la Cruz (CC+PP) materializará en el próximo pleno los acuerdos para proceder a la supresión de la Universidad Popular Municipal ‘Francisco Afonso’ y la Escuela Municipal de Música. El Museo Arqueológico Municipal lleva también camino de desaparecer aun cuando habrá que aguardar a ciertos matices. La lista de pérdidas sigue engrosándose.
    El proceso ha discurrido con mucha pena y sin ninguna gloria. La pena de comprobar cómo ni siquiera los empleados que ven peligrar sus puestos de trabajo han expresado su rechazo. Salvo puntuales manifestaciones de los grupos municipales de oposición, aquí nadie ha dicho nada, por lo que difícilmente podía esperarse una reacción popular de protesta o similar. Duelen poco estas cosas, que son propias y que tanto esfuerzo costaron: si una sociedad no es capaz de defender los valores que fabricó, poco puede esperarse de ella. Podría insistirse en lo de pueblo anestesiado, alienado; pero a estas alturas de poco va a servir. Nunca para un alcalde democrático hubo un mandato tan convulso y tan agitado, con decisiones estructurales tan determinantemente negativas, traducidas en una gestión tan plácida y sin apenas contestación. Pero los trabajadores y los portuenses lo han querido así, en pleno naufragio del interés general y político, y así pierden opciones, prestaciones y valores. Ha sido la prueba del nueve, la consumación del desafecto difícilmente reversible.
    De modo que echándole la culpa a Madrid (curiosa manera de descargar responsabilidades, cuando en realidad es el pretexto ideal para contrastar la nula voluntad política de querer mantener unos servicios públicos que, vinculados a la formación, la participación y la cultura, exigirían otra actitud), se sustancia el adiós, la liquidación… Claro, cuando no se cree en los factores que, entre otros, alimentan la democracia y los avances sociales, no hay que extrañarse.
    Parece que en el gobierno local hay un denominador común: que estos servicios no son esenciales, según llegó a trascender días pasados en redes sociales. Pero desengañémonos: el debate no dio para mucho, como si estuviera cargada de razón la infortunada consideración del ejecutivo municipal.
    Pero no es así y hay que decirlo con la mayor claridad posible: en la denominada sociedad del conocimiento, en el marco de las exigencias sociales y de los avances sociales del siglo XXI, todo lo que sea restar oportunidades a la formación es un retroceso, un paso hacia la involución. Dirán que no quieren una ciudadanía dócil ni embrutecida ni reducida a la mínima expresión ni desmotivada (para que no dé la lata, políticamente hablando), pero con restricciones o cierres como los que nos ocupan, avanzan en esa dirección.
    Decir a estas alturas que la formación no es esencial chirría, resulta estruendoso. No luchar para defenderla revela escaso o nulo compromiso público. No ofrecer alternativas demuestra poca imaginación.

    Desde luego, podrán presumir, no mucho, de otras cosas. Pero a la historia pasarán como quienes no dieron una oportunidad a la formación, a la cultura y a la participación. 

viernes, 20 de diciembre de 2013

LUZ DEL TÚNEL

Al final, resultó que la célebre luz en el túnel era el incremento que preparaba el Gobierno, el mismo Gobierno que cuando andaba en la oposición decía 'no' a cualquier aumento de tarifas, tasas y tributos.
"Vamos a ver cómo lo arreglamos", ha dicho el presidente Rajoy, mientras la policía busca y rebusca en la sede de su partido, no se sabe si con linternas en prevcisión de algun corte de fluido; mientras el ministro Soria apura su flotación en medio de tantas improvisaciones y contradicciones; y mientras en la madrugada, no creemos que a media luz, precisamente, se desataron todas las presiones para que la Comisión Nacional de Mercados y Competencias anulara la subasta esa en que termina fijando los porcentajes de incremento. La pregunta, cuando pasan estas cosas, es ¿qué no habrán hecho para llegar a extremos de este tipo? Hablan de la concurrencia de unas circunstancias atípicas para justificar la anulación. Tenemos derecho a saber cuáles eran tales circunstancias.
Y mientras lo arreglan, la sensación de que aquí no hay control, de que priman unos intereses milmillonarios y de que no hay coordinación ni escrúpulos va imponiéndose de forma tal que somos víctimas indefensas ante los abusos.
De momento, la célebre luz del túnel ya tiene motivos para ser eliminada del discurso gubernamental. A media luz, a dos velas, en la penumbra... Dígase cualquier cosa, mejor.
Qué desastre.

jueves, 19 de diciembre de 2013

SEGURIDAD PRIVADA, BRECHA DE DESIGUALDAD

Días pasados, un paisano contaba en su muro de Facebook el triste episodio vivido en la madrugada madrileña, cuando retornaba a pie a su casa y una patrulla del Cuerpo Nacional de Policía le trató, digamos que de manera poco educada y consecuente, a la hora de identificarle y preguntarle qué hacía. El relato llega al borde del desespero, entre la impotencia y el miedo casi.
     Creíamos esas situaciones ya superadas pero es otra muestra del retorno al pasado. Durante años se ha hecho un gran esfuerzo para acercarnos al modelo de ‘policía amigo’ pero se retrocede con comportamientos desproporcionados, como es el caso. Eso de proteger las libertades parece haber pasado a mejor vida.
     Y para colmo, el partido gubernamental aprueba una Ley de la que, salvo contadas excepciones, todo el mundo habla en términos inevitablemente críticos. Una norma que, en materia de seguridad ciudadana -mejor hablar de represión ciudadana-, es claramente regresiva. Ya deben conocer la guinda: los vigilantes privados, esos que popularmente se conocen como ‘seguritas’, los efectivos uniformados de empresas privadas de seguridad, podrán detener en la vía pública en determinadas situaciones. Los representantes de CiU y PNV votaron a favor, luego tendrán que explicar -y convencer- esa posición política. Porque es difícil de entender, ¿verdad?
     A este paso, con esta ampliación y con esta laxitud, estamos más cerca del Estado policial. Con todos los matices que ahora quieran poner al texto articulado, lo cierto es que tenemos otro cuerpo más con facultades para intervenir en la vía pública.
     El engendro responde al ADN del Partido Popular, ya no hay duda. El principio de más policía, más seguridad. Y también más miedo, más cuidado, más incertidumbre.
Las representaciones del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) y de la Guardia Civil han coincidido a la hora de estimar que nos encontramos ante una clara privatización de la seguridad pública. El primero la califica de ‘mala ley’ y destaca que pone la seguridad pública al servicio de la privada, que no deja de ser un negocio. La Guardia Civil llega más lejos: “Estamos asistiendo a la privatización de la seguridad pública. Estamos dando carácter de autoridad a personas que no la tienen, creando policías baratos”. Por supuesto, el que no se cubra las plazas vacantes en los respectivos catálogos de puestos de trabajo, o el que se quiera ampliar la edad de jubilación, juegan a favor de este propósito privatizador de la seguridad pública.
Las policías autonómicas y locales también tendrán algo que decir, especialmente las segundas, habituadas a convivir en ciudades o localidades de determinadas características con los efectivos de las compañías privadas. No son escasos los choques ni los desencuentros, algunos de los cuales terminaron en los juzgados. Un policía municipal, consultado para una encuesta televisiva, fue contundente:
-Si hasta ahora hemos sido poco considerados y frecuentemente irrespetados, por apreciarnos de menor rango, ahora se podrá acentuar esa circunstancia.
Lo peor es que esa seguridad privada, con facultades ampliadas, hay que pagarla, claro. O sea, que sigue abriéndose la brecha de la desigualdad, en tanto queda al desnudo el nicho de negocio. Una brecha entre la ciudadanía y entre los propios cuerpos se seguridad. Pocos reparan en que se pierden derechos a costa de incrementar las ganancias de las compañías. Y pocos se dan cuenta, desde luego, que vamos camino de no poder estornudar en la vía pública (perdón por la gráfica exageración) porque, con tanta policía y con tamaños repertorios de infracciones, igual cae una sanción de esas que tanto gustan a los populares.
Que se lo digan al paisano que iba a pie a su domicilio de Madrid y tuvo que sufrir hasta por el modo de hablar.

  

miércoles, 18 de diciembre de 2013

25 AÑOS DE LA FECAM

La Federación Canaria de Municipios (FECAM) ha cumplido un cuarto de siglo y lo ha celebrado, después de un aplazamiento sobrevenido por las inclemencias meteorológicas, sin otras alharacas que las de expresar públicamente un reconocimiento a sus seis ex presidentes; y de reafirmar su compromiso en defensa del municipalismo que ha ido vertebrándose progresivamente como organización que enarbola  iniciativas para un mejor funcionamiento de los ayuntamientos y como opción interlocutora en las relaciones con otras administraciones.
            Son ya veinticinco años los de andadura comenzada con las dificultades propias de la incredulidad. Allá por 1987, cierto que ya existía la Federación Española de Municipios (FEMP), pero se necesitaba una configuración canaria que plasmara, en formas y contenidos de fondo, las peculiaridades insulares. Avanzaba el Estado autonómico pero era importante que los municipios no se quedaran atrás ni desdibujadas por otras administraciones públicas. Ahí surgió la FECAM, cuyo primer presidente, Félix Real González, a la sazón alcalde del Puerto de la Cruz, tuvo en Juan José Acosta y Esteban Padilla unos destacados colaboradores que pusieron en marcha una estructura sencilla la cual, paulatinamente, fue creciendo hasta consolidarse.
            El pluralismo ideológico y representativo proporcionó estabilidad a la Federación cuyos órganos de dirección, salvo contadísimas excepciones, no fueron fuente ni escenario de discordias políticas. Al contrario, quienes accedieron a ellos fueron siempre muy respetuosos. Era claro que los avances en la búsqueda de un papel de interlocución y en las reivindicaciones que surgieran dependían, en buena medida, de la unidad de acción y de la homogeneidad con que se comportara na organización en la escena política.
            Cuando en la legislatura 1991-95, siendo presidente del Gobierno de Canarias Jerónimo Saavedra, los alcaldes se plantaron en demanda de una financiación estable que garantizase la prestación de los servicios y de las competencias que los ayuntamientos iban asumiendo, la federación municipalista estaba dando unos pasos decisivos. Aquella solicitud, que tuvo lugar en la antigua sede presidencial de San Bernardo un episodio completamente inusual, fructificaría con la denominada Ley del Fondo Municipal que permitía a las haciendas locales contar con un recurso presupuestario estable para afrontar su desenvolvimiento anual. Otro portuense, Pedro Lasso Purriños, tuvo mucho que ver con la redacción y visión de aquella Ley que, con el paso del tiempo, se convirtió en un soporte relevante de los ayuntamientos insulares.
            Esa lucha concreta y otras varias, relacionadas con aspiraciones que fueron robusteciendo los afanes municipalistas, han caracterizado la trayectoria de la FECAM que amplió a otras islas su sede de Santa Cruz de Tenerife. Sus presidentes alternaron la dedicación con sus ocupaciones en la alcaldía. A medida que surgían los problemas, se precisaban respuestas eficaces. Lo tuvieron claro todos, haciendo abstracción de colores políticos para no menguar el espíritu reivindicativo que alumbró el nacimiento de la organización.
            La prueba más reciente estriba en ese acuerdo unánime alcanzado en el presente mandato para oponerse a la Ley de Modernización y Sostenibilidad de la Administración Local, aprobada en las Cortes para disgusto de muchos munícipes que vislumbran malos tiempos ante los perfiles de la norma, proclives a la privatización de los servicios sociales y muy inciertos con la redefinición de las competencias y el propio sistema de financiación.
            Allí estaban alcaldes en activo, otros retirados, otros quemando sus últimos cartuchos, otros ejerciendo cargos en otras administraciones, hasta algún condenado judicialmente… La FECAM les seguía uniendo y animando. Era una buena ocasión para repasar la historia y entender el desempeño de todos estos años, para algunos, media vida. De compromiso y de entrega. A las ciudades, a los pueblos, a los barrios. La cultura del consenso, que tanto ha practicado desde su alumbramiento, predominó en la celebración. Su actual presidente seguía abogando por el diálogo y el entendimiento.
            Y es que las exigencias del futuro obligan a relacionarse con esas premisas. Los veinticinco años de experiencia son un espléndido aval.


martes, 17 de diciembre de 2013

NOTAS DE RÉQUIEM EN EL EJERCICIO PERIODÍSTICO

“Me alegra que haga usted esa pregunta”, es un latiguillo que habrán leído o escuchado ustedes en innumerables ocasiones. Suele emplearla, como antecedente de la respuesta, todo aquel que aguardaba la cuestión o la ansiaba, con el propósito de dar una explicación o hacer un juicio de valor que le interesaba o anunciar alguna medida relacionada con lo que se preguntaba. Tiene, por tanto, mucho de oportunidad. Y a veces da sensación de espontaneidad, de inopinado, confiriendo credibilidad a la situación.

         Pero, otras veces, también de oportunismo, como se comprobó días pasados en el palacio de La Moncloa, cuando comparecía el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, junto al presidente del Consejo de la Unión Europea, Herman van Rumpuy. El representante del diario ABC  logró alterar -en connivencia con la Secretaría de Estado de Comunicación- una práctica y un pacto entre periodistas que duraba una década, colando una pregunta cuya respuesta era ¡la que Rajoy tenía preparada! La situación tenía tanto de cantinflesca como el titular del periódico al día siguiente: “Moncloa devuelve la libertad de prensa”. Inaudito.

Puede que haya llegado la hora de entonar un réquiem por el periodismo en España. Se sabe que la cosa anda mal, que la crisis galopa, que las empresas andan a la desesperada, que los profesionales sufren...

Pero es que el Gobierno ha querido dar la puntilla. Lo de menos es que algunos se presten: allá ellos, pero que no vengan a dar lecciones después. Y es que será el ejecutivo el que designe quiénes son los periodistas que podrán preguntar al presidente. Como lo leen: eso, en la España del siglo XXI. Hace poco, apenas diez días, desde el Gobierno se hinchaban -¡qué falsedad!- de hablar de valores de pluralismo y libertades en ocasión del aniversario constitucional. Pero la semana pasada la desfachatez ha llegado al límite de decir quién interroga y quién no. Sin palabras. Con razón hubo periodistas que abandonaron la sala de prensa del mismísimo Palacio de La Moncloa. Con razón ya hay medios que han anunciado que no cubrirán más convocatorias, al menos mientras prevalezcan estas circunstancias. Con razón yha se habla de la lista de Moncloa.
Mordaza, límites, condiciones, teledirección, selectividad, sectarismo, restricciones, favoritismos... O sea, todo menos valores periodísticos. En esto han convertido Rajoy y los suyos la información en un país que parece condenado a sufrir todas las tribulaciones. Seguro que al PP les parecen pocas todavía. Baste seguir al ministro Montoro o a Hernando, que hace de viceportavoz parlamentario. Bravatas, amenazas, descalificaciones, fatuidad, jactancia... Horrible: esperábamos otra cosa del Partido Popular, simplemente algo más democrático.

Es un asunto que da para más y el que insistiremos. Nos preguntamos qué pensarán en Europa de estas prácticas. Y la indignación  que despertarán en las organizaciones profesionales. La Asociación de la Prensa de Madrid (APM) y la Federación Española de Sindicatos de Periodistas (FESP) han expresado públicamente su rechazo y su protesta ante “la falta de respeto a los derechos constitucionales de libertad de información y de expresión”. Particularmente grave es el caso de la presidenta de la APM, Carmen del Riego, quien hubo de desmentir que estuviera asesorando a Moncloa en este asunto. Las injerencias saltan a la vista: no hay precedentes en la democracia de comportamientos como éste del ejecutivo que se da de bruces, claro, con todas las prédicas que viene haciendo sobre la transparencia.

El Gobierno está poniendo cierres, candados, dobles llaves y plasma al sagrado ejercicio de informar. El PP se pone en evidencia cuando ignora que la quintaesencia de la democracia es, precisamente, que los medios de comunicación puedan contribuir a fiscalizar la acción del ejecutivo. Flaco favor hace al sistema cuando actúa de la manera que lo hace desde que accedió al poder en las vísperas navideñas de 2011. Probablemente, con Aznar no se atrevieron a tanto.

No quieren preguntas, no quieren críticas, no quieren discrepancias, no quieren que la ciudadanía sepa. Es que si lo cuentan, igual no se cree. Por eso es bueno vivirlo. Que sigan así: se abonan a una penitencia histórica. Aunque se escuchen, por ahora, notas de réquiem.


lunes, 16 de diciembre de 2013

LA REIVINDICACIÓN DE JUAN NEGRÍN

“La Historia es nuestra y la hacen los pueblos”: esas palabras de Salvador Allende, en su último e inolvidable discurso cuyo sonido de fondo eran las bombas y el tableteo de las ametralladoras, recobraron vigencia, abriendo otras alamedas, en el curso del acto de recepción del fondo documental y archivístico de quien ha sido el único canario que ha accedido a la presidencia del Gobierno de España, Juan Negrín López.
            Era imposible sustraerse a la trascendencia y a la emotividad del momento, en presencia de su nieta, Carmen, presidenta de honor de la Fundación que, por fin, pudo estrenar la sede cedida por el Cabildo Insular de Gran Canaria en pleno Vegueta, en una admirable prueba, por cierto, de la continuidad de las actuaciones en un ámbito institucional: las inició José Miguel Pérez, en el ejercicio de su presidencia en el Cabildo, como lo consignó su sucesor, José Miguel Bravo de Laguna, a quien ha correspondido culminarlas, en un sobresaliente e irreprochable discurso.
            Era una cita con la Historia, en efecto, y por ello flotaba en el ambiente la indescriptible sensación de la reivindicación, de la concordia, del respeto y de la invitación al estudio y la investigación. No era una cita a ciegas sino con las luces de los testimonios documentales y archivísticos cuya consulta, por supuesto, permitirá desvelar claves e interpretarlas. Hasta encender esas luces han sido necesarios notables esfuerzos: sin el empeño indeclinable de los integrantes de la Fundación, presidida por José Medina, y sin la generosidad de la familia Negrín, especialmente de la nieta Carmen, la que ha velado por la custodia de tan inmenso legado durante decenas de años, no hubiera sido posible alcanzar todo un logro: que los archivos de Negrín, que objetos y pertenencias personales, estén en su ciudad natal, en un sitio digno y al alcance de cuantos estudiosos, investigadores e historiadores deseen profundizar en sus contenidos encontrando razones y averiguando causas, en definitiva, conociendo mejor la personalidad humana, científica y política de quien ya, como escribiera Eligio Hernández, es hijo ilustre, científico y estadista.
            Los archivos que salieron por el norte y han reentrado por el sur, como se dijo en el acto, ya están en  Las Palmas de Gran Canaria. Corresponde a la Fundación la alta responsabilidad de gestionarlos mediante las fórmulas, normas y programas que estimen más adecuados. Fue, sin duda, una convocatoria histórica: la cesión de archivos y fondo documental, la recepción simbólica y la entrega de llaves. Un acto distinto, una atención sobresaliente. Tenía razón Allende: fue una demostración de que son los pueblos los que hacen la Historia, aunque tarden en completarla y darla a conocer o poner el punto final. Fue, en fin, un primer paso para que la tesis del editorialista del New York Times, en noviembre de 1956, sea contrastada: “Jamás Juan Negrín tendrá que temer el juicio de la Historia”.

            Las miradas expectantes, las lágrimas emotivas, los abrazos y las palabras de la tolerancia y la reconciliación, fundidas en aquella cita con la Historia, proporcionaron un perfil humano y emotivo que el mismísimo Negrín hubiera agradecido.

sábado, 14 de diciembre de 2013

TRES AMIGOS QUE SE VAN

Amigos que se han ido en esta semana de inclemencias meteorológicas. Personas de buenas causas que hicieron de la amistad un lazo respetuoso y tolerante.
Luis Saavedra Mora fue futbolista destacado en aquel todopoderoso Puerto Cruz de la década de los sesenta. El arquetipo del que entonces se llamaba medio volante. Alto, fornido, pujante… su presencia en la cancha era siempre sobresaliente. Se había iniciado en el Juvenil Once Piratas. También jugó en el Real Unión, Realejos y Orotava. En las efemérides del sitio web de Bruno J. Alvarez hay una entrada muy pormenorizada de la trayectoria de Saavedra, quien ya retirado, aún lucía hechuras en el Barsa, un equipo de aficionados de la Villa. Ahí acreditó la resistencia de los buenos deportistas a alejarse del todo. Luego le vimos seguir de cerca la trayectoria de su hijo, Luiso, quien destacó varias temporadas en el primer equipo de la U.D. Las Palmas. Saavedra, con un talante que se agradece, nos hizo varias observaciones a juicios y comentarios que hacíamos en la radio. Pintor de la construcción, hizo también de su profesión un modelo de entrega y responsabilidad. Le recordaremos siempre, sobre todo, porque hizo inolvidable aquella línea media casi infranqueable: ‘Barrebarre’-Saavedra (El primero era un jugador palmero, procedente de Los Llanos de Aridane, también de alta estatura, que desde el Puerto Cruz saltó al Canarias de Venezuela).
Tomás Oliva fue el prototipo del socialista que trabaja en silencio, sin alharacas. Comprensivo, tolerante, respetuoso con todo y con todos. Sí había que desplazarse a Santa Cruz para cualquier menester, ahí conducía Tomás. Si había que cargar preparando un mitin o un acto público, ahí estaba Tomás. Si había que llenar sobres con votos y folletos, el primero era Tomás. Si había que sufrir en silencio las amarguras de una derrota electoral –y él conoció varias consecutivas-, Tomás siempre estaba presente. Nunca pedía nada, nunca se extralimitaba, nunca ambicionó nada. Parecía la suya una actitud pasiva, resignada; pero nada más lejos de la realidad: allí siempre hubo un socialista comprometido y activo que encarnaba los valores ideológicos de quien sabe que hay que trabajar para ganarse la vida con dignidad. Su militancia, discreta, silenciosa, eficiente, discrepante cuando había que serlo, ha sido un ejemplo. ¡Cuántos Tomás Oliva necesita el socialismo!
Y en el Puerto de la Cruz decimos adiós a Lope Afonso González, viejo amigo de infancia y adolescencia durante las que compartimos vivencias y episodios que evocamos con agrado. Lope es el autor de una célebre frase, pronunciada en público al principio del sermón de la procesión del Encuentro de Viernes Santo en La Orotava. El sacerdote comenzó con mucho énfasis:
-¡Hombres de La Orotava, mujeres por antonomasia!
Y Lope que se levanta, exclama:
-¡Oiga! Y los del Puerto, ¿qué pasa?
Tras la que se marcharon buena parte de los jóvenes portuenses que, como era tradición, después de la procesión del Cristo crucificado, habían acudido a la cita villera.
Lope, por cierto, fue el conductor durante muchos años de la venerada imagen del Gran Poder de Dios. Un conductor al que algún cofrade u otros acompañantes iban guiando pues desde el interior del carro transportador no se veía nada.
Dedicado a la actividad comercial muchos años –luego sería vigilante privado-, Lope Afonso siempre quiso colaborar en aquellas convocatorias locales vinculadas al deporte y actividades lúdicas o recreativas. Una de ellas fue las ’24 Horas de ping-pong’ promovida por el Cima Club. En cierta edición, que tuvo como marco el parque San Francisco, logramos memorizar uno de los eslóganes de reconocimiento, repetido cada hora y media, según la cantidad de público que hubiera:
“Se está jugando con pelotas de la marca Dunlop Barna Tres Coronas, cedidas gentilmente por la firma Fotopesca Maricumbre”.
En cierta ocasión, tras discrepar con su primo Francisco, quien fue alcalde de la ciudad entre 1979 y 1984, a propósito de la adaptación peatonal de vías, fue objeto de una broma que, por fortuna, no pasó a mayores. El inolvidable Chicho Vázquez simuló la grabación de una entrevista radiofónica que se iba a emitir en uno de los programas más escuchados entonces. Lope no arremetió contra su primo alcalde pero se preguntó una y otra vez quién le asesoraba, qué técnicos le habían dicho que cerrara tantas calles. Cuando días después supo que la entrevista nunca fue emitida, no se enfadó.
-Lo mejor que hiciste-, le dijo a Vázquez.
Era una expresión de su buen corazón, de su predisposición tolerante. Hoy sábado se efectuará su cristiana sepultura. Reciban su esposa Leonor, sus hijos Lope (concejal del Ayuntamiento), Gemma y Leopoldo (presidente de la Cofradía del Gran Poder de Dios), una sentida condolencia.

jueves, 12 de diciembre de 2013

ABONADOS A UNA PENITENCIA HISTÓRICA

Puede que haya llegado la hora de entonar un requiem por el periodismo en España. Se sabe que la cosa anda mal, que la crisis galopa, que los profesionales sufren...
Pero es que hoy el Gobierno ha querido dar la puntilla. Lo de menos es que algunos se presten: allá ellos, pero que no vengan a dar lecciones después. Y es que será el ejecutivo el que designe quiénes son los periodistas que podrán preguntar al presidente. Como lo leen: eso, en la España del siglo XXI. Hace poco, apenas una semana, desde el Gobierno se hinchaban -¡qué falsedad!- de hablar de valores de pluralismo y libertades en ocasión del aniversario constitucional. Hoy, la desfachatez ha llegado al límite de decir quién interroga y quién no. Sin palabras. Con razón hubo periodistas que abandonaron la sala de prensa del mismísimo Palacio de La Moncloa. Con razón ya hay medios que han anunciado que no cubrirán más convocatorias, al menos mientras prevalezcan estas circunstancias.
Mordaza, límites, condiciones, teledirección, selectividad, sectarismo, favoritismos... O sea, todo menos valores periodísticos. En esto han convertido Rajoy y los suyos la información en un país que parece condenado a sufrir todas las tribulaciones. Seguro que al PP les parecen pocas todavía. Baste seguir al ministro Montoro o a Hernando, que hace de viceportavoz parlamentario. Bravatas, amenazas, descalificaciones, fatuidad, jactancia... Horrible: esperábamos otra cosa del Partido Popular, simplemente más democrático.
Es un asunto que da para más y el que insistiremos. Nos preguntamos qué pensarán en Europa de estas prácticas. Y la indignación  que despertarán en las organizaciones profesionales. 
El Gobierno está poniendo cierres, candados, dobles llaves y plasma al sagrado ejercicio de informar. El PP se pone en evidencia cuando ignora que la quintaesencia de la democracia es, precisamente, que los medios de comunicación puedan contribuir a fiscalizar la acción del ejecutivo. Flaco favor hace al sistema cuando actúa de la manera que lo hace desde que accedió al poder en las vísperas navideñas de 2011. Probablemente, con Aznar no se atrevieron a tanto.
No quieren preguntas, no quieren críticas, no quieren discrepancias, no quieren que la ciudadanía sepa. Es que si lo cuentan, igual no se cree. Por eso es bueno vivirlo. Que sigan así: se abonan a una penitencia histórica. Aunque se escuchen, por ahora, notas de requiem.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

POLICÍA, TAMBIÉN PRIVADA

Un paisano cuenta en su muro de ‘facebook’ el triste episodio vivido días pasados en la noche madrileña, cuando retornaba a pie a su casa y una patrulla del Cuerpo Nacional de Policía le trató, digamos que de manera poco educada y consecuente, a la hora de identificarle y preguntarle qué hacía. El relato llega al borde del desespero, entre la impotencia y el miedo casi. Creíamos esas situaciones ya superadas pero es otra muestra del retorno al pasado. Durante años se ha hecho un gran esfuerzo para acercarnos al modelo de ‘policía amigo’ pero se retrocede con comportamientos desproporcionados, como es el caso. Eso de proteger las libertades parece haber pasado a mejor vida.
     Y para colmo, el partido gubernamental aprueba una Ley de la que ya hemos hablado en términos inevitablemente críticos. Una norma que, en materia de seguridad ciudadana -mejor hablar de represión ciudadana-, es claramente regresiva. Ayer se conoció la guinda: los policías privados, esos que popularmente se conocen como ‘seguritas’, los integrantes de empresas privadas de seguridad, podrán detener en la vía pública. Los representantes de CiU y PNV han votado a favor, luego tendrán que explicar su posición política. Porque es difícil de entender, ¿verdad?
     A este paso, con esta ampliación y con esta laxitud, estamos más cerca del Estado policial. Con todos los matices que ahora quieran poner al texto articulado, lo cierto es que tenemos otro cuerpo más con facultades para intervenir en la vía pública.
     El engendro responde al ADN del Partido Popular, ya no hay duda. El principio de más policía, más seguridad. Y también más miedo, más incertidumbre, más cuidado.
     Lo peor es que esa seguridad privada, con facultades ampliadas, hay que pagarla, claro. O sea, que sigue abriéndose la brecha de la desigualdad. Pocos reparan en que se pierden derechos a costa de incrementar las ganancias de las compañías. Y pocos se dan cuenta, desde luego, que vamos camino de no poder estornudar en la vía pública porque, con tanto policía y con tamaños catálogos de infracciones, igual cae una sanción de esas que tanto gustan a los populares.
     Que se lo digan al paisano que iba a pie a su casa de Madrid y tuvo que sufrir hasta por el modo de hablar.


martes, 10 de diciembre de 2013

EXALTAR LA PALABRA

Unos escolares, espectadores de una sesión parlamentaria, preguntaban días pasados cómo era posible que allí se deslizara un error ortográfico hasta producir un reproche entre diputados. Otros se sorprendieron del uso equivocado de un vocablo y otros detectaron la falta de concordancia en los tiempos verbales de una intervención.
        La situación vale para redescubrir la importancia –mejor dicho: el valor- de las palabras, a menudo mal empleadas, no solo en una institución pública sino en los mismos medios de comunicación. He aquí lo grave, por lo que cabe insistir, sin ánimo de aparecer como un celoso guardián del lenguaje escrito. Errores los cometemos todos y cuando son advertidos, hay que corregir de inmediato. De modo que hay que agradecer a quienes los señalan y los hacen ver con el mejor ánimo. Se trata de no reincidir: hasta feo estaría.
        Abundan también las faltas, los términos inadecuados y no digamos la incoherencia de las formas verbales. Pero en ese universo, donde el corrector automático debe disfrutar de largas vacaciones, es muy difícil meterse a rectificador: es tan heterogéneo el universo de usuarios que más de uno se revuelve, no acepta la corrección –aunque esté hecha con pulcras formas, para no molestar, ¿entienden?- y encima replica con algún denuesto o te despide a cajas destempladas. No es que se disculpe lo de las redes dando por imposibles los mejores intentos pero admitamos que la abundancia de errores tenga una complicada solución.
        Volvamos al ámbito mediático, donde estriba el problema en un texto informativo, en una crónica enviada desde cualquier punto, en la moderación de una tertulia, en la conducción de un espacio o en una intervención improvisada después de que alguna circunstancia alterase el guión. Ahí los fallos son más visibles. Apenas caben disculpas cuando se registran en medio de conexiones de alcance para informar de situaciones críticas, emergencias o accidentes. Y ninguna cuando se supone que hay una introducción o unas notas previas para dar paso a un invitado o a la información propiamente dicha.
        Y es que una palabra mal dicha o mal empleada puede cambiar casi todo o echar a perder una buena información, por trabajada o por oportunidad. El periodista y catedrático colombiano Carlos Yarce llega a hablar de “la palabra humillada por el periodismo”. La palabra debe ser cuidada al máximo, con esmero. Los oyentes de un programa radiofónico se quejaban días pasados de la plétora de tacos, soeces, insultos y voces malsonantes en muchos espacios audiovisuales. Esa chabacanería es reprobada, por lo general. Alguna culpa tenemos locutores, comentaristas, colaboradores.
        “La prensa humilla la palabra –escribe Yarce- cuando la banaliza, la trivializa, la hace vehículo de la pasión, del odio, de la violencia o del consumismo”. La precipitación, el afán de salir antes, las ganas de figurar y, sobre todo, la falta de criterio y de análisis, tienen mucho que ver con lo que decimos. De ahí la necesidad de hablar y escribir con propiedad, de estar seguros en la utilización de los términos para informar u opinar con el máximo rigor. No dejemos que una palabra inadecuada eche a perder un texto, una crónica o una pieza. Hay que ser estrictos. Y ante la duda, consultar.

        El propio Carlos Yarce lo sentencia: “El compromiso de los medios con la palabra es exaltar la palabra, dignificarla… Lo que importa, en último término, es dejar a un lado los compromisos –de amistad, políticos, de conveniencia- que alejan de la verdad y luchar por lo que necesita la sociedad”.

lunes, 9 de diciembre de 2013

OTRA LEY CUESTIONADA

Está en su papel el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, cuando pide a un comisario europeo que respete al país, a sus instituciones y al Gobierno. Y hasta puede que tenga razón cuando justifica la modificación de la Ley se Seguridad de 1992 al estar en marcha la reforma del Código Penal. Pero no puede negar el ministro que la nueva Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana nace con un clima social animadverso y unas percepciones externas muy claras de limitar derechos ciudadanos, como los de la libre expresión y la protesta pacífica, sancionando, de paso, conductas o comportamientos que los jueces no han considerado delito. En ese sentido, el argumento justificativo de la reforma, sancionar, por ejemplo, a quienes queman contenedores en la calle, es bastante frágil.
     El ministro Fernández se incomodó, ciertamente, cuando el comisario responsable de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Nils Muznieks, cuestionó la conceptuación de determinadas figuras o infracciones que por tal motivo serán sancionadas. “¿Cómo va a saber la gente si está o no violando la Ley”?, llegó a preguntarse Muznieks después de señalar que, en su opinión, se debería velar por la seguridad, de acuerdo, “pero sin interferir demasiado en la libertad de reunión y de manifestación”.
     El rechazo social a la Ley, aún sin entrar en vigor, empieza a ser clamoroso. Todo indica que hay un sustrato ideológico de autoritarismo y una tendencia a criminalizar la discrepancia que resultan preocupantes. El Gobierno quiere ciudadanos dóciles, acríticos, inactivos, temerosos o desmotivados, acaso sin percatarse de que cuantas más limitaciones o restricciones, hay más terreno cultivado de descontento que terminará produciendo algún tipo de estallido social. Las restricciones que ha ido imponiendo el ejecutivo, primero de derechos sociales y ahora de civiles, por muy amparadas que estén en mayoría parlamentaria, no son buenas para la convivencia ni para la calidad democrática a la que aspira cualquier gobierno.

     Así que, discutida en Europa y sin otro respaldo en España que el de una representación sindical policial, habrá que aguardar cómo se posicionan los grupos parlamentarios en el curso de la tramitación de la norma. Al Gobierno no le importará volver a quedarse solo pero ha de ser consciente del desgaste y de la impopularidad del ordeno y mando que parece inspirar esta modificación legislativa que, desde luego, no está a la altura de las exigencias de la sociedad de nuestros días que poco tienen que ver con la alienación y cuya protección de libertades no está ni mucho menos garantizada.

sábado, 7 de diciembre de 2013

LIMPIEZA PÚBLICA: SOLUCIÓN COMPLICADA

No se advierte sencilla la solución a la situación planteada en la empresa Sufi Tarajal, concesionaria del servicio de limpieza viaria y recogida de basuras en el Puerto de la Cruz. Aquella convocatoria de huelga de hace unas semanas se salvó in extremis. Volvieron las partes a negociar pero las impresiones que se van conociendo no son muy optimistas que digamos, tal es así que se habla de un paro indefinido a partir del próximo 3 de enero, es decir, después de haber tenido las fiestas en paz, nunca mejor dicho.
     La empresa plantea un Expediente de Regulación de Empleo (ERE), en la práctica el despido de treinta y ocho de sus ochenta y cuatro empleados. O sea, que lo de mantener los puestos de trabajo se adivina complicado. Sus cálculos habrán hecho los responsables de Sufi Tarajal pero como que falta transparencia a la hora de poner sobre la mesa todas las cifras, los balances y todas las opciones para entender el por qué de las medidas que se quiere adoptar y, sobre todo, la propia viabilidad futura de la empresa. La modificación impuesta por el Ayuntamiento en las condiciones contratadas tras la adjudicación, sobre todo en el importe del canon, ha significado un auténtico impacto y la consiguiente repercusión en la prestación del servicio. De ahí que, independientemente de otras interioridades, sin que esto signifique justificar su actitud, a la empresa le resulte complicado mantener los niveles de rendimiento con los que ha venido timoneando hasta la fecha.
     Seguro que más de uno se está acordando del proceso de negociaciones que antecedió al concurso convocado por el Ayuntamiento hace unos años. Hubo aspectos confusos, poco claros, aunque desconocemos si flecos o indeterminaciones de entonces han abonado el terreno de la situación actual. Lo que sí afirmamos es que no se ha hecho el seguimiento previsto en el propio pliego de condiciones, mediante los mecanismos adecuados. De haber funcionado, es probable que hubieran detectado los desvíos, los riesgos, la misma calidad de las prestaciones y hasta la necesidad de haber tomado medidas correctoras.
     Esa carencia, precisamente, es una de las causas del fracaso de la política de concesiones o privatizaciones que históricamente han emprendido los gobiernos del actual alcalde. Política que no solo no ha solucionado sino que ha contribuido a la pérdida y desvalorización de activos propios, amén del insatisfactorio rendimiento.
     Pero bueno, volviendo al servicio de limpieza viaria y recogida domiciliaria de basuras, recordemos que el Ayuntamiento dispone de un informe sobre el régimen retributivo del personal de la empresa Sufi Tarajal que es una de las causas de la discordia. La representación sindical de los trabajadores está en desacuerdo con los niveles de reducción de masa salarial propuestos, un 40% para conductores, operarios y peones de limpieza; y un 14% para la dirección y administración, esto es, gerente y administrativos. Es lógico que para la parte social, negociar con dos únicas opciones, o empobrecerse o despidos, sea una vía muy condicionante y de difícil aceptación. No quieren que el impacto anteriormente aludido lo sufran en exclusiva los empleados.
     Así las cosas, no será fácil alcanzar una solución. Al Ayuntamiento no le queda más remedio que interceder pues el sombrío panorama puede ennegrecerse del todo en vísperas de la festividad de la Epifanía, una de las semanas de mayor actividad comercial y tramo final de las vacaciones invernales. Las imágenes de conflictos similares en otras ciudades y las complicaciones subsiguientes en materia de salubridad, por ejemplo, han sido de muy negativa repercusión. Los vecinos y las empresas, por cierto, desconfiados andan si lo que está ocurriendo genera un incremento de las tasas correspondientes.

     El concejal-delegado, Lope Afonso, ya ha dicho que nones pero a ver si la única salida va a resultar el rescate de la concesión y la gestión directa…

viernes, 6 de diciembre de 2013

TREINTA Y CINCO AÑOS DE UNA FECHA HISTÓRICA

Apenas se echan de menos las celebraciones de los primeros aniversarios, las que con toda modestia trataban de proporcionar un aire popular al significado de la fecha. Pero tenían su valor. Concursos de dibujo, de redacción, montajes escénicos, conferencias, hasta verbenas… El caso era que había que identificarse con la Constitución, uno de los hitos de la moderna historia de España. Y en aquellos años, cualquier cosa, mínimamente bien pensada y ejecutada, valía. Con el curso del tiempo, aquellas iniciativas dejaron paso a otras acaso menos participativas y empezaron a quedar circunscritas a ámbitos estrictamente institucionales. Ni siquiera se llevaban a cabo en la misma fecha del aniversario. Y es que el carácter festivo se apoderó de todo, no digamos si encajaba cómodamente en el almanaque. 6 de diciembre, fiesta y punto. Viaje o cualquier otra forma de asueto.
     Y así, progresivamente, se perdió el ánimo de conmemorar la aprobación por el pueblo español de la Constitución de 1978.
     Luego, en plena fase de desafección hacia la política en general, hay que conceder la importancia que merece este nuevo 6 de diciembre, treinta y cinco años cumplidos de la histórica fecha. Hay que madurar y perfeccionar los valores constitucionales. Convenimos, desde luego, en que hay que actualizar la Constitución para que siga siendo una referencia primordial en nuestra convivencia, para que siga siendo respetada y tan útil como hasta ahora.
     En ese sentido, es necesario acometer una revisión de la Cartamagna con una clara voluntad constructiva de soluciones a los problemas y las demandas de la ciudadanía. Y sobre todo, de fortalecer la unidad en la diversidad, porque esto es lo que consagra el texto constitucional. No es descabellada, por tanto, la idea de un modelo federal para seguir juntos. Para seguir respetando la identidad de las distintas comunidades, sus singularidades, sus hechos diferenciales, su institucionalidad… Y por supuesto, para asegurar la igualdad de todos los españoles en el ejercicio de sus derechos sociales básicos.
     La experiencia acumulada y la visión de futuro serán determinantes para afrontar esa reforma, del alcance que sea. Las exigencias de la sociedad de nuestros días y sus expectativas para superar las dificultades de un ciclo crítico obligan a un ejercicio de predisposición política y tolerancia. Sobre todo, para preservar lo que junto, entre todos, hemos logrado.


miércoles, 4 de diciembre de 2013

UNA REFORMA CUESTIONADA

Hay menos personas registradas en el paro, según los datos conocidos correspondientes al mes de noviembre. Y de eso hay que congratularse, naturalmente. Como igual hay que preocuparse cuando se conoce la cruz de este dato, aparentemente positivo. Y es que no hay más gente trabajando pues las fuentes ministeriales admiten que hay casi setenta mil personas menos trabajando que el mes anterior.


Esto último confirma, desgraciadamente, que se sigue destruyendo empleo en este país. Además, la precarización sigue siendo característica predominante: el 92% de los contratos firmados en noviembre son temporales, en tanto que la contratación indefinida cayó el mes pasado otro 6%.

Quien quiera, que haga caso a los mensajes del presidente y de miembros de su gobierno. Están muy necesitados de buenas noticias, de pruebas con las que apoyar las bondades de sus políticas. No parece que las estadísticas y los informes técnicos de distintos organismos abonen sus buenas intenciones y sus autos de fe.

Porque se mueven hasta los cimientos de la reforma laboral. Al menos, una juez de Barcelona, al considerar ilegal el período de prueba de un año de los contratos de emprendedores, ya ha declarado improcedente el despido de un trabajador. Sostiene la juez que ese artículo concreto de la reforma vulnera tratados internacionales a los que España se ha adherido.

Los pormenores del caso son, cuando menos, curiosos. El trabajador fue contratado con arreglo a una modalidad que incluía el período de prueba de un año. El empleado fue despedido ocho días antes de acabar este período. Defendió sus derechos interpretando que el convenio colectivo del sector consigna un período de prueba de dos semanas ampliable a seis meses. La empresa objetó que la fórmula de contratación escogida se incluye en la reforma laboral. Al final, la juez desestimó la oposición empresarial por entender que la modalidad no se ajusta a la Carta Social Europea y que debe aplicarse el Estatuto de los Trabajadores que es el que remite al convenio colectivo del sector.

A la espera de la solución definitiva de este caso, que puede sentar un precedente, parece claro que quien hizo la Ley, dejó también abiertas las ventanas de los perjuicios para los trabajadores. Y así es difícil creerse algunas declaraciones de luces, crecimiento y expectativas, ¿verdad?

martes, 3 de diciembre de 2013

LA VOCACIÓN NOS MANTIENE

Los futuros profesionales, los que se están formando, quieren saber. Les azota la incertidumbre. Les mantiene la vocación y sienten que están más cerca de la licenciatura. Pero también del abismo del paro, del ostracismo. Se sienten carne de desempleo.
       Entran en el despacho. Vienen provistos de cámara y trípode. Material de la facultad. No están muy impuestos pero es el que hay y suplen con voluntarismo -y con pruebas, a ver cómo sale- las deficiencias o la falta de pericia en el manejo. Lo que hay. Por si acaso, y porque alguien les habrá advertido de la cantidad de material perdido creyendo que estaba grabado, y de los jugosos testimonios que se evaporaron por no dar al clic adecuado, uno de ellos pone sobre la mesa el ‘smartphone’ convertido en válvula de seguridad para registrar la entrevista.
       En nuestros tiempos, se les explica, íbamos con un cuaderno para anotar. Y algunos teníamos el privilegio de aquellos casetes no tan antediluvianos pero casi. Que eran garante de lo que se transcribía. Y se les cuenta la primera orden de Pilar Miró cuando fue nombrada directora general de Televisión Española: a partir de mañana, los redactores saldrán a cubrir las informaciones provistos de papel y bolígrafo. Demasiada comodidad, un exceso limitarse a recoger los testimonios de protagonistas o testigos para luego editar y ya está por hoy.
       Sonríen al conocer la anécdota. Sus miradas curiosas parecen decir otra cosa. No son las ansias por terminar sino las ganas de encontrar algo que les resulte de utilidad. Para el trabajo encargado y para el futuro que habrán de labrarse en momentos muy adversos. En el modo de desenvolverse y hasta en las preguntas memorizadas sin que lo parezca, se adivina la vocación. La tienen, claro que sí. Y entonces es cuando afloran los anhelos de ayudar, de estimular, sin salirse de las coordenadas del realismo.
       Ahí están los alumnos, ávidos de ampliar y perfeccionar sus conocimientos, de llevar a la práctica lo que han aprendido en manuales, en clases teóricas y en cuantos recursos están a su alcance para profundizar en el camino escogido. Ahí están, empezando a destrozar la inexperiencia, hurgando en lo que les interesa o lo que les importa, sin reparar bien (por ahora) en si la persona seleccionada es la apropiada. Se les ve tan jóvenes, destilan ese afán por llegar al fondo de la materia y preguntan con ese candor que no riñe con la dureza de los asuntos que han esgrimido para su trabajo, que dan más y más ganas de depurar mensajes positivos.
       Algunos profesionales de postín, se les dice, vienen insistiendo en que depende de nosotros mismos, de ustedes en el futuro inmediato, para superar tantas tribulaciones. Curioso, pero no son tan escépticos. Hay que beber, por tanto, de sus fuentes, aunque no hayan librado una situación tan crítica o no hayan podido hacer más por tantos compañeros válidos que pasaron a engrosas las listas de desempleo.
       Hay que esforzarse en la búsqueda de esperanzas, de las soluciones. Difícil, cuando cada vez son menos las ediciones impresas, pero en el universo digital tiene que haber más opciones. Como las hubo en el catódico no hace mucho, cuando se abrieron tantos caminos y creímos que habría tarta para todos. Lastimosamente, múltiples circunstancias -desde empresarios poco diestros y artificiales a pseudoprofesionales nada impuestos e irresponsables- no sólo vulgarizaron el producto sino que fueron fagocitándolo, a una velocidad de vértigo, además. Hasta la solidaridad y el corporativismo, sentimientos encontrados, se resintieron.
       Les preocupa a los futuros profesionales, a los que se están formando, a los que quieren asirse a un soporte consistente que les dé sentido a su vocación y les reafirme en el camino emprendido, la precariedad en el empleo, el intrusismo y los mecanismos de defensa o representación  teóricamente contenidos en un futuro colegio profesional.
       Se les reitera que van a encontrar un camino erizado de obstáculos y de incomprensiones. Que nunca antes habíamos asistido a la desaparición de tantas cabeceras, al cierre de tantas pequeñas o medianas empresas de comunicación, a la supresión de tantos programas y títulos consolidados y la destrucción de tantos puestos laborales, a la que no escaparon, por cierto, ni quienes habían atesorado con creces experiencia y madurez. Ese es el paisaje del pasado más cercano y del presente.
       De modo que abrirse paso o hacerse con un espacio en un marco tan reducido y condicionado resulta cada vez más complicado. Pero no decaigan, no se rindan: ni los becarios ni los que han tenido la oportunidad de un contrato de prácticas ni los que quieren acceder a un primer empleo, siquiera en una emisora local. Hay que perseverar y emprender, no porque las oportunidades estén fácilmente al alcance, sino porque este oficio se labra a base de dificultades y desazón de manera que superarlas, con vocación, olfato, buena escritura o exposición y sustantivo aprovechamiento, es el primer reto.
       Recuerden: de ustedes depende.